Editorial

El avance del extractivismo frente a la falta de oportunidades

Este texto editorial fue publicado originalmente en la Revista La Región, edición 68

Las áreas protegidas de Bolivia -nacionales y subnacionales- están cada vez más presionadas. Dos factores que, pareciera, ponen en tela de juicio la decisión de conservar de muchos pueblos, son utilizados como argumento para intentar perforar las leyes que protegen a estos territorios. Por un lado, el discurso de la urgente necesidad de una reactivación económica profundizada por la pandemia por Covid-19 y por otro, la desatención del Estado a poblaciones que demandan servicios básicos como la luz y el agua.

Por muchos medios y desde distintos flancos se intenta convencer a la ciudadanía que se necesita ampliar la frontera agrícola para garantizar la seguridad alimentaria. Se ha dicho también que de la venta de recursos naturales depende el crecimiento de la economía, cuando la realidad muestra que el mundo vive un momento crítico por el calentamiento global y las acciones para mitigar esta situación han sido insuficientes. Asimismo, las comunidades indígenas no ven un desarrollo real que les permita seguir ejerciendo el papel de guardianes de sus territorios y las áreas protegidas.

Frente a esa difícil disyuntiva a la que nos someten tanto gobernantes como intereses privados, como sociedad civil nos queda un solo método de defensa apoyado por los medios de comunicación: obtener información de calidad y responsable, para tomar una decisión basada en la ciencia y la experiencia.

Es evidente que se requiere una reactivación económica, pero no a costa de los bosques ni el agua dulce que será cada vez más escasa, según pronósticos de la ciencia. La otra tarea pendiente es mejorar la calidad de vida de los pueblos indígenas, para que no se vean en la disyuntiva de salir de sus territorios o aceptar actividades extractivistas sin la información necesaria de todos los efectos colaterales que ello conlleva.

Las leyes que en algún momento se crearon para proteger espacios de alto valor ecológico, ahora están quedando detrás de otras leyes que pareciera tienen mayor rango, porque permiten la incursión de mineras, sin considerar la temática medioambiental.

La misión jesuítica de Santo Corazón, en la Chiquitania boliviana, es un claro ejemplo de los desafíos que implica brindar oportunidades sostenibles para que no surjan frases como: “nos cansamos de cuidar todo esto y ahora queremos aprovecharlo”. La riqueza de los bosques y los recursos naturales va más allá del simple discurso de belleza; es un hecho que en no muchos años, tener una fuente de agua dulce no contaminada y sin amenazas, será la mayor riqueza, incluso para aquellos que ahora buscan acaparar tierras para producir, porque frente a la sequía: ¿cómo regarán los sembradíos o alimentarán a sus ganados?

Descarga gratis nuestras revistas. Haz click en la imagen.

Destacados