Foto: Captura de video/ Cámatra trampa Armonía

Cuando se habla de Pauxi unicornis, un ave que solamente se encuentra en Bolivia, los expertos se refieren a ella como: “misteriosa”, “única”, “extraordinaria”, “pocas veces vista”, y una serie de adjetivos y descripciones que reflejan una lucha desesperada por encontrar a la especie para salvarla, porque se encuentra en peligro crítico de extinción según la UICN.

Por ello, desde hace muchos años -1998 para ser exactos- científicos y conservacionistas llevan adelante estudios y una búsqueda frenética de esta pava, también conocida como Pilisto o Pava Copete de Piedra en las áreas protegidas nacionales donde habita: Parque Nacional Amboró, Parque Nacional Carrasco y el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis).

En 2018 se logró ver al animal en Amboró y Carrasco, incluso se hizo una estimación de la población existente. Pero no sucedió lo mismo en el Tipnis, recuerda Tjalle Boorsma, director de programas de conservación de la Asociación Armonía. Sus habitantes dijeron que “había”, pero no se tenía registros ni observaciones concretas.

Sin embargo, como se trata de un bosque extenso poco perturbado (unos 7.000 kilómetros cuadrados de los 13.722 que tiene todo el Tipnis), los investigadores decidieron enfocarse ahí como el último refugio de la especie emblemática. Además, se analizó que existe mucha destrucción de su hábitat tanto en Amboró (Santa Cruz) como en Carrasco (Cochabamba).

Con esa idea, en octubre de 2019 se inició una cruzada por encontrar a Pauxi unicornis en el Tipnis; sin certezas, pero sí grandes posibilidades. En ese momento, la situación político-social del país era crítica y dado que a este territorio indígena se ingresa por Villa Tunari -una zona conflictiva- se tuvo que esperar a que volviera la calma. Cuando eso pasó, llegó la pandemia por Covid-19, que paralizó al mundo.

Lee también: Lucachi rojizo, nuevo estudio contribuirá a salvar a uno de los primates bolivianos más amenazados del mundo

Finalmente, en julio de 2020, con los cuidados necesarios para no contagiar a los pueblos indígenas y verificar que el equipo esté vacunado, se inició la expedición, que implicó caminatas de varios días monte adentro, con guías indígenas yuracaré y guardaparques del área protegida por delante. La odisea implicó subidas, bajadas, cruces de ríos, caídas desde serranías entre otras peripecias. Pero eso permitió a los expertos establecer diez cámaras trampa y 18 grabadores de audio en microhábitats, donde hasta ese momento, se sospechaba podía estar Pilisto.

“Fue todo un proceso. Primero entrar al área protegida con aprobación del Sernap, acercarse a las comunidades yuracaré, que es un trabajo que continúa. Ingresar al corazón del Tipnis, colocar cámaras trampa por todo lado y también grabadores de audio aparte para escuchar si está en partes donde no se ve en cámaras trampa”, dice Boorsma.

El campamento de los investigadores estaba a nueve horas de la comunidad más cercana caminando. De allí a las cámaras trampa -todo cuesta arriba- otras 24 o más. “Una locura”, admite.

Finalmente, tras una evaluación previa de dónde poner las cámaras trampa, evaluar el microhábitat, ver si el lugar es suficientemente plano como para que pase el ave o si hay un árbol con frutos cerca, de manera que pueda acercarse para comer; se instalaron los equipos.

Un descubrimiento asombroso

Noventa días después de aquel periplo, en octubre del año pasado, los investigadores volvieron para recoger resultados.

“No sabíamos qué íbamos a ver. Es una especie que nunca había sido filmada, solamente hay dos o tres fotos de esta ave en la vida silvestre, porque hay muy poco conocimiento de ella. Sabemos muy poco de su comportamiento y no conocíamos ni los sitios exactos donde se encuentra. El ave no se había visto en el Tipnis más que por personas de las comunidades, (nosotros) solo asumimos que era su último refugio”, recuerda el ecólogo.

Pero grande fue la sorpresa cuando se sacó las primeras cámaras… ¡Pum! Pauxi unicornis.

El 50 por ciento de los equipos registró al pájaro. Para un estudio científico de esta naturaleza, el hallazgo fue esperanzador, porque en muchos casos, el animal pasa a cien metros y no se queda frente a una cámara. Esta vez se registró 17 individuos, una cantidad significativa tomando en cuenta que es una de las especies más amenazadas de Bolivia. Se pudo hacer el conteo gracias a un método de medición de pico y copete. Teodoro Camacho, el coordinador del proyecto, tuvo el trabajo duro de evaluar las dimensiones de estas partes en cada imagen para establecer que eran diferentes individuos.

Lee más: ESTUDIO | La estrategia secreta de las hembras de jaguar para evitar el asesinato de sus crías

Ahora resta escuchar los audios captados (alrededor de un mes de audios) para tener más datos sobre la especie. Por ejemplo, así se supo que cuando el macho está en época reproductiva, emite sonidos más graves que se escuchan a mayor distancia, posiblemente, para atraer a las hembras. Y aunque no se pudo ver pichones, testimonios de comunarios dan cuenta que se observó adultos con al menos tres crías.

