La ubicación del Pantanal boliviano, parte del Gran Pantanal, lo ha convertido en una suerte de tierra de “anhelo de progreso” dentro de un territorio ecológico de importancia mundial. Esa situación geográfica, en la que la gran pregunta será siempre: ¿qué es más importante, el agua o la riqueza monetaria?; tiene a este bioma en una vulnerabilidad total, ya que enfrenta intereses nacionales con los ambientales.
Si analizamos lo que allí sucede, como se hizo en este especial, veremos que muchas de las acciones que se están tomando, ya ni siquiera ponen en tela de juicio la necesidad de pensar en sostenibilidad. Si bien los proyectos de megaobras como carreteras, hidrovías y ampliación de líneas férreas todavía están en papeles, se ejecuta otras obras incluso dentro de un área protegida de importancia mundial, como lo es el Parque Nacional y Área de Natural de Manejo Integral Otuquis.
Es evidente que, ante la mediterraneidad del país, la salida de productos de exportación como la soya por el río Paraguay siempre será un tema “de importancia nacional”, pero lo es también el hecho de que Pantanal es un paisaje ecológico altamente vulnerable. En una era de sequía e inundaciones, no es posible de seguir pensando únicamente en progreso, sin mirar los impactos, y pensar en mitigaciones.
Por otra parte, el esfuerzo que hacen guardaparques las dos áreas protegidas que están dentro de Pantanal (Otuquis y San Matías) es digno de reconocer porque se enfrentan a serias amenazas con pocos recursos. Esto último es también una tarea pendiente, porque el Estado no ha sabido responder a la necesidad de precautelar la riqueza natural del país. En el caso de Otuquis, en su interior se encuentra Puerto Busch (uno de los puertos de exportación) y se construye un acueducto que llevará agua a la Megaplanta de explotación de hierro del Mutún. Ello implica la circulación de camiones y vehículos por el único camino que atraviesa el territorio en reserva, lo cual pone en alto riesgo a la fauna que por allí circula.
Con todo y pese a la sequía que azota la zona hay dos halos de esperanza en toda esta historia. Por un lado, expertos todavía ven buen estado de conservación en cuanto a biodiversidad, y por otro, comunidades como Motacusito nuevo han decidido apostar por el turismo comunitario para demostrar que es posible generar recursos y cuidar la naturaleza. Es más difícil, se tarda más, pero a la larga, la recompensa pasa por no tener que lamentar la falta de agua, entre otros.