ENTREVISTA | “La sociedad civil tiene que defender los intereses colectivos de la humanidad, dado que nuestros líderes no muestran capacidades de hacerlo realmente”

Marcos Nordgren, biólogo y miembro de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC), habla del rol de Bolivia en la próxima Cumbre Climática, y cómo debe contribuir el ciudadano de a pie, en un momento donde sequías y otros fenómenos golpean al país.

Marcos Nordgren
Marcos Nordgren

Este año, entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre, Bolivia asistirá a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como COP28, en un escenario muy complejo, dada la sequía que azota a la región altiplánica, y recientes cifras que posicionan al país entre los tres que más bosques primarios tropicales ha perdido en el mundo.

En ese escenario, los compromisos que se asuman en esta cumbre, que se realiza cada año y que esta gestión será en los Emiratos Árabes Unidos, serán determinantes para continuar por la misma senda de priorizar economía frente a conservación, sin pensar en sostenibilidad; o encontrar soluciones para detener el impacto de las acciones del ser humano sobre la naturaleza.

En esta entrevista con La Región, Marcos Nordgren, biólogo y miembro de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC), habla del rol de Bolivia a nivel internacional y cómo debe involucrarse la sociedad civil para defender intereses colectivos.

La Región (LR): Bolivia ha jugado un papel desafortunado en la reciente Cumbre Amazónica que buscaba acuerdos como lograr deforestación cero para 2030 en la Amazonia. ¿Será diferente su rol en la próxima COP28?

Marcos Nordgren (MN): El escenario internacional es muy complejo. Por un lado, el gobierno boliviano no ha jugado un papel constructivo en la Cumbre Amazónica, pero por otro, tenemos un conjunto de países desarrollados, incluyendo la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, que insisten en disminuir su propia responsabilidad en los problemas (climáticos) que han ocasionado sus modelos de desarrollo, y que continúan a través de enormes niveles de consumo. Aquí (a nivel nacional) podemos y debemos criticar la falta de acción del Gobierno, pero a nivel internacional nos enfrentamos a poderes que en definitiva no están dispuestos a reconocer su responsabilidad y que, si lo hacen, lo hacen con muchísimas salvedades y reduciendo lo mayor posible los pagos y responsabilidades que tienen que cumplir.

LR: Eso es evidente, pero también lo es el hecho de que América Latina está en la mira de los países desarrollados merced a sus riquezas naturales, muy requeridas tanto para la transición energética como para la generación de mayor riqueza. Por tanto, sí es importante lo que pueda comprometerse Bolivia.

MN: Bolivia es uno de los países más vulnerables que existen en el planeta. Su escaso nivel de desarrollo, su infraestructura muy poco desarrollada para el almacenamiento de agua, para la generación de electricidad, etc., nos pone en una situación de vulnerabilidad muy grande. Y eso significa que no podemos quedarnos de brazos cruzados a esperar la ayuda del primer mundo. Necesitamos llevar propuestas, necesitamos poner formas en que nuestro país pueda empezar a resolver los problemas internos, pero además contribuir a resolver el gran problema global de la crisis climática y esto significa tener una capacidad fortalecida de propuestas. Esto no nos debe quitar la capacidad de criticar las actitudes mezquinas, que también economías desarrolladas continúan mostrando en escenarios internacionales.

El año 2020, Bolivia exportó más de 14 millones de kilos de carne de res a China, Perú, Ecuador y a la República del Congo. Foto: Eduardo Franco Berton.

LR: Como sociedad civil que participará en la COP28, ¿qué plantearán, específicamente?

MN: La Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático trabaja en el marco de varias redes internacionales y asistimos normalmente a las COP. Este año también lo haremos y trabajaremos en el marco de nuestras redes para continuar impulsando un tratamiento más urgente de parte de las negociaciones en temas clave como aumentar la cantidad de recursos disponibles para la adaptación de las sociedades vulnerables, que existan más recursos para empezar a hacer una transición energética más rápida, porque ya no tenemos tiempo. A mediados de este año, deberíamos parar el crecimiento de emisiones y a finales de la década, reducirlas a la mitad. Entonces, el tiempo se agota y necesitamos, como sociedad civil, tener un papel protagonista en las negociaciones. Los gobiernos, tanto los desarrollados, como los que están en vías de desarrollo, han demostrado incapacidad de negociar acuerdos viables que nos saquen de un problema tan profundo como en el que estamos.

LR: Pareciera que la crisis climática es un tema aislado o que no tiene la importancia debida, por lo menos no para el grueso de la sociedad civil.

MN: La sociedad civil tiene que defender los intereses colectivos de la humanidad en su conjunto, dado que nuestros líderes no muestran capacidades de hacerlo realmente. En las declaraciones del secretario general de Naciones Unidas (Antonio Guterres), notamos la impotencia tan grande, debido a la incapacidad de los gobiernos del mundo, de enfrentar esto de una manera responsable, pero reconociendo además que hay una perspectiva de justicia esencial, que no puede ser abandonada. Y esa perspectiva de justicia reconoce que los principalmente impactados son los países pobres, los países en vías de desarrollo, las mujeres, los pueblos indígenas, los jóvenes, que se encuentran en los frentes de impacto y que van a recibir cada vez mayores daños debido a la inacción de estos gobiernos.

LR: ¿Los mercados de carbono o los incentivos económicos para reducir las emisiones de carbono contaminantes son una solución?

MN: Nosotros hemos venido trabajando en el tema (del mercado de carbono) durante varios años y hemos visto de manera documentada los impactos negativos que tiene el mercado de carbono sobre los territorios indígenas. La especulación que se da sobre sus territorios, por ejemplo, ya que se empieza a negociar con la perspectiva de cobrar 10 o 20 dólares por hectárea como bonos de carbono. Entonces, esto lo vemos como algo nocivo que, además, si lo analizamos en un nivel global, no va a ayudar a reducir las emisiones, porque estos bonos de carbono están destinados a justificar emisiones en otros lugares, en un juego que se termina convirtiendo en un lavado verde, que no consideramos que forma parte de la solución.

Así lucía en 2021 la laguna marfil, fuente de vida de animales, pero también de comunarios que aprovechaban la pesca sostenible. Foto: Juan Cambará

LR: Entonces, ¿cómo enfrentamos la clara necesidad de mejorar la economía del país?

MN: Necesitamos hacer un cambio de enfoque. La economía es muy importante, por supuesto, pero deja de serlo, si la llevamos a costo de las bases materiales que permiten la reproducción de la vida en el mundo y el cuidado es central. Necesitamos pasar de esta economía capitalista centrada en la ganancia y en los intereses económicos, a una economía del cuidado, que pueda generar beneficios y bienestar, sin descuidar los impactos dañinos que, por ejemplo, la minería está haciendo en el agua; que la agroindustria está haciendo sobre los suelos, o que la ganadería está haciendo sobre los bosques.

El mundo ya no aguanta más, los ecosistemas están al borde del colapso y este es el momento en que estas otras formas de economía tienen que empezar a ser discutidas. Eso no significa que la pobreza se vaya a profundizar, de hecho, si distribuimos mejor la riqueza y los ingresos que existen, podríamos generar condiciones más justas para todos. El futuro no necesita ser negativo, pesimista, creo que las soluciones a la crisis climática nos llevarían a un mundo más justo y, principalmente, lleno de alegría de la gente que pueda sentirse satisfecha con la vida que tiene.