Opinión
Ceiba camba, la especie que siempre estuvo ahí hasta que la vieron tres amantes de la ciencia

Cuenta la historia que, cierto día, Isaac Newton (Reino Unido, 1643-1727) se encontraba bajo la sombra de un manzano, cuando un fruto de este árbol le cayó en la cabeza. Tal anécdota le dio la primera idea de lo que a la postre se convertiría en la ley de la gravedad.

Aunque hoy en día se cuestiona la veracidad de esta popular hazaña, lo cierto es que muchas veces los hallazgos de la ciencia tienen mucho de casualidad, pero también un resto de voluntad.

En Bolivia, uno de los pocos países de la región que no cuenta ni con un Viceministerio que apoye la investigación en cualquiera sea el área, tales situaciones también son posibles, y —por fortuna— también hay quienes se convierten en “Newtons” para perseguir explicaciones y verdades.

En febrero pasado, la ciencia acaba de reconocer una nueva especie de árbol toborochi, tras seis años de estudios de un grupo de investigadores, que un día salieron a colectar hojas y peces, y se dieron cuenta de que no todo es lo que parece.

Hasta entonces, marzo de 2018, aquellos árboles de flores rosadas que dan la bienvenida a propios y extraños en época seca en Santa Cruz de la Sierra, figuraban en los textos de botánica como Ceiba speciosa. Pero bastó que Heinz Arno Drawert (investigador de peces), Juan Carlos Catari (biólogo) y Alejandro Angulo (biólogo), se detuvieran a mirar las hojas con detenimiento, para darse cuenta que se trataba de algo nuevo.

Aquella historia, que en realidad es fruto de una de las tantas salidas al campo que realizan estos investigadores, le ha valido a este toborochi el reconocimiento de una nueva especie llamada Ceiba camba, porque se distribuye principalmente en el oriente boliviano.

Más allá de la alegría, que permitió que autoridades de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno “brotaran pecho”, queda claro una vez más, que la ciencia en Bolivia se hace “a puro corazón”.

Los seis años que demandó el estudio, los expertos viajaron a cuanto rincón vieron necesario para demostrar su hipótesis; todo aquello con presupuesto propio. Y aunque durante la presentación en el Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, dependiente de la Universidad Grabriel René Moreno, el Vicerrector expresó su orgullo por el hallazgo; no faltó uno de los presentes que sugirió que además de palabras de apoyo, no estaría demás asignar montos para pagar a estos héroes de las flores rosadas.