Cierto día, en 2018, los investigadores Heinz Arno Drawert, Juan Carlos Catari y Alejandro Angulo, salieron a hacer colecta de peces y toborochis para sus estudios. Aquella jornada, Heinz apenas pudo atrapar tres individuos, por lo que se quedó sin más actividad que hacer. Catari y Angulo, en cambio, venían estudiando toborochis, una familia de árboles del género Ceiba (Malvaceae).
“Vos que no estás haciendo nada, revisa estas fotos en internet”, le dijeron entonces a Drawert. Fue en ese momento que él se dio cuenta que el tono rosa de las flores que habían colectado en tierras bajas de Santa Cruz, no eran las mismas que las que había en Argentina y Uruguay, entre otros países.
“Agarré un mapa y de entrada vi que podía ser otra variedad”, dice Heinz. Cuando los tres expertos analizaron la observación, quedó claro que estaban frente a algo muy distinto a lo que, hasta ese momento, la ciencia llamaba Ceiba speciosa.
A partir de ahí comenzó una investigación exhaustiva, que incluyó revisión de muestras de herbario, imágenes en vivo georeferenciadas y observaciones en campo. Todo ello derivóen un proceso para que, finalmente, a inicios de febrero de este año, se anuncie que la ciencia reconoció aquel toborochi rosado que se observa cuando empieza la época seca en Santa Cruz, es una nueva especie: Ceiba camba.
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De la sospecha a la confirmación
Hasta antes de esa descripción, Ceiba camba había pasado desapercibida, pese a que se encuentra en toda la Chiquitania cruceña, Beni, Pando, partes de Brasil y Perú. “Las diferencias morfológicas (de forma) son visibles respecto con Ceiba speciosa y los otros miembros del género”, refiere el estudio.
Pero el elemento más claro, para notar dicha diferencia, está en las hojas. Drawert explica que, por ejemplo, cuando se tiene una rosa, varían los colores de los pétalos, no así los tallos, las hojas ni las espinas. “Las hojas aquí nos dieron idea que, dentro de la clasificación de Ceiba, la speciosa pertenece a un tipo de toborochi y Camba a un grupo totamente distinto”, asegura a La Región.
Una vez comprobada la hipótesis, ponerle nombre no fue difícil. Mucho antes de saber que era una especie distinta, los autores le decían “toborochi camba”, porque su distribución venía de las tierras bajas de Bolivia, donde están los cambas. “Antes de poner el nombre, el árbol ya tenía un apodo, eso simplemente lo trasladamos al nombre científico”.
Así, la especie ha estado siempre a nuestro alrededor, especialmente en Santa Cruz ciudad, los pueblos de la Chiquitania e incluso en el billete de Bs 20. Por tanto, “es más camba que la yuca”, sonríe Drawert.
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Lo que debes saber
Los investigadores, asociados al Museo Nacional de Historia Natural “Noel Kempff Mercado”, resaltan que durante los años de estudio, no encontraron Ceiba speciosa en vida silvestre, en Santa Cruz. Ello significa, que probablemente, todos los toborochis rosados que se ven en la ciudad y el departamento en general, sean Ceiba camba.
“Para que quede claro, por ahora, la Ceiba speciosa no se la ha encontrado en Bolivia”, enfatiza Alejandro Angulo. En tanto, que la nueva especie, se encuentra en el país, parte de Brasil y una parte de Perú.
Asimismo, se trata de la primera planta a nivel mundial que incorpora la palabra “Camba” en su nombre científico. Además, es el segundo ser vivo que lleva tal denominativo, porque el primero es una rana.
La otra particularidad acerca de los toborochis es que la evolución en Bolivia es tal, que hay una especie para cada ecosistema. “Por el momento, para la Chiquitania, vendría a estar Ceiba camba. En la zona sur, transicional entre Chiquitania y Chaco, la Ceiba pubiflora. Luego tenemos un tipo de toborochi para el chaco y otro para Yungas y Valles”, explica el biólogo Juan Carlos Catari.
Asimismo, los toborochis son árboles que “avisan” que está empezando la época seca. “Hicimos seguimiento a cinco individuos durante cuatro años, durante toda su época de floración hasta que vuelve a salirle las hojas, y vimos que apenas el 20 por ciento de esas flores, genera frutos. Ahí va un punto, a veces la gente piensa que el cambio climático puede afectar a los toborochis, haciendo que florezcan dos o tres veces al año, pero esa es una percepción distante a la realidad”, aclara Catarí.
Actualmente, el equipo de investigadorescontinúa trabajando con Ceiba y pronto dará a conocer más novedades al respecto.