En Bolivia, la cantidad de mercurio que se importa aumentó en un 60 % en los últimos diez años: el país pasó de comprar 15.8 toneladas en 2012 a 94.7 toneladas en 2022. Este metal pesado se utiliza principalmente en la minería artesanal y de pequeña escala dedicada a la extracción de oro.
Los efectos nocivos del mineral son conocidos y diversos estudios realizados en ese país han demostrado cómo su uso está afectando a la población que vive cerca de los lugares donde se realizan actividades mineras. Para citar sólo un ejemplo, una evaluación realizada por la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP) en 36 comunidades de los pueblos indígenas Ese Ejjas, Tsimanes, Mosetenes, Leco, Uchupiamona y Tacana mostró que en 74.5 % de las personas analizadas los niveles de mercurio superan los límites permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estos resultados, sumados a la contaminación por mercurio de suelos, ríos y otras fuentes de agua, así como de los recursos hidrobiológicos han puesto sobre la mesa la discusión para exigir la eliminación del uso del mercurio en la extracción de oro. Bolivia, además, como país signatario del Convenio de Minamata ha asumido el compromiso de erradicar el uso de esta sustancia de la minería aurífera.
Como alternativa para sustituir el mercurio surge el cianuro de sodio, un compuesto químico utilizado desde hace mucho tiempo en la gran minería de extracción de oro y plata que ahora se ha trasladado a la minería artesanal y de pequeña escala en Bolivia y que ha generado controversia por tratarse de una sustancia tóxica y peligrosa.
Los riesgos del cianuro
“El cianuro es un veneno muy poderoso y muy fuerte”, señala Héctor Córdova, especialista en minería e investigador de la Fundación Jubileo. La preocupación de Córdova se debe a los riesgos del uso de esta sustancia. “Hay que tener muchísimo cuidado en la manipulación de este material y en el aislamiento de los residuos. El transporte del cianuro desde el punto de importación o de producción hasta la mina también es un riesgo”, agrega.
Córdova comenta: “He sabido de accidentes ocurridos durante el transporte de cianuro y, pese a que se tomaron medidas inmediatas para evitar que se disperse, no se pudo evitar que llegue al río provocando la mortandad de peces. Otro riesgo es que un sismo pueda romper los sistemas de seguridad donde se almacenan los materiales o residuos con cianuro”.
El procedimiento para recuperar el oro mediante el uso de cianuro se denomina lixiviación. Este método consiste en combinar este material con grandes cantidades de agua, para verterlo sobre la acumulación de toneladas de roca y tierra extraídas de la mina donde se encuentran diseminadas pequeñas cantidades de oro. Se calcula que por cada 50 gramos de cianuro se requieren 1000 litros de agua y que por cada tonelada de suelo removido en las minas se consigue sólo un gramo de oro.
El oro que se une al cianuro va a un embalse en donde, por otro proceso químico, es separado, mientras que los residuos de las rocas empapadas de la solución cianurada se depositan en un dique de almacenamiento.
“El problema es que este procedimiento no es del todo seguro, pues existe la probabilidad de que exista filtración en el suelo y en cuerpos de agua y entre en contacto de personas y animales, y los ecosistemas queden expuestos al cianuro”, señala Jorge Campanini, investigador del Centro Documental de Información de Bolivia (Cedib). “Se ha sabido de casos de toxicidad de trabajadores que han estado expuestos a cianuro”, agrega.
El cianuro existe de manera natural en el ambiente, pero también puede elaborarse en forma de sales, como el cianuro de sodio y cianuro de potasio; estos últimos son los que se utilizan en la minería. La Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) indica que “la mayoría son venenos potentes y de acción rápida”.
La exposición a cantidades pequeñas de cianuro puede ser fatal —indica la EPA en su portal de internet— y la gravedad de los efectos depende del tipo de cianuro. “La exposición a niveles altos de cianuro durante un período breve daña el cerebro y el corazón y puede producir coma y la muerte. La exposición a niveles más bajos puede provocar dificultad para respirar, dolor de pecho, vómitos, alteraciones en la sangre, dolor de cabeza y dilatación de la glándula tiroides”, señala la EPA.
