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*Javier Thellaeche

A pesar de la restricción vehicular, aunque (sea) en bicicleta estamos movilizando nuestros productos a las ferias”, dice Silvia Mayta, productora de quesos del municipio de Viacha, en La Paz. Este es uno de muchos testimonios de productores que viven dentro la Región Metropolitana paceña y que están haciendo esfuerzos extraordinarios para subsistir de la agricultura durante la cuarentena dictada por la crisis sanitaria.

Bolivia es un país predominantemente urbano donde las Regiones Metropolitanas de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz son el hogar de casi el 50 por ciento de la población. Estas metrópolis son territorios extensos donde coexisten comunidades de variados niveles de vida y diferentes condiciones de acceso a alimentos. En esta diversidad, encontramos ciudadanos que gozan de un poder adquisitivo, poco afectado por la crisis sanitaria; así también, miles de hogares que habitan en barrios periféricos con poco acceso a mercados y limitado poder adquisitivo. En los entornos más alejados, también hallamos habitantes rurales que aún cultivan alimentos, tienen ganado y pueden ser más autosustentables.

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Hasta ahora es probable que muchas personas no se hayan preguntado de dónde vienen los alimentos que consumen y cómo llegan hasta sus puntos de venta. Sin embargo, hoy la pausa que está viviendo el planeta entero, las restricciones en el movimiento y los cambios en la oferta de productos, nos llaman a revalorizar el alimento y agradecer a todas las personas que hacen posible nuestro acceso a ellos.

Frente a la necesidad de garantizar abastecimiento a largo plazo, la coyuntura pone en evidencia que son los pequeños productores, los acopiadores, los transportistas y los comerciantes informales quienes nos abastecen de alimentos. Entonces, ¿por qué el protagonismo del agronegocio?, ¿por qué la priorización al cultivo de soya transgénica?, ¿por qué facilitar la deforestación bajo nuevas leyes de uso de suelos? Estas acciones no tienen relación con la producción de alimentos de primera necesidad y ponen en riesgo nuestra capacidad de garantizar seguridad alimentaria ahora y en el futuro.

En la Región Metropolitana de La Paz, opciones y caminos para mejorar nuestro sistema alimentario se vuelven cada vez más claras. Somos cerca de dos millones de habitantes que dependemos de productores, acopiadores, transportistas y comerciantes formales e informales para alimentarnos. Entonces, la sostenibilidad de sus empleos debe ser una prioridad y deben ser priorizados en el diseño de inversiones.

Ahora es cuando tenemos la oportunidad y la necesidad de contrarrestar la precariedad de nuestros sistemas alimentarios. Ahora es cuando requerimos políticas de apoyo para la agricultura familiar y no el agronegocio. Ahora es cuando debemos invertir en modelos de desarrollo económico que giren en torno al fortalecimiento de cadenas alimentarias.

Sumar nuestras voces en contra de políticas de oportunismo centradas en generar mayores réditos para el agronegocio debe ser nuestra prioridad, ciertamente es nuestra responsabilidad. También es nuestra responsabilidad tomar conciencia y valorar el arduo trabajo de aquellas personas que trabajan por abastecernos de alimentos: todas esas personas que aunque sea en bicicleta están haciendo llegar alimentos a nuestros hogares. Por eso ha llegado el momento de organizarnos, exigir políticas y acciones estatales responsables. Ahora es cuando debemos hacer cumplir nuestro derecho constitucional a una alimentación adecuada.

*El autor es máster en Desarrollo Rural vinculado a la Fundación Alternativas.

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura del medio.


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