Teodosio Frías muestra el fruto de su trabajo en su huerto en Santiago de Chuiquitos. Foto: Yuvinka Gareca

Los sucesos político-sociales de 2019 tras las elecciones presidenciales y la pandemia mundial, que llevó a un confinamiento total en Bolivia en marzo del año pasado; pusieron en evidencia la necesidad de buscar alternativas frente a la escasez de alimentos. Estos períodos, además, mostraron una creciente especulación de precios, al extremo que, en algunas ciudades, se llegó a pagar hasta cinco veces más por un kilo o una libra de tomate, por ejemplo.

La respuesta a lo que se prevé en el futuro con el cambio climático, más pandemias y una realidad que no será la misma por la crisis económica de COVID-19 ha impulsado los huertos urbanos, como respuesta para garantizar la seguridad y soberanía alimentaria.

Lorenzo Chiovoloni, experto en agroecología, explica -además- que tener una huerta en casa ayuda a entender la complejidad, el tiempo y el esfuerzo detrás del alimento que consumimos. A la vez le da valor a un alimento inocuo y sin agroquímicos que terminan dañando la salud del ser humano, la de los ríos, acuíferos y hasta el aire que respiramos.

“Las huertas urbanas son un acercamiento a entender el origen de nuestra comida, pero más allá de eso está la agricultura urbana y periurbana”, dice.

Esto último se refiere al conjunto de prácticas agrícolas ubicadas dentro de los límites urbanos y zonas aledañas a las ciudades, con un manejo orgánico y ecológico. Se puede practicar de diferentes formas y en diferentes espacios. “Busca que un pueblo, una ciudad, una nación decida cómo se va a alimentar. Que no necesite importar semillas del exterior para tener una alimentación de calidad”.

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La situación de Bolivia y el mundo

A nivel nacional, la Ley de la Madre Tierra y la de Producción Ecológica promueven estas prácticas en teoría, pero no así en la práctica, según ve Chiovoloni. Al contrario, por su experiencia laboral se topó con comunidades indígenas y campesinas que se entregaron a una producción convencional de maíz o soya, por ejemplo, para vender sus productos a precios muy bajos. Al final -observa- dejan de sembrar para sí mismos y el suelo pierde esa fertilidad al usar agroquímicos.

A nivel mundial la expansión de la agricultura urbana y periurbana es una experiencia que se practica en muchas ciudades como Lima, en Perú, o Rosario, en Argentina. En países de Europa ahora ya se busca una cercanía mayor entre productor y consumidor, para lograr una agricultura apoyada por la comunidad.

En ese contexto, este sábado 20, en el Museo Artecampo de Santa Cruz, ubicado en el tercer anillo externo de la avenida Roca y Coronado, Lorenzo impartirá un taller teórico-práctico de huertas urbanas ecológicas. Solo hay diez cupos y el costo es de Bs 130, que incluye plantín, fertilizante y otros materiales. Para mayor información, se puede llamar al 78138984.

Durante tres horas, se aprenderá la importancia de la agricultura urbana, qué es la agroecología, cómo producir una huerta en casa, ya sea en una maceta, un departamento o jardín, y la importancia del suelo, entre otros temas. También el manejo de plagas de forma ecológica. La invitación es para personas sin límite de edad.

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