“Si vamos a perder un pájaro en Bolivia, es el Pauxi unicornis. Primero porque estimamos que la población es bastante pequeña. Segundo porque tiene un área muy restringida, y tercero, porque está la amenaza de destrucción de su hábitat, ya que el pie de monte (la zona donde vive) también es buen lugar para la producción agrícola”, lamenta Tjalle.

Pese a todo, el hecho que el Tipnis sea territorio indígena permite que ellos decidan proteger ciertas áreas. Tener estos resultados preliminares del estudio es un aporte para la ciencia, pero sobre todo ayuda a generar estrategias de conservación en conjunto con cinco comunidades, donde se supone hay presencia de la pava, pero también con colonos o interculturales que se asentaron en la zona durante los últimos años.

En ese contexto, el equipo de Armonía realizó entrevistas, cuestionarios y organizó talleres con dirigentes para trabajar un plan de acción para la conservación del ave. Así también se pretende mejorar la calidad de vida del pueblo indígena yuracaré.

Sobre la especie

De Pauxi unicornis se sabe poco hasta ahora. A inicios de la década de 2000 se desestimó que fuera la misma que hay en Perú: Pauxi koepckae. Un estudio estableció que eran dos especies diferentes, entre otras cosas, porque el copete del ave en Bolivia es mucho más grande y hay una distancia muy grande entre la distribución de uno y otro país.

Uno de los temas más complicados para estudiar pavas (familia Cracidae), es que es un pájaro grande, normalmente se encuentra por el suelo y es una de las primeras especies que se pierde en un ecosistema cuando hay perturbación de humanos. Por tanto, su presencia es un buen indicador del estado del bosque.

Pava Copete de Piedra es frugívora, pero también se la observó escargando tierra, posiblemente para. Buscar gusanos e insectos. En el Amboró, reportes locales dan cuenta que come frutos de árboles como almendrillo, jorori, ambaibo, uva de monte y achachairú, entre otros. Habita en bosques tropicales, principalmente en pie de monte andino, en un rango de 400 a 1.400 metros sobre el nivel del mar. Su distribución se limita a Cochabamba, Santa Cruz y posiblemente, Beni, específicamente a las áreas protegidas mencionadas. Su amenaza principal es la pérdida de su hábitat por deforestación y chaqueos o quemas provocadas, pero también la caza.

En el Tipnis hay pavas diferentes. Está Mutún con cuerno rojo, por ejemplo, pero tiene la cola café. En cambio, Pauxi unicornis, la tiene blanca. Su rol en el ecosistema es ser dispersora de semillas, pero recién cuando desaparece una especie se sabe a cabalidad el servicio que prestaba.

Todavía está en investigación si el ave migra, posiblemente, empujada por los fríos que llegan del sur a la zona.

Estrategias para su conservación

Una forma de generar ingresos alternativos para las comunidades indígenas es el aviturismo. Hay personas que pagan por ver aves endémicas o únicas de cada país, por ejemplo. Este es un tema que podría aplicarse en el Tipnis, entre otros que están en evaluación.

Todo esto, sin embargo, podría verse afectado de concretarse la construcción de la carretera Villa Tunari (Cochabamba) – San Ignacio de Moxos, Beni, que supuestamente quedó paralizada en 2018, pero que La Región observó en una incursión de septiembre del año pasado, continúa avanzando.

Aun así, la desesperada búsqueda de Pava Copete de Piedra continúa de la mano de conservacionistas que hasta ahora han logrado no solo registrar al animal, sino contagiar esa pasión a ciertas comunidades indígenas. Una de ellas, por ejemplo, pidió usar la imagen en sus uniformes de fútbol. En otro caso, ahora que los lugareños saben que tienen una especie única y en grave peligro, reportan los avistamientos, pero también denuncian cuando alguien tiene un individuo en cautiverio. Ya hay una apropiación para cuidar a la especie.

Lee también: Oso de Anteojos es captado por cámaras trampa en un área protegida de Chuquisaca

Quizá todo esto, se explica aquella “locura” de caminar horas de horas, con la ropa hecha jirones, por territorios jamás explorados y con un guía indígena que va abriendo camino; todo con el fin de buscar a un pájaro para salvarlo.

“Esta pasión que tenemos por la conservación hace que podamos hacer cosas bastante extrañas. Es sufrimiento, porque entrar por tiempos largos (al monte) y salir con tus ropas rotas, los pies desechos. A veces, caer por serranías, porque todo es resbaloso. Es realmente un trabajo duro, pero da mucha energía. Además, nosotros sufrimos con zapatos, mientras que tenemos a don Ananías, de una comunidad yuracaré andando con chinelas adelante, con machete, abriendo una senda. Es una oportunidad increíble, de compartir esas experiencias y recabar información para hacer un cambio verdadero”.

APÓYANOS


a

postamos por un periodismo independiente y eso solo es posible con tu aporte : haz una donación para sostener este proyecto.
En este link tienes todas las opciones para convertirte en un “Amigo/a de La Región”.
Click aquí para saber más o llámanos al (591) 70079347