Copaibo, el “oro líquido” de una comunidad indígena chiquitana

Los habitantes de El Rancho, en San Javier, encontraron en el aceite de este árbol una alternativa sostenible para mejorar su economía y conservar su bosque. Ya iniciaron el proceso para convertir su territorio en área protegida comunal.

Un comunario de El Rancho extrae el aceite de copaibo en la reserva de su comunidad. Foto: Doly Leytón Arnez

En medio de un bosque tupido, diez hombres en fila ingresan como hormigas por una estrecha senda. Algunos con machete en mano; otros, con un bolso que contiene una botella de plástico cortada por la mitad, cinta aislante, alicate y otras herramientas. De pronto, cada uno se para frente a su respectivo árbol. Colosales especies atravesadas por un tubo de plástico en el corazón del tronco. Una vez en posición, cada hombre abre lentamente el pequeño tubo sellado con una tapa de rosca, a la espera que fluya el aceite de copaibo: viscoso, de color amarillo opaco y un olor penetrante. 

La escena se repite una vez al mes en El Rancho, una comunidad de la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Monte Verde, a 50 kilómetros de San Javier y a 228 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra. Esta, al igual que otras comunidades chiquitanas, cosechan la resina para venderla, ya que tiene muchas propiedades medicinales.

Se trata del Copaibo Chiquitano (Copaifera langsdorffii). Estudios químicos y farmacológicos le atribuyen acciones desinflamantes, analgésicas y cicatrizantes debido al Cariofileno, ampliamente utilizado en la industria farmacéutica. Las investigaciones indican que es el producto natural con mayor presencia de este elemento en el mundo, con el 50 por ciento de su composición. Otro beneficio  es que no requiere industrialización porque brota del árbol, listo para su uso. 

Los pueblos originarios de la Chiquitania, en Santa Cruz, lo utilizan tradicionalmente para curar heridas y aliviar tos, resfríos, dolores causados por el reumatismo, artritis, dolor de huesos, muelas e inflamaciones, entre otros.

Por su fama de “santo remedio”, mucha gente lo busca para aliviar sus males, en especial ancianos y deportistas. 

Por ello, diversas instituciones apoyan emprendimientos comunitarios de aprovechamiento de este recurso. “El Copaibo se destaca por establecer una conexión entre la salud humana y la permanencia de los bosques en pie”, dice Javier Coímbra, uno de los autores de la Guía para la extracción del aceite de copaibo, publicada por la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC).

Lee también: Copaibo chiquitano, el analgésico y desinfectante natural que se abre mercado

Una vez al mes los varones de la comunidad ingresan al bosque para cosechar el aceite y agua de copaibo. Foto: Doly Leytón Arnez

Tanto el agua como el óleo que emanan de esta especie son una alternativa sostenible para mejorar la economía de familias chiquitanas y así evitar la migración a la ciudad en algunos casos. También permite disminuir la dependencia económica exclusiva del trabajo jornalero en las grandes haciendas o de la actividad agropecuaria a pequeña escala, que muchas veces se ve afectada por condiciones climáticas adversas, como las sequías y heladas que dañan la producción. 

Patricia Patiño, de la Asociación Civil Apoyo Para el Campesino-indígena del Oriente Boliviano (Apcob), detalla que un árbol produce entre un cuarto y un litro de aceite por año. El precio de venta fraccionado, envasado y etiquetado fluctúa entre Bs 12 y 15, por frasco de 15 mililitros. Un litro puede generar hasta Bs 1.000.  En el caso de El Rancho, por motivos que aún no se han identificado, los árboles de su reserva producen hasta un 300 por ciento más de resina que en otras zonas de la Chiquitania.

Lee también: Mujeres de una comunidad vencen miedos y ven una oportunidad en la producción aceites...

Rolando Chuvé, presidente de la comunidad indígena, cuenta que desde hace varios años tienen en el copaibo un aliado para generar recursos adicionales a la venta de quesos, frutas y la ganadería. “Aquí cada familia tiene como diez vaquitas, plantas de papaya y plátanos, que es con lo que vivimos. Pero todos trabajamos con el copaibo: los hombres extraemos agua y aceite, y las mujeres lo envasan y transforman en champús y cremas”.

Ellos tienen días específicos para la cosecha comunal y la producción. Cuando ello sucede, las señoras dejan sus familias los sábados y los hombres lo hacen, una vez al mes.

La comercialización del aceite y sus derivados, como champú, jabones, ungüentos, tiene un alto margen de utilidad. Solo con la transformación, las utilidades se incrementan en un 50 por ciento.

Estos son los productos que elaboran las mujeres de El Rancho. Foto: Nelson Pacheco.

Además es un negocio amigable con el medioambiente porque hoy en día se aprovecha el árbol durante varios años, sin dañarlo. Hace décadas, se hacía un corte profundo con hacha hasta el corazón del árbol para extraer el agua y aceite, causando así un daño irreversible. Si bien la madera se aprovechaba, en muchos casos ya no había oportunidad para una próxima cosecha.

“Las necesidades humanas para un producto de este tipo superan los miles de toneladas de copaibo al mes. El árbol es un laboratorio químico que entrega la medicina lista para usar, sin adulteración, sin ningún tipo de proceso que dañe el producto que es  natural y efectivo, sin contraindicaciones”, afirma Coímbra.

 Si bien hay un potencial mercado, hoy en día la única comunidad que se beneficia de forma permanente de este producto es El Rancho, porque posee una reserva con cientos de árboles, ubicados muy cerca unos de otros, lo que garantiza mayor capacidad de recolección. Actualmente aprovechan 236 copaibos que tienen marcados en una zona de 48 hectáreas.

Comunidades chiquitanas como Santa Mónica, Río Blanco, El Carmen, (Concepción), Quitunuquiña y Santiago de Chiquitios (Roboré), entre otras, también trabajan con este producto, pero a menor escala.

Para Coímbra, la clave para mejorar la economía de estas comunidades y satisfacer la demanda creciente por el producto es ejecutar proyectos comunales de reforestación y plantaciones forestales con copaibo, para fines de uso mixto: aprovechar la madera si este no tiene resina o extraer el oro líquido; un “oro líquido” que beneficiaría a muchas personas.

Datos de contacto para adquirir los productos de El Rancho

Oficinas de Apcob en Santa Cruz: Calle Alfredo Jordán N°79ª (entre Ingavi y Av. Landívar) / Teléfonos: 591-3 358-2669 y 351-0912
Concepción +591- 690 27360

Lee también:


La primera área protegida comunal de Bolivia se gesta en la Chiquitania

La comunidad indígena El Rancho, en San Javier, busca proteger un bosque rico en árboles de copaibo, de donde emerge un poderoso aceite medicinal. La zona, de 500 hectáreas de extensión, es también el hogar de 76 especies de animales silvestres, sobre todo mamíferos, que se encuentran bajo alguna categoría de amenaza.

Leer más

Lee también:


¿Cómo financiamos nuestro trabajo ?

La Región depende de lectores como vos, que apoyan la existencia y sostenibilidad de un periodismo útil, de calidad y más humano. En tus manos está que se conozca la situación medioambiental y de ecoturismo de Bolivia, con noticias, historias e investigaciones que se hacen posibles gracias a tu aporte. Dale click aquí para saber más o llámanos al (591) 70079347