Entrevista
“Entras al monte y el olor a muerte es terrible”

El biólogo Steffen Reichle cuenta lo que vio en su incursión al Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías. El fuego arrasó con un motacusal, que era refugio de animales silvestres por su cercanía con una fuente de agua. Junto al fotógrafo Alejandro De Los Ríos rescataron a dos antas, pero uno solo sobrevivió: Rosario.

Foto: Steffen Reichle

Rocío Lloret Céspedes

Tras una incursión por el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías, el biólogo Steffen Reichle cuenta el panorama desolador con el que se encontró en el lugar, debido a los incendios forestales. Se trata de un área protegida nacional con gran riqueza de biodiversidad, parte del Pantanal boliviano y sitio Ramsar o humedal de importancia internacional. Su dimensión –2,9 millones de hectáreas- hace que abarque las provincias Ángel Sandóval, Germán Busch, Chiquitos y Velasco, en Santa Cruz.

Reichle y el fotógrafo Alejandro De Los Ríos incursionaron por la parte de la propiedad Santo Rosario, por lo que al encontrar dos antas en muy mal estado, a una le pusieron ese nombre. La otra falleció debido a la gravedad de sus quemaduras.

La Región (LR). ¿Qué diferencias encontró en los incendios forestales de este año y los de 2019?

Steffen Reichle (S. R.) Son zonas diferentes las que se quemaron este año. En 2019 lo fuerte fue cerca de Concepción, Ñembi Guasu (área de conservación e importancia ecológica), el Otuquis (Parque Nacional) y partes de San Matías. Este año lo novedoso es que se quemaron serranías del Chaco y los Valles. No puedo opinar sobre eso, porque no he estado allá, pero sí he estado en la zona de Roboré. Se quemó otra vez San Matías, no en la misma cantidad de hectáreas del año pasado, pero sí en zonas que no se quemaron el año pasado. Lamentablemente dentro de esas zonas, hay varios motacusales (conjuntos de palmeras de motacú), que son refugios de animales durante la época seca y lugares de alimentación de parabas azules. Además, los incendios en los motacusales pasan como bombas, porque estas palmeras son especies que tienen aceite. Es muy rápido.

L. R. ¿Alcanzaron a ver lo sucedido?

S. R. Estuvimos cerca. Alejandro (De Los Ríos) y yo tuvimos suerte, porque en la mañana decidimos ir a otro lado y no al motacusal. De hacerlo, no hubiéramos muerto, pero hubiéramos perdido el vehículo, porque esa zona se incendió completamente. En dos minutos el fuego quemó todo. Este motacusal está muy cerca al único río que hay en la zona, así que había un montón de ciervos, antas, jaguares, urinas y otros animales silvestres refugiados. Entonces hemos visto muertos de todotodo: puercoespines, antas. Encima de esto, los jaguares van a estos sitios a cazar, porque saben que tendrán sus presas ahí. Y estas obviamente están débiles por la sequía y todavía más débiles por el fuego. Tú entras al monte y es un olor a muerte terrible. Es un sentimiento muy encontrado, de ver tantos animales silvestres de cerca, que por necesidad van al agua y sufren.

L. R. ¿Qué pasó con las antas?

S. R. Con Alejandro encontramos a las antas que estaban con mucha sed y las patas quemadas. Para estas especies (Tapirus Terrestris), es muy fácil quemarse las pezuñas, porque aparentemente no pueden diferenciar las brasas en el suelo y pasan por encima. Entonces empieza un proceso necrótico (muerte de tejido corporal), que al final las deja completamente quietas. Se deshidratan y ellas necesitan tomar mucho agua durante el día. Hemos visto antas que llegaron al agua y estimamos que se quedaron más de una hora tomando agua, mínimamente 30 o 40 litros. Estimamos que están llegando desde muy lejos, sabiendo que el único lugar donde hay agua es ahí. Llegan muy mal, con poca energía y son presa fácil de los jaguares.

