La primera área protegida comunal de Bolivia se gesta en la Chiquitania

La comunidad indígena El Rancho, en San Javier, busca proteger un bosque rico en árboles de copaibo, de donde emerge un poderoso aceite medicinal. La zona, de 500 hectáreas de extensión, es también el hogar de 76 especies de animales silvestres, sobre todo mamíferos, que se encuentran bajo alguna categoría de amenaza.

Cuando la Asociación Civil Apoyo Para el Campesino-indígena del Oriente Boliviano (Apcob) presentó un proyecto para enseñar a producir derivados de aceite de copaibo a la comunidad chiquitana El Rancho, encontró a un grupo de 15 familias que tenían un fin mayor: convertir su bosque de árboles de esa especie en la primera área protegida comunal de Bolivia.

A 50 kilómetros de San Javier, en la Tierra Comunitaria de Origen (TCO)  Monte Verde, se encuentra dicha reserva natural rica en árboles de Copaibo Chiquitano, además de otras especies de flora y fauna. Actualmente la comunidad aprovecha 48 hectáreas, donde se ha censado e identificado con placas a cada individuo. El óleo que se saca del corazón del tronco es una poderosa medicina natural con propiedades analgésicas, cicatrizantes y desinflamantes, entre otras. También provee un líquido que es utilizado para la producción de derivados como champú y cremas.

Por determinación de los comunarios y el aparente tesoro hallado en la zona, la oenegé incluyó la iniciativa al proyecto de “Beneficios no Relacionados con el Carbono”, que lleva adelante en esta comunidad y otras de la Chiquitania, con el fin de mejorar los medios de vida de las personas, ayudar en la mitigación y adaptación al cambio climático, entre otros.     

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“Fue sorprendente encontrar a toda una comunidad convencida de la importancia de proteger el bosque, no solo porque los árboles les permiten generar recursos económicos, sino por conservar los animales silvestres que allí habitan”, dice Patricia Patiño, ejecutiva de Apcob.

El primer paso para concretar la declaratoria de área protegida fue hacer un estudio. Así, con el apoyo de profesionales del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, se determinó que la reserva es muy diversa. En el lugar hay más de 61 especies de plantas, 12 de anfibios, 14 de reptiles, 35 de aves y 15 de mamíferos.  Entre los mamíferos grandes se identificó la existencia del jaguar (Pantera onca), cuya presencia es un indicador de buen estado de conservación del bosque.

Así se extrae el aceite de los árboles de copaibo.

La zona también es un refugio natural de animales durante la época de sequía y de incendios forestales, porque posee lugares donde se acumula agua y salitrales, gracias a la humedad y alimentos que genera el bosque.

Otra característica de este terreno es que los árboles producen un 600 por ciento más de aceites esenciales puros que los que se encuentran en otras zonas de la Chiquitania. Además, se descubrió que existen dos especies que se aprovechan de forma sostenible: Copaifera langsdorffii y Copaifera reticulata.

En general, el copaibo se encuentra disperso en el Bosque Seco Chiquitano y en algunos manchones en diversas zonas. Este sería el segundo sitio de importancia con mayor cantidad de árboles en un solo territorio. El primero es la Reserva Municipal del Copaibo, ubicada en la zona norte de Concepción. Sin embargo, en ese lugar, las comunidades migrantes asentadas no demostraron interés en su conservación u aprovechamiento, según Patiño.

 “La idea de proteger la tenemos desde 1998. Nosotros queremos declararlo (área protegida) para que se respete el lugar y se pueda mantener la planta del copaibo y otras medicinas que se encuentran como isiga -que hay en grandes cantidades- y otros más. Nosotros decidimos no chaquear ni talar hace muchos años. Por eso pedimos a la organización que nos apoye para el estudio, para que se pueda preservar, por nuestros animales más que todo”, dice Rolando Chuvé, presidente de la comunidad indígena El Rancho.

Respecto al proceso de declaratoria, Miguel Ángel Jerez Pereira, técnico del proyecto de Apcob, explica el camino elegido para proteger el área es por la vía del Gobierno Territorial, en este caso el de Monte Verde. Los gobiernos territoriales indígenas, bajo sus normas, pueden declarar reservas dentro de sus comunidades, por eso se busca la aprobación ante esta instancia y no así mediante otros gobiernos intermedios o el Nacional. “La ley general de Áreas Protegidas contempla también la creación de áreas protegidas comunales dentro de territorios indígenas, pero aún no tiene una reglamentación. Sin embargo, ellos pueden hacer la declaratoria bajo las normas de su gobierno”, aclara.

Previo a la presentación de la iniciativa a las autoridades indígenas, está pendiente hacer una zonificación. En los próximos meses se definirá las áreas para el manejo forestal de aprovechamiento del copaibo, las de conservación e intangibilidad y los sitios para implementar sistemas agroforestales.

Entre los beneficios de la declaratoria de la “Reserva Comunal de Manejo Integrado El Rancho” están la restricción de chaqueos, caza y aprovechamiento sostenible del aceite de copaibo. Además, la comunidad podrá aplicar a más apoyo de organizaciones que incentivan el cuidado de los bosques y el desarrollo de comunidades que viven en armonía con el medio ambiente.

Se espera que hasta fin de año los pobladores de El Rancho cumplan con su anhelado sueño. “Esta declaratoria no será solo de beneficio para nuestras familias, sino que servirá como ejemplo para que otras comunidades indígenas del país puedan inspirarse para cuidar su riqueza natural en sus territorios”, dice Sandro Macoñó.  

Datos de contacto para adquirir los productos de El Rancho

Oficinas de Apcob en Santa Cruz: Calle Alfredo Jordán N°79ª (entre Ingavi y Av. Landívar) / Teléfonos: 591-3 358-2669 y 351-0912
Concepción +591- 690 27360

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Los habitantes de El Rancho, en San Javier, encontraron en el aceite de este árbol una alternativa sostenible para mejorar su economía y conservar su bosque. Ya iniciaron el proceso para convertir su territorio en área protegida comunal. Leer más


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