¿Por qué es importante saber más sobre la nueva especie de vinchuca boliviana?

Rhodnius Micki fue estudiada 31 años después de su hallazgo en Santa Cruz. Dos científicos chinos y un brasileño describieron al insecto, pero no detallaron dónde habita ni si es transmisor de Chagas. Una tarea pendiente para investigadores nacionales.

La descripción de Rhodnius micki, una nueva especie de insecto de la subfamilia Triatominae (vinchuca) nueva para el mundo y propia de Bolivia, ha generado muchas preguntas que deben ser respondidas por investigadores nacionales. Los autores -dos científicos chinos y un brasileño- identificaron que dos individuos de este insecto colectado en Santa Cruz, en 1989, hicieron un gran aporte a la ciencia, pero no detallaron su distribución, comportamiento ni si es transmisor del mal de Chagas, una enfermedad endémica en el 60 por ciento del territorio boliviano.

La publicación científica se hizo en febrero de este año. Las vinchucas se encontraban depositadas en el Museo de Historia Natural de Londres (NHMUK), Inglaterra, hasta que –Yhisheng Zhao y Whanzhi Cai– al estudiar estos insectos, entraron en contacto con el investigador brasileño Cleber Galvao, especialista en taxonomía.

Según el documento, “dos especímenes de Bolivia eran claramente diferentes a cualquier otra especie conocida”. La descripción da cuenta que su coloración general es marrón oscuro. Además, tiene una cabeza relativamente corta, un poco más larga que la parte inicial del tórax de un insecto, y ojos pequeños.

Otros datos, como el sitio preciso de su captura, distribución y comportamiento no fueron detallados, posiblemente porque cuando se hizo el depósito de los individuos no se anotó la información suficiente. Tampoco se hizo referencia a si fueron anotados con otro nombre u otra condición. Por ejemplo, hay vinchucas que viven en los árboles, otras en la tierra; salen de noche a alimentarse, unas se alimentan de aves y otras de mamíferos.

Dependiendo si pican o no al hombre, son mejores o peores candidatas para ser vectores del Trypanosoma cruzi, el parásito que provoca la enfermedad de Chagas, que según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), afectaría a más de medio millón de bolivianos.

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La importancia de saber más

Eddy Martínez, docente investigador del Instituto de Investigación en Salud y Desarrollo (IINSAD) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), experto en enfermedad de Chagas y en los insectos que la transmiten; asegura que en Bolivia hay más de 20 especies de vinchucas identificadas.

La descripción de una nueva es muy importante, primero porque se está incorporando una nueva especie en el mundo científico y es parte de la biodiversidad de Bolivia; segundo, porque el género Rhodnius habita principalmente en la selva, en las palmeras. Por tanto, puede picar a mamíferos como los monos, comadrejas o ciertos roedores, y transmitir el parásito entre estos animales. También puede picar a aves, pero estas no se infectan.

El equipo de investigación del IINSAD, dirigido por Martínez, descubrió que, debido a la deforestación en Bolivia, Rhodnius stali –otra especie de vinchuca similar a Rhodnius micki, que es exclusivamente selvática en Brasil- se estaría adaptando parcialmente a las viviendas en la región de Alto Beni (trópico de La Paz) transmitiendo la enfermedad Chagas al hombre y a mamíferos domésticos; algo que antes no ocurría.

“Debido a la construcción de casas precarias donde antes había árboles, los insectos pierden su fuente de alimento por la huida de los animales silvestres y ¿dónde van a buscarlo? En las casas, dándose la transmisión”, explica Martínez. Algo similar podría pasar en el futuro con Rhodnius micki, considerando la creciente deforestación en nuestro país.

Actualmente el citado equipo de científicos trabaja sobre otra especie, Rhodnius robustus, que también vive en palmeras. Este insecto, como los otros, cuando pica a los animales, llena su abdomen y defeca sobre ciertos frutos de las palmeras. Como ejemplo, hace diez años se presentó un brote de transmisión de enfermedad de Chagas aguda en una comunidad de Guayaramerín (Beni), habiéndose identificado que estuvo relacionado al consumo del extracto del fruto de la palmera Oenocarpus bataua, conocido como “leche de majo”. Las personas que enfermaron con Chagas agudo, habian bebido este producto contaminado.

En este caso, la transmisión se dio por el mal lavado del fruto, no así por otros factores. Saberlo ayudó a promover el consumo con la higiene adecuada, ya que el majo es un excelente antioxidante, rico en nutrientes y es recomendable promover su aprovechamiento con buenas prácticas, para prevenir riesgos.

La especie Rhodnius micki pudiese estar relacionada también con este tipo de transmisión y eso debe ser estudiado. Además, en la medida que ocurra más deforestación tanto en Santa Cruz como en Beni y Pando, “no solamente debe preocuparnos el calentamiento global, el cambio climático, sino el surgimiento de nuevas enfermedades, como es el caso de la COVID-19. Otras enfermedades pueden emerger en América por el daño a la naturaleza y eso es lo que estamos investigando”, advierte el experto.


El reto para investigadores bolivianos

Imagen extraída de la publicación científica.

Jaime Rodríguez, biólogo del Laboratorio Boliviano de biota y Desarrollo, y expresidente de la Sociedad Boliviana de Entomología, ve falta de apoyo a la investigación en el país, mucho más cuando se trata de insectos. En casos como el de la nueva especie, el estudio es vital, porque incluso puede ayudar a reducir la tasa de Chagas, que aun cuando bajó en los últimos años, continúa siendo alta, según un reporte de la OPS.

“Si no estudiamos (a la nueva especie), no podemos saber si está infectada con el parásito (del Chagas). Solo sabemos que se colectó en Santa Cruz, posiblemente en Saavedra, su morfología, y nada más”, manifiesta Rodríguez.

Explica que la investigación de insectos es tan importante como la de cualquier otro animal porque estos cumplen funciones en los ecosistemas como predadores, controladores biológicos e incluso como reguladores de poblaciones al transmitir enfermedades, como es el caso de las vinchucas.



Al respecto, Stephanie Depickere, investigadora francesa en taxonomía de vectores de la UMSA, coincide con la necesidad de hacer más estudios para ver dónde está Rhodnius micki y si ya tiene contacto con la población.

Desde su experiencia, cuenta que en Bolivia se ha trabajado en el Programa Chagas desde los años 90, pero dicha labor se focaliza en la especie dominante –Triatoma infestans– que está en viviendas del 60 por ciento del territorio nacional. De hecho, hay municipios de dos departamentos declarados libres de Chagas hasta el momento, en La Paz y Potosí, según el Ministerio de Salud.

Pero, urge seguir investigando para ver qué especies que viven en el medio silvestre pueden adaptarse a lugares habitados por el hombre.

El equipo de Martínez trabaja sobre el Chagas en zonas amazónicas, por lo que es probable que encuentre Rhodnius micki, ahora que se conoce su presencia y descripción. Así, otros resultados podrán aportar a conocer más aspectos sobre esta especie, sobre todo para contribuir a la biomedicina boliviana y a la prevención y control de la enfermedad de Chagas, una de las enfermedades más importantes de Bolivia.   

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