Lo que más preocupa a expertos como Córdova y Campanini es el riesgo que significa que el cianuro sea utilizado en la minería artesanal. “Si las grandes mineras tienen problemas de controlar el cianuro, pues han habido casos de filtraciones y fugas, imaginemos qué podría pasar con las pequeñas mineras o cooperativas que ni siquiera pueden controlar el mercurio. Sería muy difícil tener un control de un elemento mucho más complejo y de mayor peligrosidad por su letalidad”, comenta Campanini.
En Bolivia no hay una gran minería que se dedique a explotar el oro —señala Córdova— lo que existen son cooperativas, es decir, organizaciones pequeñas que se adjudican áreas para extraer el mineral.
Según PlanetGold, un programa que trabaja en la eliminación del mercurio de la cadena de suministro de oro producido por mineros artesanales y en pequeña escala, en Bolivia hay alrededor de 1 700 cooperativas mineras de oro y, por lo menos, 180 000 personas están directamente involucradas con la minería artesanal y de pequeña escala; esta actividad produjo 46 toneladas de oro en el año 2021, de acuerdo con los datos de PlanetGold.
Córdova también precisa que “se necesita un depósito especial donde se almacene este material, puesto que si una lluvia lleva el material hacia el río, todos los peces morirían instantáneamente”. Córdova agrega que se debe tener en cuenta el viento, mientras se realiza la lixiviación, pues éste podría transportar partículas de cianuro o materia con cianuro que podría afectar a personas o animales.
El experto de la Fundación Jubileo reitera que el cianuro es “un veneno muy activo y muy fuerte”, por ejemplo, señala, “si se vuelca un camión que transporta cianuro y el químico se dispersa en el ambiente podría matar miles de personas en muy poco tiempo”. Sin embargo, Córdova también menciona que si se toman todas las previsiones y se manipula correctamente, el cianuro se descompone y sus efectos nocivos quedan neutralizados.
El problema es que mientras dura el ciclo de la descomposición del cianuro —agrega Córdova— se mantiene el riesgo de que ocurra un accidente en el depósito de las rocas con cianuro y el químico se disperse en el medio ambiente. “Pueden pasar años para que empiece a descomponerse, por eso se deben tomar medidas para prever su extensión más allá de los límites del lugar donde están acumuladas las rocas que han sido regadas con cianuro”.
Las plantas de cianuro
“Hay un número reducido de cooperativas que han apostado por el uso del cianuro. Son unas cinco cooperativas que ya están montando sus plantas porque están convencidos de que es una opción”, señala José Manuel Salinas, secretario técnico del Grupo Interinstitucional de Trabajo Oro Responsable (GIT-OR), una alianza voluntaria de instituciones de la sociedad civil y académicas que trabajan en Bolivia para reducir los impactos sociales y ambientales negativos de la actividad minera aurífera.
Salinas menciona que se trata de plantas pequeñas que responden a la capacidad de producción de las cooperativas. “Se debe considerar que este tipo de tecnología requiere de montos altos de inversión. Y el otro aspecto es que se requiere asistencia técnica especializada, porque si bien el cianuro es una alternativa, no deja de ser un químico altamente peligroso”.
“Las capacidades de los mineros [de las cooperativas] son más empíricas, es por eso que el mercurio ha tenido éxito en este sector, porque es una técnica relativamente sencilla y no requiere montos de inversión muy grandes”, señala Salinas.
Como indica Salinas, ante los reclamos constantes para reducir o eliminar el uso del mercurio, algunas cooperativas mineras han optado por la práctica de lixiviación con cianuro para sus operaciones auríferas.
“Es un químico altamente tóxico, pero sí se llega a utilizar de manera correcta, con asistencia técnica y se controlan los parámetros de operación, no representan ni ningún problema. Pero hay que considerar aspectos de la gestión ambiental, principalmente para los desechos de material que ha sido lixiviado, se tiene que hacer una buena gestión de estos residuos”, señala Salinas.
