Los Rivúlidos son una familia de peces muy singular. Aunque cada especie tiene sus propias características, los huevos que desovan las hembras de la mayoría de las especies pueden permanecer enterrados incluso cuando los cuerpos de agua —charcos, curichis, pantanos, acequias, cunetas — se secan periódicamente. Algunas especies tienen la capacidad de permanecer fuera del agua por largos períodos, hasta más de 20 días según estudios. Esto significa que los rivúlidos pueden habitar cuerpos de agua que no son viables para otros peces y donde nadie esperaría encontrar peces. No por nada son conocidos en muchos lugares como los peces que nacen de la tierra o que viven en las nubes y caen con las lluvias. Además, pese a su pequeño tamaño que rara vez sobrepasa los cinco centímetros, por lo general son peces con colores y formas de aletas muy llamativas que difícilmente pasan desapercibidos.
En Bolivia se ha registrado 31 especies, 18 de las cuales únicamente están en el país, mientras que ocho son de distribución muy restringida, o solo se las encuentra en sitios específicos. Esta información se desprende de un artículo científico publicado a finales del año pasado por el investigador Heinz Arno Drawert, quien dedicó cinco años a la elaboración del manuscrito científico, aunque su pasión por estudiar a esta familia data de su niñez, cuando vivía en Alemania.
Ya en 2022, el científico registró para la ciencia una especie boliviana de estos peces llamada Moemajuanderibaensis, la cual puede permanecer fuera del agua varias horas cuando se siente amenazado. En ese momento deja de tener respiración branquial necesaria para vivir en el agua y pasa a tener una respiración dérmica, como sucede con las ranas u otros anfibios.
Esta vez el investigador del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado y miembro de la KillifishFoundation se enfocó en hacer un recuento de lo que se sabe hasta ahora sobre esta familia. Así, en un estudio científico titulado “Rivúlidos de Bolivia: estado de conocimiento e inventario actualizado”, examina el estadio de conocimiento de los Rivulidae y proporciona un inventario actualizado de las especies en el Bolivia.
Pasión desde la infancia
“Siempre me interesó estudiar la familia de los Rivúlidos, porque son los Killis o Killifishs (orden Cyprinodontiformes) que hay en Bolivia. Me llamó mucho la atención sus características de adaptaciones: peculiares y extremas”, dice a La Región el investigador boliviano de origen alemán.
Aunque ya de niño Drawert era un apasionado por los peces en su país de nacimiento, no fue sino hasta la década de los 90 que descubrió un Rivúlido en el sexto anillo de la avenida Alemania, en Santa Cruz de la Sierra. Había llovido fuerte y, por entonces, la ahora urbe cruceña no era tan extensa, por lo que, en medio de un charco, apareció el pececillo de colores, muy buscado por aficionados a los acuarios.
A partir de ahí comenzó a estudiarlos. De hecho, en 1996 vio por primera vez a Moemajuanderibaensis en Santa Rosa, un municipio muy golpeado por la deforestación para agricultura y la ganadería.
Hace cinco años, sin embargo, se enfocó en el manuscrito científico publicado el año pasado tras el riguroso proceso de revisión por pares de otros expertos, ya que poco se sabe de esta familia de peces en el país. “Hasta la publicación de este estudio, ni siquiera teníamos certeza de cuántas especies había. Las listas que manejábamos para estudios de biodiversidad incluían a lo mucho 18 especies válidas, cuando en realidad tenemos con certeza casi el doble. Yo hice un pequeño ejercicio estadístico prospectivo, para hacer un estimado de cuántas especies podría haber en Bolivia y, si la tendencia sigue igual, y se cumplen ciertas consideraciones previas y supuestos, llegaríamos a unas 40, pero registradas hay 31”, asegura.
Elementos clave sobre la familia
A nivel mundial hay alrededor de 481 especies descritas de Rivúlidos, de las cuales, alrededor de cien fueron registradas y en su mayoría descubiertas, en la última década. Estos peces están distribuidos exclusivamente en el continente americano, desde México hasta Argentina, pero hay una familia (Nothobranchiidae) con similares características en África, lo cual llama la atención de los científicos.
En Bolivia todavía no se conoce lo suficiente sobre sus áreas de distribución, su comportamiento, su alimentación, su forma de reproducción ni otros detalles que pudieran ayudar en su conservación, ya que individuos como Moemajuanderibaensis, por ejemplo, requieren de ciertas características de un ecosistema para sobrevivir.
Esto significa que especies como esa son indicadores de buena calidad ambiental de un territorio. “Para una conservación más efectiva, necesitaríamos saber muy bien la distribución, en qué áreas protegidas existen poblaciones de las diferentes especies y cual es su relación con las que están fuera de ellas. Nos falta entender demasiado de lo general como para poder estudiar aspectos específicos de peces, al menos a nivel Bolivia”, reflexiona Drawert.
Lo interesante, frente a especies que están en otros países, es que, en Bolivia, más de la mitad son endémicas, y muchas con distribución muy restringida. Esto significa que se tiene conocimiento de su presencia en un lugar específico, como ser un solo charco. Además, tienen adaptaciones muy específicas en general, porque la gran mayoría habitan en cuerpos de agua que no son permanentes, que están uno o dos meses con agua y luego están secos.
“Dentro de los mismos Rivúlidos tenemos dos grupos respecto a sus necesidades ecológicas, unos súper especializados respecto a su hábitat, en sentido que si no hay el insecto del que se alimentan, o las características del suelo no son las requeridas, no están, pero también tenemos especies generalistas”, explica Arno.
Las investigaciones sobre estos peces en el país se facilitarán enormemente, a partir de este estudio que sintetiza y sistematiza la información disponible sobre el estado de conocimiento de la familia Rivulidae. Además es un inventario actualizado de las especies presentes en el país, con respaldos científicos. En ese contexto, se trata de una base sólida para realizar estudios futuros y trabajar en la tan requerida conservación de estos misteriosos animales.
“Rivúlidos en general es un grupo que necesita mucho estudio. Ya sabemos qué especies tenemos, ahora nos falta saber desde dónde hasta dónde se encuentra cada una, cuáles son las condicionantes que limitan la distribución y determinan la presencia, y así entender mejor las especies para aplicar medidas de conservación efectivas. Porque por ahora se puede tomar medidas generales como cuidar ciertas áreas donde potencialmente podrían estar estos peces, pero nos falta entender demasiado para conservarlas, al menos, en Bolivia. No podemos dejar de lado que se trata del grupo de animales vertebrados con mayor riesgo de extinción en nuestro continente y los rivúlidos están desapareciendo, algunos inclusive antes de ser descritos”, concluye Arno.