El anta (Tapirus terrestris). / Foto: Foto: © Hugo Santa Cruz
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La Región / Foto referencial de archivo: Hugo Santa Cruz

La caza indiscriminada de animales silvestres es uno de los grandes problemas que se enfrenta en las zonas donde los incendios fueron controlados. Es el caso de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural y Área Protegida (UCPN) Tucabaca, en Roboré.

Richard Rivas, director del área protegida, denunció una “caza criminal” de especies que, ante la sequía que hay en la zona, salen a buscar agua en riachuelos y pequeñas pozas; oportunidad que es aprovechada por sujetos que los capturan.

Semanas atrás, parte de este territorio de más de 262 mil hectáreas fue afectado por incendios forestales voraces. Aunque por el momento, el fuego fue controlado, continúa la alerta ante posibles rebrotes.

En ese contexto, Rivas lamentó que haya personas que aprovechen esta situación para afectar a la vida silvestre del lugar. “En dos puntos se ha encontrado plumas de pava mutún, cueros de anta o tapir y vísceras frescas de venados o urinas”, dijo.

Se teme que esta situación se esté dando en varios sitios que ya viven la etapa del postincendio, debido a que se espera que la sequía prevalezca hasta septiembre.

Ante la situación, la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) y Armonía se sumaron al llamado a la consciencia para que estos cazadores no aprovechen la situación para lucrar con la desgracia.

Al respecto, Rivas adelantó que dentro de la UCPN, su jurisdicción, se pondrá puntos de control y los guardaparques intensificarán su trabajo para dar con estas personas. “No puedo afirmarlo, pero nada raro que se haya incrementado la venta de carne de monte en las regiones donde se controló el incendio”, lamentó.

De encontrar a los cazadores, los custodios del área protegida tienen la potestad de quitarles las presas y convertirse en denunciantes. Este delito tiene una pena de hasta tres años de cárcel.

Mira el informe del director de la UCPN Tucabaca

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