La bióloga boliviana que crea réplicas de animales en peligro de extinción y educa para promover su conservación

Ninostka Burgoa elabora réplicas de especies de animales en peligro de extinción. En talleres para niños no solo habla de los beneficios que representa cada animal, sino que les enseña a hacer su propia pieza.

Ninostka hace los retoques finales de un mono tití, luego de cuatro horas de taller. Foto: Rocío Lloret Céspedes.

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La Región

¿Así está bien? Con la ansiedad de los siete años, Alonso le muestra el peluche de un anta que acaba de hacer a la “profe”. Ahora sabe que este mamífero es conocido como “arquitecto del bosque” porque va haciendo senderos y que vive cerca de pantanos y ríos. No ha visto nunca uno en su vida, pero entiende la importancia que tiene para dispersar semillas al alimentarse, por ejemplo.

Él y varios niños de Santiago de Chiquitos, una comunidad de Roboré (Santa Cruz) participaron de un taller de elaboración de peluches que imparte la bióloga Ninostka Burgoa, como parte del Conservarte 2020. Desde hace más de un año, esta iniciativa –de educar y enseñar a los niños con estas piezas didácticas- la ha llevado a recorrer ciudades y poblaciones, incluso gracias a un crowdfunding, que es un mecanismo colaborativo para recolectar fondos con fines nobles. De esa manera este pequeño curso llegó a Buena Vista el año pasado.

Durante el festival Conservarte 2020, esta niña hizo su propio delfín de río o bufeo. Foto: Doly Leytón Arnez

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La iniciativa en realidad es el complemento a una que surgió hace más de seis años. Una noche, Ninostka tenía insomnio y se le ocurrió que podía hacer unos aros o aretes del chancho del chaco. Luego hizo un venado andino (taruca) y así otras especies en peligro de extinción o poco conocidas. De a poco fue perfeccionando la técnica hasta lograr réplicas exactas petrificadas en miniatura, incluso con los colores exactos para lucir en las orejas.

Años más tarde, en 2016, nacieron los peluches, por una necesidad que surgió en Ixiamas –norte de La Paz- para mostrar la diferencia entre dos especies de murciélagos. “Para mí fue un desafío”, cuenta ahora, pues en ese momento no tenía idea ni de costura, menos de elaboración de peluches. “Le puse tanto cariño que la gente dijo: ‘se parece mucho’ (al mamífero). Tuve que ir a la Colección Boliviana de Fauna y ver los murciélagos muertos, jamás en vida había tocado uno vivo. Le puse mucho amor y ahí se lanzó la cosa de los peluches. La idea era que además de la venta sean utilizados para educación. Que la gente sienta que son suavitos, que no son terroríficos”.

El catálogo de la firma incluye antas, capibaras y otros mamíferos. Foto: Artika

Aunque parece fácil, actualmente elaborar un murciélago desde cero implica dos días de trabajo, porque se piensa desde las garras hasta las orejas, que son de silicona. El material, excepto la tela, es totalmente boliviano e incluso la porcelana que lleva es preparada por la bióloga.

En el taller de Artyka, la marca que creó Ninostka para estos productos, hasta ahora se crearon casi 30 especies de animales de peluches y 80 en aretes, que incluyen también flora. Aunque al principio la gente no entendía el fin, que es concienciar sobre la importancia de preservar la biodiversidad; ahora esta especialista en educación para la conservación participa de ferias e imparte los talleres mencionados a niños mayores de siete años.

“Al principio no pensé que podía vivir de esto, estaba en una maestría en Ecología y Conservación, me quedé sola con mi hijo y estaba asustada. Mi primer público fueron los biólogos y ahora mi público es todo el mundo que quiera conocer más sobre el país en cuanto a naturaleza. Se volvió una forma de vida, aunque al principio pensaba que era imposible”, cuenta.

Este emprendimiento, que empezó con Bs 50, creció paulatinamente, porque fue difícil lograr que se entienda el fin. “Cuando me presentaba a financiamientos, la gente no entendía que la visión era educar más que vender. Ahora quienes me rechazaron me invitan a ferias, pero nunca entendieron la visión que tenía, de educar más que vender”.

Aunque la perspectiva es amplia, para Ninostka siempre es más desafiante, porque debe compartir el tiempo de costura y elaboración con el rol de mamá.

Los resultados, en consecuencia, la suelen emocionar más que cobrar por un producto o un servicio. La emoción de un niño al ver su pieza acabada, por ejemplo, hasta puede arrancar una lágrima. “En Santa Cruz (el año pasado), en los talleres gratuitos vi cómo un niño saltaba al hacer un jaguar. Decía: ‘¡no lo puedo creer!’. Luego los mayores, que hicieron títeres montaron una obra de teatro para los más chiquititos, yo no sabía si llorar, mirar o quedarme parada”.

Para saber:

  • Los productos de Artyka se encuentran en su página de Facebook
  • También puede contactarse al teléfono:

+591 79126449 (haz click aquí para enviar un whatsapp).


Este es un artículo de nuestra serie #PequeñasAcciones. Aquí otras historias: 

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