La Cooperativa 15 de Agosto cuenta actualmente con plantas de lixiviación en Bolivia. Dionisio Mamani, expresidente de esa cooperativa señala que son seis años desde que se instaló la primera planta piloto y que actualmente cuentan con cuatro plantas para sus 186 asociados. “Empleando mercurio recuperamos un 45 % del oro, pero con el cianuro llegamos a más del 90 %. Obviamente es más productivo”, comenta.
Mamani también reconoce los riesgos que significa el uso del químico. “Definitivamente el cianuro tiene un alto riesgo, la ingestión de 50 mililitros de cianuro puede eliminar a una persona de forma inmediata. Si se diera una fuga, por ejemplo, sería muy peligroso. Pero nosotros trabajamos con circuitos cerrados, por tanto no hay ningún vertedero, no hay ninguna eliminación hacia la tierra, hacia los ríos, sino que todo va hacia una piscina y eso se neutraliza”, explica Mamani sobre las plantas que tiene la Cooperativa 15 de Agosto.
Hay otras cooperativas que quieren construir plantas —agrega Mamani—, pero se debe hacer con un buen asesoramiento, de lo contrario significa un riesgo. Mamani también menciona que actualmente están cerrando la primera planta debido a que se instaló cerca al lugar de trabajo para evitar costos de transporte, sin embargo, esa zona también era un área agrícola. “La gente se alarmó por el tema del cianuro, y hubo algunas personas que vinieron muy molestos porque supuestamente había animales que habían fallecido por causa del cianuro. Pero cuando hicimos los examenes eso quedó descartado. Por eso decidimos trasladar la planta a un sector industrial, donde no hay personas asentadas”, cuenta.
El Convenio de Minamata
“La eficiencia del mercurio en la recuperación de oro en la minería artesanal alcanza un 40 %”, asegura Salinas de (GIT-OR). “Existe mucha deficiencia en la productividad y en la tecnificación que repercute en un bajo porcentaje de recuperación de oro y alto consumo de mercurio. Diversos estudios señalan que por cada kilo de oro se pueden utilizar entre 5 y 10 kilos de mercurio”.
Salinas también menciona el problema que enfrenta Bolivia a nivel regional, debido a que parte de sus importaciones de mercurio se traslada de manera ilícita a otros países de la región como Perú, Colombia, Ecuador y Brasil en los que existe mayor control en la importación de ese insumo. “De alguna manera se fomenta la minería ilegal y criminal en la región. Y poco o nada se ha hecho a nivel de Estado para cumplir con el Convenio de Minamata”.
Bolivia adoptó el Convenio de Minamata en 2013 y lo ratificó en 2015. En enero de este año, el gobierno de Bolivia informó que realizó gestiones ante el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) con la finalidad de conseguir recursos destinados a la elaboración de estrategias y mecanismos para la reducción gradual del uso del mercurio en la minería. Los proyectos a los que se refería el Ministerio de Minería y Metalurgia eran el Plan de Acción Nacional (PAN) y el Proyecto PlanetGOLD Bolivia.
Si se revisa el portal del Convenio de Minamata sobre el mercurio se comprueba que Bolivia aún no ha presentado su Plan de Acción Nacional a esta organización. “Como parte del convenio de Minamata ya se tendría que haber elaborado e iniciado el Plan de Acción Nacional de mercurio, pero no se ha hecho hasta el momento”, señala Salinas.
Victor Arancibia, jefe de Medio Ambiente del Ministerio de Minería y Metalurgia, señaló a Mongabay Latam que Bolivia cuenta con un diagnóstico sobre la situación del mercurio en el país y que se está avanzando en la elaboración del Plan de Acción Nacional para cumplir con los compromisos del Convenio de Minamata. “Es algo que teníamos pendiente y lo estamos impulsando”.
Sobre el uso del cianuro por las cooperativas, Arancibia coincide con quienes consideran que se trata de un riesgo para el ambiente. “El cianuro no es nuestra primera, sino que la primera opción es la gravimetría”, comenta el funcionario sobre ese método para separar el oro sin usar ni mercurio ni cianuro. “No podemos sustituir uno de ellos por el otro”, agrega.