Los incendios forestales de 2020 afectaron alrededor de 28 especies endémicas de Bolivia, lo que significa que son animales que únicamente se encuentran en el país. Asimismo, al menos 34 especies amenazadas sufrieron por la misma causa. El dato se desglosa del “Análisis de impactos de los incendios forestales sobre los valores de conservación en Bolivia”, publicado en días recientes por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) y la Wild Life Conservation Society (WCS) – Bolivia.
Para llegar a esa conclusión se utilizó la información consolidada de la superficie de áreas quemadas a nivel nacional y se sobrepuso las áreas de distribución para especies endémicas. Además, se consideró la categorización de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) del estado de conservación de especies: Vulnerable (VU), en Peligro (EN) y en Peligro Critico (CR).
Así, en la lista de especies con mayor afectación figura la paraba barba azul (Ara glaucogularis), que está en Peligro Crítico de extinción y el 14.7% de su área de distribución fue alcanzada por el fuego. Lo mismo sucedió con la lorita boliviana (Myiopsitta luchsi), ya que 68.079 hectáreas de su hábitat fueron quemadas en los valles interandinos.
Entre los mamíferos endémicos está el ratón oldfield de Anderson (Thomasomys andersoni), categorizado como Vulnerable. Su distribución está en el departamento de Cochabamba.
En cuanto a especies amenazadas, figura el anta o tapir (Tapirus terrestris), que tiene una distribución en Pando, Beni, Santa Cruz, La Paz, Cochabamba, Chuquisaca y Tarija. La afectación a su área fue de 4,3 millones de hectáreas. Algo similar sucedió con el oso bandera (Myrmecophaga tridáctila), el armadillo gigante (Priodontes máximus) y el murciélago espectral (Vampyrum spectrum).
Toda esta información se encuentra detallada en el reporte citado, como un plus a la cuantificación de este tipo de eventos registrados en 2020. “Lamentablemente en Bolivia no tenemos un censo completo (de fauna), pero expertos que delimitaron las áreas generaron buena aproximación de las especies afectadas”, explica Armando Rodríguez, experto en geoinformación de la FAN y uno de los autores del estudio.
Menos fuego, mayor daño en bosques
El documento, dividido en nueve capítulos, contiene tablas muy didácticas para entender cuán grave fue la intensidad de los incendios y detalla las superficies quemadas por departamentos y municipios.
Así se tiene, por ejemplo, que entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2020 se quemaron 4,5 millones de hectáreas. Si bien la cifra es inferior a 2019 (5,9 millones de hectáreas), esa extensión representa el 4% de todo el territorio nacional y cerca del 11% de las Tierras Bajas del país.
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El otro dato a tomar en cuenta es que si bien Beni fue el departamento más afectado, con una extensión de 2,2 millones de hectáreas alcanzadas por el fuego; Santa Cruz sufrió un mayor impacto en sus bosques. Ello significa que el 48% (937 mil hectáreas de las 1,9 millones de hectáreas quemadas) fueron en cobertura boscosa, mientras que en el departamento amazónico la extensión de bosques dañados solo representó el 2% (48 mil hectáreas).
Asimismo, el año pasado el fuego demoró más tiempo en ser controlado; también empezó antes. “Lo que pasó al finalizar 2020 (entre septiembre y noviembre) fue que el fuego se extendió. Tuvimos fuego durante más meses en nuestros ecosistemas. Eso fue favorecido por las condiciones climáticas, ya que fueron meses bastante secos, pero también porque los incendios se dieron en lugares menos accesibles que en 2019”, explica el experto de la FAN.
Un análisis a tomar en cuenta
En 2020 la mayor parte de los incendios se concentró en bosques húmedos de transición de la Amazonia, como la reserva del Copaibo, en Concepción. En cambio, en 2019, ocurrieron en bosques secos de la Chiquitania.
Esto implica mayor daño, ya que gran parte de las áreas de recurrencia alta de incendios -Cerrado y Abayoy- están más ambientados a ciclos de fuego. Se pueden recuperar más rápidamente, pero no cuando los intérvalos entre incendio e incendio son tan cortos. “Además, si ese espacio de tiempo (entre incendio e incendio) se va reduciendo en otro tipo de vegetación, se va cambiando la estructura de la vegetación. En consecuencia, los impactos en biodiversidad son muy grandes”, advierte Rodríguez.
Eso implica que se puede tener un bosque con follaje frondoso, pero las especies que originalmente estaban ahí son otras.
Respecto a las áreas protegidas nacionales, las de mayor superfice afectada fueron: Noel Kempff Mercado, con 159 mil hectáreas quemadas, seguida de San Matías, con 154 mil y Otuquis, con 142 mil hectáreas quemadas.
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“Lo que se ve en el Noel Kempff son franjas de bosque que tenían un uso destinado a concesiones forestales. Se extraía madera, pero no había agricultura. En los últimos años hubo asentamientos pequeños y es probable que ahí haya nacido el fuego”, dice Rodríguez.
No todo empezó en 2019
Para realizar estos análisis y hacer proyecciones a futuro, es necesario tomar en cuenta que los incendios forestales en Bolivia no comenzaron en 2019. De hecho la FAN realiza este tipo de reportes desde hace 20 años, para tener un histórico de este tipo de eventos en el país y alista un informe con datos de la década de los 80 inclusive.
En ese contexto, hasta antes de conocer esa información pasada se creía que Ñembi Guasu, por ejemplo, se había quemado en 2019 por primera vez. Sin embargo, se detectó que ya sufrió quemas en 1984, 1993 y 2001.
Lo mismo pasó con área protegida subnacional Ríos Blanco y Negro, que se quemó en 2020, pero ya había sido alcanzada en 2010 y 2011, respectivamente.
“La vegetación que se quemó en 2010 tuvo diez años de recuperación, pero si esta vegetación se quemó nuevamente en ese lapso, significa que es mucho más frágil y vulnerable”.
Rodríguez recalca que los monitoreos no deben contemplarse olvidando lo que pasó antes. Esa información puede dar una idea de dónde pueden darse los incendios. Esto incluso se debe tomar en cuenta para la aplicación de técnicas de restauración.
Finalmente, sobre los registros de este año, hasta ahora se quemaron áreas muy pequeñas en zonas agrícolas. El experto ve que este año “es un poco más húmedo que el año pasado”, por lo que estima que, si se dan incendios forestales, serán por debajo de lo registrado en 2020. “Las normativas de restricción de quemas en época de sequía van a ser muy importantes para ver si este año las superficies serán más pequeñas y ojalá no tengamos incendios forestales”, dice.
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