Adán Justiniano (67 años) se dedica al reciclaje de residuos desde que la pandemia por Covid-19 lo dejó sin empleo. Hasta hace un par de años, era fotógrafo de acontecimientos sociales, y ahora recorre las calles aledañas al Parque Industrial con su moto adaptada. De esa manera y el apoyo de su esposa, paga los estudios de su hija Mariana (18 años), quien quiere ser diseñadora gráfica. En su tiempo libre, ella también apoya a sus padres en la selección de los materiales.
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Un pequeño relax antes de empezar las clases. Andrés Zegarra (25 años) está por concluir la carrera de Ciencias de la Educación en la Universidad Gabriel René Moreno. Con lo que sabe, ahora apoya a niños de entre 4 y 13 años en las labores escolares. Tanto él como los pequeños son hijos de personas que se dedican al reciclaje. Una de las razones que lo llevó a brindar esta ayuda es la falencia que detectó en la enseñanza y la ausencia de los padres, ya que deben trabajar, y muchas veces no tienen el tiempo necesario para estudiar con sus hijos.
María José Osinaga (19 años) y Palmira Calima (37 años) tienen el mismo sueño: que la joven se convierta en la jefa de su propia empresa. Para ello, sus padres trabajan en el reciclaje y pagan sus estudios en una universidad privada. En esta foto se tomaron un tiempo para abrazarse. “Yo voy a lograrlo”, dice María José a Palmira, a manera de promesa.
Nohemí Hurtado (19 años) creció en medio de materiales reciclables. Su madre, Mary Franco, se dedica a este oficio hace más de una década. La joven quiere estudiar enfermería. Mientras, se dedica a ayudar en la selección de residuos.
Paola (izq.); su suegra, Mary (centro), y la hija de ella, Nohemí (Der.) son parte de una familia que se dedica al reciclaje. La señora empezó hace más de 20 años y junto a su esposo, pudo hacer estudiar a sus hijos. Ahora tiene la esperanza puesta en que Nohemí retome sus clases. “Yo no pude estudiar”, cuenta, porque sus padres murieron cuando ella era una niña y se vio obligada a trabajar desde los 13 años.
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