Exjefe de protección del Amboró teme que mafias madereras aprovechen los cambios para incrementar el tráfico

Willy Montaño fue despedido el mismo día que se firmó un acuerdo entre guardaparques y el director del Sernap. Dice que luchará por volver, sobre todo porque conoce a fondo las amenazas que sufre una de las áreas protegidas más vulnerables y más biodiversas de Bolivia.

La Región

El mismo día que representantes de la Asociación Boliviana de Agentes de Conservación (Abolac) firmaban un acuerdo con el director del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), Teodoro Mamani Ibarra, para “respetar la institucionalidad de los servidores públicos de la institución”; se emitía el memorándum de despido de Willy Montaño, hasta ese momento jefe de protección del Parque Nacional Amboró de Santa Cruz.

Era el jueves 21 de enero y Montaño se encontraba en el campo, precisamente recuperando madera talada de forma ilegal. Volvió a su casa la madrugada del lunes 25 y cuando despertó por la tarde, se encontró con el documento. Habían pasado cuatro días y no tuvo tiempo de defenderse, ni siquiera explicar que su esposa está de nueve semanas de embarazo, con lo cual la destitución es ilegal para las leyes bolivianas.

Durante la reunión que sostuvieron los designados de Abolac y el director Mamani en La Paz, este último asumió varios compromisos. Aunque algunos guardaparques los calificaron como “muy generales”, según un reporte del diario El Daber, los movimientos dentro de las áreas protegidas nacionales continuaron. En el caso del Amboró, por ejemplo, el nuevo jefe de Protección es Alberto Terrazas, quien fuera destituido de su cargo en el Parque Nacional Tunari, el pasado 11 de enero. De amplia trayectoria, su despido generó una serie de reacciones de organizaciones que trabajan en conservación.

Para Montaño, sin embargo, la última palabra no fue dada, porque defenderá sus derechos con un abogado laboral ante el Sernap. De no ser escuchado, recurrirá al Ministerio de Trabajo.

Más allá del tema social con su esposa encinta, en su caso -explica- tiene un compromiso especial con el área protegida que lo vio nacer, crecer y forjarse.

Una de las más vulnerables

Tablones de mara decomisados en el Parque Amboró Foto: Archivo La Región/ Román Bitrón

El Parque Nacional y Área de Manejo Integrado (ANMI) Amboró es una de las áreas protegidas más vulnerables que tiene el país. Una de sus grandes amenazas es el tráfico de madera en la parte norte. Esto ha dado lugar a que los doce guardaparques que custodian las 637 mil hectáreas tengan que organizarse para combatir este flagelo.

El año pasado, cuando Montaño asumió como jefe, logró un ritmo de trabajo que, si bien era agotador, permitía que los campamentos de control siempre estén custodiados.

“La zona norte del Amboró -entre centro y norte, desde el lado de El Torno, Buena Vista, San Carlos y Yapacaní- es la más conflictiva en cuanto a tráfico de madera. El personal no da para moverse tanto en distancia y la orografía del lugar, pero logramos un ritmo de trabajo para no dejar los puestos de control”, explica Willy.

Con los cambios, ese ritmo se ve alterado. Cada director o jefe de Protección nuevo, siempre llama a sus dependientes para explicarle su forma de trabajo. Ello hace que estos deban salir, dejando la reserva a expensas de ilegales. En los últimos años, además, Amboró sufrió varios cambios de directores, muchos de los cuales salieron por serias denuncias.

Las grandes mafias de madereros aprovechan precisamente estas transiciones para moverse con total libertad. Para ello utilizan rutas hídricas dada la época de lluvias, que provoca la crecida de ríos. Así, tiran los tablones al agua para recogerlos más abajo.

“Todas las transiciones hacen que baje el ritmo de trabajo, que es donde se baja la guardia y ellos lo saben. Las mafias madereras son grandísimas, tanto que cuando uno está entrando, todo el mundo se esconde y cuando uno sale, aparecen. Hay comunidades en las que absolutamente no tenemos pisada”, cuenta.

Más y mejor gestión

Willy durante una jornada de apoyo para apagar incendios forestales, junto a sus colegas guardaparques. Foto: gentileza Willy Montaño

Actualmente el Amboró cuenta con doce guardaparques: cinco tienen ítem, seis son eventuales y el último fue contratado el año pasado por una oenegé. Tanto el jefe de Protección como el director tienen sus respectivos ítems.

Cuando se consulta a Montaño sobre estudios recientes del impacto de la tala ilegal de madera o los asentamientos ilegales en el Parque, explica que hasta 2009 había información ordenada al respecto. A partir de ahí, no se tiene datos sobre la situación del área.

Montaño está seguro de luchar “hasta el último” para lograr su reincorporación. Así se lo prometió a los “guardas”, muchos de los cuales lo vieron crecer. De no conseguirlo, su idea es contribuir a la conservación desde afuera, con investigaciones y estudios.

Sobre los acuerdos logrados con el director del Sernap, dice que los movimientos dentro de las áreas protegidas continúan.


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