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Rocío Lloret Céspedes/ Fotos: Fundación Alternativas

Parecía una locura. Cultivar hortalizas a 3.600 metros de altura, en un terreno empinado e inestable que sepultó personas y casas en dos oportunidades, y que luego se volvió intransitable por la delincuencia. Seis años después de iniciar la hazaña, 40 familias dan fe que es posible consumir verduras por ellas mismas.

Este huerto urbano, único por su dinámica en Bolivia, está en el barrio Cotahuma de La Paz. Hasta antes de 1996, en este lugar había casas precarias y vecinos que solían lavar su ropa en las vertientes aledañas. Una madrugada de abril un alud sepultó todo aquello y, al menos, 18 personas perdieron la vida. El lugar se convirtió en camposanto, porque muchos cuerpos no fueron recuperados. Años después hubo otro hecho similar, por lo que finalmente el terreno quedó desolado, porque para la Alcaldía paceña es “una zona negra” (inestable). Antisociales y bebedores consuetudinarios se apoderaron entonces del espacio, así que circular por ahí era un riesgo alto.

Con esas características no fue difícil para la Subalcaldía acceder al pedido de la oenegé Alternativas. Su directora ejecutiva, María Teresa Nogales, estaba en busca de un terreno para ejecutar la idea que tenía en mente. Mariela Rivera, agrónoma que se sumó al desafío, cuenta ahora a manera de anécdota que cuando la politóloga le habló de su proyecto, pensó que era una locura. “Aquí no va a dar ni un haba”, respondió.

Ahora hay más de 30 variedades de verduras, algunas de ellas poco conocidas como la zanahoria morada o el nabo japonés. En 800 metros, cada familia tiene 16 metros para cultivar las hortalizas que prefiera. Los miembros del equipo le dan asesoramiento técnico, semillas y, de ser necesario, herramientas. El único compromiso que debe cumplir el vecino/a es hacer un trabajo previo de voluntariado, para conocerlo mejor. Luego debe visitar su huerto una vez por semana o avisar si tiene algún contratiempo.


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Contentos, los cultivadores muestran sus cosechas de nabos, coles y otras verduras.

“Cuando recién empezamos, se sumaron cinco vecinos. A los tres meses, con las primeras cosechas, aumentaron. En el primer año teníamos 20 y para el segundo, 40”, recuerda Mariela.

Con esa experiencia, aumentaron una plataforma adicional a la que habían dispuesto y hoy en día 40 familias tienen su espacio.

Un propósito mayor

Muchas veces los niños que visitan este huerto piensan que las verduras vienen del mercado o el súpermercado. Aquí aprenden sobre cultivo.

El Huerto Urbano Lak’a Uta (casa de tierra en aymara) le cambió la cara al barrio de Cotahuma. Gracias a él, el Gobierno Municipal de La Paz luego hizo un espacio verde que lleva el mismo nombre. Así se recuperó una zona considerada “roja” por los asaltos y robos, para convertirla en un paseo familiar.

Pero, además, dio lugar a la Ley Municipal 321, para la Promoción de Huertos Urbanos, promulgada en 2018. En ella se permite adoptar espacios abandonados y recibir asistencia técnica para aprender a cultivar alimentos.

El año pasado, la junta vecinal del barrio Bajo Següencoma, al sur de La Paz decidió usar parte de su POA (Presupuesto Operativo Anual) para hacer su propio huerto. Aunque no tiene la dinámica de Cotahuma, es una réplica de lo que se inició en 2014.

“El huerto urbano es uno de los mecanismos más importantes para garantizar el derecho a la alimentación de las personas, también para garantizar la seguridad alimentaria. Cultivar tus propios alimentos garantiza tu derecho a la alimentación”, recalca Mariela.

En esa línea, Alternativas se ha convertido en un referente de políticas públicas, agricultura urbana y educación.

Hasta antes de la pandemia, a este lugar llegaban familias, estudiantes y gente de a pie, ansiosa por conocer cómo se había montado esta iniciativa tan particular, en un cerro empinado desde el que se ve la hoyada paceña.

Los voluntarios entonces aprovechaban para hablar de las ventajas, contar sus experiencias y mostrar que es posible tener un huerto incluso en un departamento. “De hecho, el 70 por ciento de la producción no se hace en invernadero, porque queremos mostrar que es posible hacerlo de esta manera, sin necesidad de gastar tanto”.

Una alternativa postpandemia

Lo recomendable es tener hortalizas, hierbas e infusiones.

Aunque actualmente en L’aka Uta no solo hay vecinos de Cotahuma, sino de distintos barrios de La Paz, los lugareños son los que mejor aprovechan las verduras. Durante la crisis política posterior a las elecciones presidenciales de 2019, las personas del barrio no sufrieron la escasez de alimentos. Actualmente y como la movilidad todavía es restringida, sucede lo mismo.

“Yo por ejemplo vivo en Alto Pampahasi (al otro extremo) y no puedo llegar a mi huerto, pero le pido a los vecinos que están cerca que puedan repartir lo que obtengan, así también ayudan a otros”, dice Mariela.

La idea es que mediante estos huertos, las personas aprendan a aprovechar el mínimo o máximo espacio que tengan. Esto será vital una vez superada la crisis de Covid19, ya que se estima que la pobreza extrema será una de las consecuencias más graves (de las muchas) que dejará el virus. Tener una posible solución, es ya una esperanza.

En la página de Facebook https://www.facebook.com/HuertoOrganicoLakaUta se puede acceder a videos, tanto en idiomas originarios como lenguas extranjeras, para conocer más sobre como incursionar en cultivar tus propios alimentos.  Aquí compartimos algunos ⤵⤵

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