Alejandro De Los Ríos junto al anta, uno de los mamíferos más grandes que tiene Bolivia. Foto: Steffen Reichle

L. R. ¿Y Rosario?

S. R. Encontramos dos antas, una estaba peor, porque tenía parte de la panza quemada y las pezuñas. La atendimos, pero murió al día siguiente, antes que llegaran los veterinarios a la zona.

Rosario era una de ellas. Le dimos agua y comida. Fue interesante porque había unas plantas en el mismo pantano y ella estaba echada. Juntamos más de estas plantas y comió con gusto. Al día siguiente vino el equipo de veterinarios del Zoológico Municipal de Santa Cruz de la Sierra y el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, así como guardaparques del Sernap (Servicio Nacional de Áreas Protegidas) para atenderla.

Trasladarla (desde el monte a la estancia Santo Rosario) fue todo un desafío para todo el equipo, porque estimamos que pesa entre 120 a 130 kilos. Es una hembra juvenil; adulta, puede pesar hasta 250 kilos. Aun así fue muy difícil. Los veterinarios intentaron con tranquilizantes primero, pero no fue suficiente. ¿Imaginas llevar un animal así de un lado a otro lado? Es el monte, las camionetas no entran al lugar donde estuvimos. Por suerte entró el tractor y se hizo una plancha con troncos de madera en la parte de atrás. Entre cuatro (personas) -veterinarios y guardapataues- sostuvimos su cabeza para que no se golpee, y pueda llegar a la estancia.

Steffen Reichle junto al equipo de veterinarios que atiende a Rosario en la estancia del mismo nombre. Foto: Maikol Melgar (Sernap)

L. R. ¿Cómo está ahora?

S. R. Ya está en la estancia, le hicieron curaciones, hoy le hicieron la segunda. Estimamos que va a sobrevivir, ya se paró sobre sus cuatro patas. Su pronóstico todavía es reservado, pero está con ánimo, está comiendo y tomando agua. Le encantó el camote y la papaya. Cada dos o tres días hay que cambiarle las vendas, pero ya se nota que hay avances.

Los veterinarios realmente son geniales, da gusto ver con qué interés y ganas intentan hacerle bien a Rosario.

L. R. ¿Cómo ve la situación actual y qué prevé para más adelante?

S. R. Ya el año pasado en esta estancia se hizo dos líneas de contrafuego, para frenar el avance, pero este año el fuego sobrepasó estas líneas, entró a la estancia y dejó este desastre. Los bomberos de Santiago de Chiquitos (Roboré) se quedaron cinco o seis días apagando remanentes, pero hay tanta sequía, que no hay mucha comida. Las lluvias que cayeron ayudarán para que rumiantes como: ciervos, urinas, antas tengan bastante comida. El problema pueden ser las parabas, no tenemos claro esa parte y habrá que hacer una investigación más a fondo, porque encontramos un pichón muerto en un motacusal quemado. Presumimos que estaba todavía en el nido aprendiendo a volar.

Casi todas estas parabas duermen cerca de las casas, pese a que sus nidos están alejados. Ellas no van al río a tomar agua, sino a la estancia (Santo Rosario), parece que ahí se sienten más seguras, porque en el río hay muchos depredadores.

El rol de los guardaparques es fundamental para las tareas de mitigación de incendios y para ayudar a la fauna silvestre. Foto: Steffen Reichle

Los motacuses en sí aguantan el fuego bastante bien, solo mueren si el corazón está afectado. Van a rebrotar, mucha de la vegetación va a rebrotar, pero hasta que tengan frutos maduros transcurrirán ocho o diez meses.

El otro detalle que nos dimos cuenta es que han caído muchos árboles grandes antiguos, porque están en esta zona de las palmeras. Me dijo Alejandro (quien fue capataz de Santo Rosario) que este motacusal de más de 30 años, nunca se había quemado. Con la sequía prolongada y los fuegos frecuentes, hay cada vez más incidencias en lugares que antes no se habían quemado.

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