Por Jame Fire / Mongabay Latam
- Un nuevo estudio simulado revela que la deforestación que viene siendo práctica habitual en la Amazonia brasileña y el Cerrado provocaría aumentos de la temperatura local de hasta 1,45 grados centígrados, además de aumentos de la temperatura a nivel mundial.
- Los reptiles y anfibios resultarían especialmente vulnerables a los aumentos de temperatura provocados por la deforestación y por la pérdida de humedad.
Es bien conocido que tanto la quema de combustibles fósiles como la deforestación conducen a la emisión de dióxido de carbono, lo que eleva las temperaturas en todo el mundo. Hasta ahora no se entiende bien cómo la pérdida de la cubierta arbórea está contribuyendo al aumento de las temperaturas a nivel local.
En un nuevo estudio publicado en la revista de acceso abierto PLOS ONE, científicos de la Universidad Estatal de Río de Janeiro y de la Universidad de California en Santa Cruz (UCSC) han constatado que el aumento de la temperatura en las inmediaciones de un área deforestada podría llegar a 1,45 grados centígrados (2,6 grados Fahrenheit) para el año 2050 en áreas tropicales como la cuenca del Amazonas de Brasil o en el Cerrado, el bioma de sabana de la nación.
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«Todo el mundo es consciente del calor que hace en las ciudades en comparación con un entorno forestal, y esto se debe a que la energía se absorbe y luego genera radiación infrarroja que calienta el medio ambiente. Lo mismo sucedería tras la deforestación», explicó el coautor del estudio Barry Sinervo, del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la UCSC, en una entrevista con Mongabay.
El trabajo examina cómo el efecto albedo (por el cual las superficies de color más claro reflejan el calor, mientras que las más oscuras lo absorben) y la pérdida de evapotranspiración (donde el agua regresa a la atmósfera desde la tierra, los árboles y las plantas) pueden llevar al calentamiento a escala local dentro de las áreas tropicales deforestadas. Por el contrario, la pérdida de la cubierta vegetal en los bosques boreales subárticos tiene poco impacto en las temperaturas locales.
«Demostramos que la temperatura en esos hábitats [tropicales] deforestados puede tener un efecto a escala muy local», afirmó Sinervo. «Y eso significa que, aunque el bosque esté intacto, se eleva su temperatura debido a la deforestación que está produciéndose a su alrededor».
Los investigadores utilizaron datos recientemente publicados sobre la cubierta forestal, las tasas de evapotranspiración, el reflejo de la luz solar y las temperaturas de la superficie de la tierra para desarrollar un modelo basado en sus interrelaciones. A continuación, determinaron lo que podría suceder en cuanto al calor en los escenarios previstos para los próximos 30 años.
El modelo mostró que la deforestación causó un calentamiento local constante en las zonas tropicales de 0,38 grados centígrados (0,7 grados Fahrenheit) entre 2000 y 2010. Posteriormente, los científicos analizaron lo que podría suceder a continuación en relación con dos posibilidades: un panorama con BAU, por sus siglas en inglés, que se refiere a «la práctica que viene siendo habitual», que «no asume un control efectivo de la deforestación en Brasil», y un panorama en el que el Código Forestal Brasileño se aplica adecuadamente, frenando la pérdida de vegetación nativa.
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Según la hipótesis BAU, se estima que para 2050 podrían perderse 606 000 kilómetros cuadrados (234 000 millas cuadradas) de bosque, lo que provocaría un aumento de la temperatura local de hasta 1,45 grados centígrados (2,6 grados Fahrenheit), con un aumento medio de 0,11 grados centígrados (0,2 grados Fahrenheit).
Según el escenario del Código Forestal Brasileño, los investigadores predicen que la deforestación se limitaría a 79 000 kilómetros cuadrados (31 000 millas cuadradas) para el año 2050, con una reforestación de más de 110 000 kilómetros cuadrados (42 000 millas cuadradas), lo que llevaría a un aumento local promedio de solo 0,02 grados centígrados (0,036 grados Fahrenheit).
Sinervo declaró a Mongabay que los futuros aumentos de temperatura podrían ser aún más altos de lo previsto en su estudio. «Solo hicimos cálculos sobre la base del 50 por ciento de deforestación en comparación con el Código Forestal», afirmó. «Si lo empeoras aún más (75 por ciento de deforestación) — aunque esto no se refleja en el estudio— hice algunos cálculos preliminares, obtienes un aumento de 2 grados centígrados [3,6 grados Fahrenheit]».
