Expertos: “El agua del continente está en juego”

Los incendios de la Amazonia brasileña han puesto en alerta a especialistas en biodiversidad, porque la deforestación destruye el ciclo del agua. Ven una gran amenaza para la región de continuar la política del presidente Jair Bolsonaro.

La Región

Foto: Mongabay LATAM

El bioma amazónico o aquella extensa área geográfica que posee infinidad de plantas y animales, tiene dos veces el tamaño de India: 6,7 millones de kilómetros cuadrados. Se extiende por Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú, Surinam, Guayana y Venezuela, así como un territorio de ultramar llamado Guayana Francesa. Se trata, por tanto, del bosque tropical más grande del mundo, porque acoge al 10 % de la biodiversidad conocida y sus ríos representan entre el 15 y el 16 % de la descarga fluvial a los océanos del mundo. Ello significa que solo el río Amazonas tiene un caudal promedio de 225 mil metros cúbicos de agua por segundo.

Desde hace 20 días, ese extenso territorio que ocupa buena parte de Brasil está en llamas y expertos en biodiversidad ven con preocupación las decisiones del presidente Jair Bolsonaro.

Dolors Armentera, profesora de Biología de la Universidad Nacional de Colombia y directora del grupo de investigación sobre incendios Ecomold, asegura que todos los años, en temporada seca hay más incendios, “siempre provocados por humanos”. Asimismo advierte que en Brasil se ha estimulado a madereros a limpiar y ocupar territorio, en particular en la zona de Rondonia, y el triángulo entre Paraguay, Bolivia y Brasil.

En un artículo del diario colombiano El Espectador y replicado por la web medioambiental infoamazonia.org, recordó que el último país mencionado, junto a Colombia, ocupan los primeros lugares del vergonzoso ranking de países letales para defensores ambientales. “Mi opinión: están actuando respaldados por las posiciones de Bolsonaro contra las organizaciones ambientales”, dijo.

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Se disparan las alertas

La sindicación al Mandatario brasileño surge porque, solo en 2018, el país vecino perdió cinco veces el tamaño de Ciudad de México en bosques, algo que para los defensores de la tierra es consecuencia de la permisividad del Jefe de Estado. Entre otras cosas, prometió acabar con las multas por dañar el bosuqe y debilitar la protección ambiental.

Pero, ¿cuáles serían las consecuencias de tales medidas? Martín Von Hildebrand, de la ONG colombiana GAIA Amazonas explica que al promover la deforestación se destruye el ciclo del agua que viaja hasta los Andes. “Si sigue así, río arriba en Colombia o Perú nos quedamos sin agua, y lo que bajaría a las hidroeléctricas en Brasil sería insuficiente para generar energía”.

San Pablo, Buenos Aires y Bogotá sufrirían de escasez de agua, porque no solo baja el caudal río abajo, sino que se reduciría la cantidad de sedimentos con que los ríos andinos alimentan los amazónicos, secunda Germán Poveda, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.

El lunes, cuando la capital paulista oscureció dos horas antes de lo normal, por un intenso humo, el mundo se dio cuenta de la magnitud del desastre que se originó hace casi 20 días en los estados Acre y Amazonas. Fue en ese momento que el presidente Bolsonaro tuvo que salir a hablar al respecto y culpó –sin pruebas- a los ambientalistas de haber provocado el siniestro.

Pero el fuego solo es la gota que rebalsó el vaso. “Todos los años hay temporada seca (…), en particular porque la gente que usa el fuego como herramienta de manejo espera a que la biomasa no esté tan húmeda. Los campesinos lo hacen para cultivar; los que talan bosques, para establecer cultivos o ganadería, y así”, lamentó Armentera.

Bajo su percepción, la intensidad de los incendios de este año está relacionada a “algún movimiento organizado por los agricultores, que comenzó en Novo Progresso”.

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Menos dinero para preservación

Vista aérea del bosque subtropical en el Amazonía boliviana. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay

En enero de este año, cuando Bolsonaro asumió la presidencia, amenazó con reducir ministerios clave para la preservación tanto de territorios indígenas como de la Amazonia, aunque al final no cumplió el cometido, asumió otras medidas que tienen en vilo a los ambientalistas.

Carolina Gil, directora de Amazon Conservation Team en Colombia (financiador a de Infoamazonia), alertó que la decisión más preocupante fue cancelar el comité técnico que decidía a dónde iba el dinero de Fondo Amazonia, un organismo financiero que recibe donaciones de Alemania y Noruega, desde 2008, para la conservación de la selva. El manejo del dinero pasaría a operados privados y no al Banco Nacional de Desarrollo (Bndes), que es público. Como consecuencia, ambos países europeos decidieron congelar los 65 millones de euros que entregaban.

Para Martín von Hildebrand, quien trabaja por la conservación de la Amazonia colombiana desde hace 40 años, el discurso que considera que la conservación bloquea el desarrollo económico es anacrónico y peligroso. “Por un lado, invita a la gente a invadir y le abre la puerta a la explotación ilegal de oro, madera y soya, y alienta a la muerte y expropiación de indígenas”, dijo.

Un territorio de todos

Aunque para los expertos Bolsonaro “ha querido sacar pecho diciendo que la Amazonia es de ellos”, en realidad ocupa nueve países. “Lo que pase con la Amazonia de Brasil afecta a todo el continente y al mundo. El vapor de agua que evapora el bosque amazónico es exportado hacia la cordillera de los Andes, y vuelve a bajar por el piedemonte amazónico hasta el río de La Plata, al sur de América. Los glaciares se nutren de esas aguas amazónicas. Ya están desapareciendo gracias al calentamiento de la atmósfera, y si le quitas otra fuente de humedad, se acelera el descongelamiento. Si se sigue deforestando, se altera el ciclo hídrico completamente”, sentenció Poveda.


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