Luis Gálvez, el futuro biólogo que rescata fauna silvestre en zonas urbanas

De niño se entretenía observando ranas o víboras en el campo. Ahora se dedica a salvar a animales que llegan a la ciudad por distintos factores. Acaba de ser parte fundamental del proceso de rehabilitación de un pichón de búho, víctima de los incendios forestales.

En mayo de este año, el celular de Luis Alejandro Gálvez Ramírez (22) sonó incesantemente durante varios días. Mañana, tarde, noche y de madrugada recibía llamadas de gente que le pedía que acuda a rescatar animales silvestres que estaban en viviendas, calles u otros sitios del área urbana de Santa Cruz de la Sierra. Aún ahora no se explica por qué ese mes hubo tan inusitada presencia de fauna en la capital oriental; lo que sí, no dejó de atender a ninguna de las personas que lo convocaban.

Desde hace más de dos años, este estudiante de último semestre de la carrera de Biología se dedica a acudir a lugares insospechados para agarrar carachupas o zarigüeyas (Didelphis marsupialis), víboras, perezosos y un sinfín de especies que -posiblemente por la pérdida de su hábitat- aparecen cada vez con mayor frecuencia en la llamada ciudad de los anillos.

Ya de niño -cuenta- le encantaba estar con sus padres en el campo y dedicarse a observar ranas u “otros bichos”, en lugar de jugar con otras cosas. Su madre veterinaria y su padre agropecuario, siempre supieron que se dedicaría a la Biología, una carrera que espera terminar el próximo año.

De la mano de Raúl Rojas

Luis Alejandro fue pupilo de Raúl Rojas, el recordado responsable de Biodiversidad de la Gobernación de Santa Cruz, quien falleció el año pasado por Covid-19. Gracias a él aprendió mucho de lo que sabe. Luego hizo cursos de manejo y contención de fauna

Rojas lo llevó consigo a los incendios forestales de 2019 y durante dos semanas el joven trabajó con el equipo de profesionales en Aguas Calientes, Roboré, donde se habilitó un albergue para la fauna víctima del fuego. “Ahí decidí dedicarme al manejo de fauna, porque aprendí mucho. Rescatábamos animales de los incendios, los atendíamos clínicamente. Después seguí con esto de ser voluntario en honor a él, porque me enseñó todo”, recuerda.

Muchas veces la gente prefiere contactarlo a él antes que a una instancia responsable. Entre otras cosas, el “boca a boca” ha permitido saber que acude aun cuando sea de madrugada o de noche, y lo hace sin mayor burocracia, solo por el hecho de prestar el servicio.

En la mayoría de los casos, lo único que debe hacer es una translocación, término biológico que significa liberar al individuo en su hábitat natural. El problema llega cuando el animal necesita atención veterinaria, o ha sido víctima de mascotismo. En esas situaciones, debe ser derivado a un centro de custodia. En el caso de Luis, los lleva al Centro de Atención y Derivación de Fauna Silvestre (CAD) de la Gobernación de Santa Cruz.

Desde hace dos años, el futuro biólogo es parte de los voluntarios que apoyan al equipo de Biodiversidad. Este año, eso lo llevó a ser parte de un proyecto inédito de rehabilitación de un ave.

Perseo, el búho que se salvó de un incendio

El búho orejudo, que fue liberado esta semana tras seis meses de rehabilitación para volver a su hábitat.

El 26 de junio de este año, los bomberos forestales encontraron a un pichón de búho orejudo (Asio clamator) por Warnes, al norte de la capital cruceña. Al ser un patrimonio natural del Estado, la cría fue entregada en custodia al CAD de la Gobernación. Luis la recibió y se hizo cargo de ella.

“Trabajar con él era una experiencia única, porque no se suele ver a esa especie, menos en pichón. Me dolía que haya pedido su hogar y a sus padres. Así que me prometí a mí mismo que lo iba a liberar en su hábitat”, cuenta Luis.

Por ello, durante seis meses se hizo cargo del proceso de alimentación, enseñanza y todo lo que conlleva poner al individuo en forma para que pueda ser liberado. Para eso, le cedió su habitación en su casa, porque sabía que tenía que estar al pendiente las 24 horas, y durante ese tiempo, durmió en su living. Lo alimentaba con ratas y conejos cuy, como es la dieta de la especie, y al cabo del primer trimestre, lo devolvió al CAD, y comenzó la implementación del manejo general para reinsertarlo: entrenamiento para que aprenda a cazar y un tipo de crecimiento físico, para que vuele y se apoye en las ramas.

Precisamente esta semana, el presidente del Legislativo departamental, Svonko Matkovic, se encargó de abrir la jaula; algo que entristeció un poco al cuidador del ave, quien soñaba con decirle: “ya sos libre”. Pese a ello, antes de alzar vuelo, el animal miró a Luis como agradeciéndole, y se fue.

Una realidad latente

En estos dos años y medio, Gálvez tuvo la oportunidad de rescatar todo tipo de animales, siendo los más frecuentes los perezosos y guajojós. También alguna vez llevó al baño de su casa a un lagarto y le tocó agarrar una falsa coral, una coral verdadera y una boyé, consideradas especies venenosas.

Todos ellos estaban en lugares insospechados, como la falsa coral que apareció en una estación de servicio de la avenida Cristo Redentor. O la otra serpiente que fue encontrada en una vivienda del Urubó. La pérdida del hábitat -presumen los expertos- es la causa de que cada vez más individuos aparezcan en las ciudades.

Lo otro es que al ser esta una ciudad que todavía tiene cuerpos de agua cerca y árboles en los alrededores, es frecuente encontrar aves como el guajojó o los cuyabos, que por su aspecto no son del agrado de muchas personas. Hay quienes incluso los matan porque tienen la creencia de que son de mal augurio.

En esas circunstancias, Luis dice que siempre se trata de salvar al animal, pero que a veces llega tan maltratado que muere días después. Él no lleva un registro de sus rescates, pero calcula que en todo este tiempo ha sobrepasado unos 200, las zonas de donde más lo llaman: la ciudadela Andrés Ibáñez o Plan Tres Mil, Los Lotes y el Urubó.

El próximo año espera graduarse como biólogo y ya ha decidido especializarse en manejo de fauna, para continuar con esta labor que tanto le gusta. “Ojalá más jóvenes se dedicaran a esto, porque la naturaleza nos necesita”, exhorta.

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