Sinervo señaló que esto se suma a los aumentos previstos de la temperatura global de hasta 2 grados centígrados. «Eso hace dos + dos, que son 4 grados Celsius 7,2 grados Fahrenheit] de calentamiento por el cambio climático [global] y la deforestación [local][conjunta], y eso es un conjunto de números preocupantes para asimilar».
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El estudio deja claro que los grandes aumentos de la temperatura local podrían incrementar las tasas de mortalidad humana, junto con la demanda de electricidad, al tiempo que se reduce la producción agrícola y la biodiversidad.
Guarino Colli, zoólogo de la Universidad de Brasilia que estudia las poblaciones de lagartijas en el Cerrado, explicó a Mongabay que los reptiles son especialmente vulnerables a los cambios de temperatura porque no producen su propio calor a través del metabolismo, y también porque el sexo de los jóvenes en algunos grupos —las tortugas de agua dulce y los cocodrilos, sobre todo— depende de la temperatura de incubación.
El drástico contraste entre la vegetación nativa y las tierras degradadas que se observan en el Cerrado. La sabana de Brasil está sufriendo una rápida deforestación. Imagen cortesía de Barry Sinervo/UCSC.
«La mayoría de las personas piensa que [los animales] se sobrecalentarán y morirán, pero el impacto es más sutil», dijo. «Es un período de actividad reducido, pero puede tener consecuencias profundas en términos de éxito reproductivo y captación».
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Colli postuló que este efecto de calor podría ser replicado en otros grupos taxonómicos, como los insectos, que están menos estudiados. «De lo que estamos hablando con los lagartos es solo una muestra de lo que podría suceder a comunidades enteras», agregó.
Como resultado del aumento de las temperaturas en México, hay evidencia de que las poblaciones locales de lagartijas están desapareciendo. Un artículo publicado en 2010 por Sinervo y sus colegas en Science reveló que el 12 por ciento de 200 poblaciones locales de lagartijas espinosas habían dejado de existir, y los investigadores pudieron demostrar que su pérdida se debía al aumento de las temperaturas.
Los anfibios también son especialmente sensibles a los aumentos de temperatura y a otros cambios climáticos como la humedad, según Denis Otavio Vieira de Andrade, quien está colaborando con Sinervo en UCSC. «En el caso de los anfibios, están bastante limitados por la humedad porque tienen pieles muy permeables», dijo de Andrade. «Si se reduce la humedad, pierden más agua a través de la piel, lo que puede causar deshidratación y ponerlos en peligro aún más».
Si las especies, y cuántas, podrían extinguirse debido al aumento de la temperatura local, y los cambios en la humedad, en la Amazonía, el Cerrado y otros ambientes tropicales está por verse.
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Colli señaló que Brasil, con su actual Código Forestal, cuenta con una firme legislación ambiental: «En la Amazonia, en virtud del código, no se puede[nunca] talar más de 80 por ciento [de la vegetación nativa en tierras privadas, y ese porcentaje permitido es a menudo significativamente menor], y si eso se cumpliera, tendríamos una situación [ambiental] más favorable», dijo. «El artículo del PLOS ONE compara cifras de un panorama de “situación habitual” con el Código Forestal, pero el modelo del Código Forestal debería acatarse como lo habitual porque es lo que marca la ley». Sin embargo, la posición del gobierno de Bolsonaro hacia el Código Forestal no está clara; el gobierno ya ha anunciado una importante desregulación ambiental.
Sinervo explicó que un programa activo de reforestación es crucial para compensar los impactos del aumento de la temperatura global. Se estima que hay 20 millones de kilómetros cuadrados (7,7 millones de millas cuadradas) de tierra disponible para reforestación en todo el mundo, pero los compromisos globales actuales son solo restaurar 3,5 millones de kilómetros cuadrados (1,4 millones de millas cuadradas) para 2030.
Se estima que los bosques una vez cubrieron un 40 por ciento de la superficie terrestre de la Tierra, y hasta la fecha hemos perdido alrededor de una cuarta parte de esa cubierta -lo que nos lleva hoy a un 30 por ciento de la cubierta forestal-, y gran parte de esa pérdida se ha producido en los últimos 300 años. Si se quiere que los bosques se utilicen de manera efectiva como medio para retener carbono y mantener bajas las temperaturas locales en los trópicos, el mundo debe revertir su tendencia de tala de árboles que se remonta a tres siglos de duración.