“Le quebraron el alma”

La Senda Verde, en La Paz, acoge a cuatro jaguares que padecieron tales grados de maltrato, que les costó volver a confiar en el ser humano. La fundadora del centro de custodia, Vicky Osio, cuenta sus historias. Uno de ellos tenía 15 años cuando llegó a este refugio de animales silvestres y había perdido las ganas de vivir. Una reflexión en el mes de este felino.

La Región

Cubai

Foto: La Senda Verde

Es el primer jaguar que llegó a La Senda Verde, en 2017. Con 15 años encima, una pareja de biólogos lo rescató de un cazador que había matado a su madre, en el Parque Madidi de La Paz, por lo que decidió cuidarlo. Le hicieron un recinto muy bien pensado y estaba bien. Sin embargo, una ley que prohibía la tenencia de animales silvestres hizo que se registrara un decomiso irregular, que terminó por dañar al felino.

“Casi lo matan al momento de sacarlo de su encierro. Fue una historia muy triste porque un jaguar que había sido tan bien cuidado (por los biólogos), alimentado, de pronto fue sacado por la Policía sin justificación. Quien le puso la anestesia, era alguien que no conocía, casi lo matan, le quebraron el alma. Fue expuesto ante la prensa en La Paz. Como ocho horas después lo llevaron al Bioparque Municipal Vesty Pakos y ese animal tenía una tristeza infinita. Ya no quería vivir. Después de unos meses se complicaron las cosas y decidimos acogerlo. Desde entonces está aquí, está muy bien, está contento, pero ya está mayor y se le va notando la carga de la edad”, cuenta Vicky Osio.

Mi Jungla

Foto: La Senda Verde

Esta jaguar hembra llegó a este refugio situado en Coroico, La Paz, en diciembre de 2018. El vaquero de una propiedad ganadera de Palos Blancos, al norte del departamento, la encontró tirada en el piso, casi muerta. La llevó donde los dueños, quienes la recuperaron y contactaron a La Senda Verde para que la recogieran.

“Ella, muy desconfiada, tenía un golpe en la cabeza. Cuando empezó a ganar peso y ponerse bien, descubrimos que estaba cojeando. Tuvimos que sacarla a La Paz para que le tomen una radiografía y evidentemente tenía una fractura a la altura de la rótula, sin desplazamiento. El esfuerzo que hacía al moverse, le provocó una tendinitis, así que estuvo bajo tratamiento mucho tiempo. De a poco empezó a tomar confianza y se dio cuenta que no le íbamos a hacer daño. Cuando llegó tenía entre dos y tres meses de edad. Va a cumplir dos años y ahora comparte un recinto con la tercera jaguar que tenemos”.

Misha

Foto: MMAyA

Va a cumplir cuatro años y es más pequeña que Mi Jungla. Cuando la rescataron, era muy desconfiada, porque a su lado tenía a su madre disecada. Inicialmente ella fue llevada al Centro de Atención y Derivación de Fauna Silvestre (CAD) de la Gobernación de Santa Cruz, donde una veterinaria tuvo que fungir de su madre para que se pueda recuperar, porque no tenía ganas de vivir. “Ahí recibió buen trato, pero la decomisaron de un lugar donde la tenían muy pequeñita, en un recinto pequeño. Le lanzaban la leche, no la limpiaban. Es una jaguar que ha sufrido mucho trauma. Cuando ya tenía tres años la trajeron aquí, en diciembre del año pasado. Comparte el recinto con MiJungla, son muy buenas amigas y disfrutan de la piscina juntas”, cuenta Vicky.

Hernán

Foto: La Senda Verde

Un mes después de la llegada de Misha, también procedente del CAD de Santa Cruz, llegó Hernán. En su caso fue un decomiso que se hizo en Cochabamba y se lo llevó a la Gobernación de Santa Cruz.

“Tuvo muchas complicaciones de salud, requirió dos cirugías. No había refugio que lo pudiera tener y nos hablaron para que lleguen ambos (Misha y Hernán). Ella es medio año mayor que Misha, debe tener cuatro años y medio. Está en otro recinto, es enorme, ha crecido muchísimo”.

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Tener a este tipo de felinos en un centro de custodia de animales no es lo ideal. Además del extenso espacio que se requiere, su alimentación también es muy costosa. En el caso de La Senda Verde se les tuvo que hacer recintos con techo, ya que en el refugio también hay monos, que pueden ser atacados por los felinos. Además, estos lugares deben tener vegetación y árboles, lo más parecido al hábitat del animal.

En el caso de Cubai, quien ahora es feliz, vive sus últimos años. Ahora ya no corre tanto y su dieta tiene menos cantidad de alimentos, porque al no tener actividad, sube de peso más rápido y eso no es bueno para su salud. “Lo que más le damos es cariño, suponemos que vivirá un par de años más”, explica la fundadora de La Senda Verde.

Existen varias maneras de apoyar estos centros de custodia de animales silvestres, muy golpeados desde el año pasado por la crisis político-social que vivió el país y ahora por el coronavirus. Por eso, el último fin de semana se hizo una prueba piloto para volver a admitir visitantes, previo pago y reserva mediante mensaje a los responsables. La idea es que a partir de diciembre retornen los tours guiados, pero con las medidas de bioseguridad y en grupos de ocho personas, con lo cual se harían cuatro recorridos por día. En este enlace encontrará las otras maneras en las que puede apoyar a este refugio: https://sendaverde.org/es/

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