Un puesto de periódicos en Santiago de Chile. La cobertura de la transición energética por parte de los medios de comunicación latinoamericanos presenta lagunas de datos, sesgos y limitaciones de recursos (Imagen: Jose Giribas / Süddeutsche Zeitung Photo / Alamy)

En los últimos años hemos escuchado hablar mucho sobre el calentamiento global, el cambio climático y seguramente algo sobre temas energéticos. Pero dentro de los cambios globales, la transición energética: o el proceso de pasar de una matriz energética de combustibles fósiles a una de fuentes renovables, no ha acarreado la misma atención mediática. 

El reciente informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) enunció los impactos catastróficos que el cambio climático puede tener en el mundo. En América Latina, será especialmente grave al tener sequías cada vez más largas, un aumento del deshielo de glaciares y del nivel del mar, incendios forestales, huracanes más frecuentes, pérdida de biodiversidad y una mayor mortalidad por las olas de calor. 

La transición energética es la forma más directa de desacelerar estos impactos negativos, al reducir rápida y drásticamente las emisiones de carbono que impulsan el cambio climático. Pero a pesar de la evidencia que existe sobre el potencial energético de energías renovables como la energía solar y la eólica, la matriz energética de la mayoría de los países sigue siendo contaminante. En México, según el Balance Nacional de Energía 2020, más del 80% de la energía proviene de combustibles fósiles como el petróleo (56%), gas natural (26%) y carbón (3%). Apenas 11% proviene de fuentes renovables, y de este porcentaje, juntas: la geo energía, solar y eólica, representan poco más de 3%. 

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En Climate Tracker, ONG internacional que apoya el periodismo climático, alarmados ante esta situación, realizamos un rápido ejercicio para medir la conciencia pública sobre la transición energética. Preguntamos en la calle a cuatro personas en México, Colombia y Chile, si sabían qué era la transición energética. En promedio, tres de cuatro personas dijeron no saber de qué se trataba. 

Por supuesto que esta no es una muestra representativa, pero nos dio pie para hacernos la siguiente pregunta: ¿cómo es que los medios de comunicación están abordando la transición energética? Rara vez los periodistas nos miramos y analizamos el trabajo global que hacemos. Yo tuve el privilegio de dirigir la mirada hacia a los medios y con un grupo de 12 periodistas e investigadores de seis países de Latinoamérica cuestionamos cómo nos estaban comunicando la transición energética 36 medios de comunicación. 

Transición energética en medios: falta de definición y enfoque económico

En nuestro estudio, miramos los casos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, República Dominicana y México para entender el fenómeno más a profundidad. También realizamos una serie de entrevistas cualitativas sobre las experiencias de periodistas que informan sobre el clima y la energía en la región. 

En México analizamos 452 piezas sobre transición energética publicadas entre agosto del 2020 a noviembre del 2021 en seis  medios de comunicación: uno de gran difusión, El Financiero; uno público, Once Noticias Digital, uno nativo digital, Animal Político; dos regionales, El Norte y Por Esto!; y una revista especializada, Energía a Debate. 

Una de las primeras cosas que nos impactó, es que el 98% de los artículos no definen el concepto de transición energética. Algunos de los entrevistados atribuyeron a la inmediatez del trabajo periodístico y otros a que consideran que este concepto puede ser entendido por cualquier persona. Además, únicamente 4% de las piezas incluyeron explicaciones científicas, las cuales son esenciales para entender los fenómenos. 

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Otro elemento importante fue la visión economicista en la cobertura, es decir, el ángulo de las piezas sobre transición energética es mayoritariamente el económico: por ejemplo, notas que describen negocios, beneficios financieros o pérdidas económicas asociadas, principalmente, a empresas o industrias energéticas. Esto fue visible en los seis medios analizados. No sorprendentemente El Financiero fue quien más piezas de economía publicó; mientras que Animal Político el que menos piezas emitió. 

Aunque no es muy sorprendente, se comprobó que el tema energético es el que más se discute, mientras que otras áreas cruciales para la transición energética, como el transporte y la industria, están menos presentes en la cobertura.

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También, encontramos que el sector energético es del que más se habla y que en casi 90% de las piezas no mencionan los plazos para lograr una transición, como los necesarios para cumplir las estrategias energéticas de un país, sus objetivos de cero emisiones o las metas de temperatura del Acuerdo de París, por ejemplo. Si no se mencionan los plazos ni las metas para lograr una transición energética, entonces sólo se está contando una parte del proceso pero no hay claridad de cómo se hará, qué se quiere obtener ni en cuánto tiempo. Las metas y plazos son elementos informativos concretos y en el proceso de la transición energética habrá una serie de temas a los cuales se le pueden identificar los plazos y metas. 

Por ejemplo, la Ciudad de México tiene el compromiso de reducir 10% de las emisiones actuales de gases de efecto invernadero para el 2024 con respecto a los niveles del 2016, eso significa no sobrepasar las 24 millones de toneladas de emisiones de CO2 para el 2024. Esas metas y plazos están establecidas en el Programa Ambiental y de Cambio Climático para la Ciudad de México 2019-2024. 

Así como ésta, se puede hablar de metas y plazos de emisiones de CO2 a nivel nacional, o de emisiones de metano (CH4) o, también, de aumentar la capacidad de una fuente de energía renovable. Todo dependerá de la historia periodística, pero tanto los objetivos como los plazos deben considerarse información esencial en el debate sobre la transición energética, para dar a conocer los avances en fuentes de energía específicas, y en regiones concretas.

Además, se puede hablar de objetivos y plazos para reducir las emisiones de CO2 a nivel nacional, o de emisiones de metano o, también, de aumentar la capacidad de una fuente de energía renovable. Por supuesto, su inclusión en una noticia periodística siempre dependerá en cierta medida de lo que se esté cubriendo. Pero tanto los objetivos como los plazos deben considerarse información esencial en el debate sobre la transición energética, para dar a conocer los avances en fuentes de energía específicas, y en regiones concretas.

Sesgo hacia los hombres, nota corta y malas condiciones laborales

También hallamos que los representantes del gobierno y los hombres como fuentes de información son los que más se consultan. La proporción del género de las fuentes fue de 80% hombres y 20% mujeres.

80%

De los 452 artículos sobre la transición energética de  medios de comunicación latinoamericanos analizados por Climate Tracker,el 80% de las fuentes consultadas eran hombres

En el nivel editorial documentamos que el género predilecto fue la nota informativa corta (de menos de 800 palabras) para cinco de los medios; en el caso de Animal Político predominaron las piezas informativas largas, en el género de opinión. 

El problema de la falta de publicaciones de largo aliento y más a fondo, implica que no hay oportunidad de incluir respuestas a dos de las preguntas básicas del periodismo: el cómo y el por qué; las cuales, requieren de espacio para ser contestadas. Además, si hay poco espacio, entonces es muy probable que sólo se incluya el qué, el quién(es), o el cuándo del fenómeno pero no las razones para entenderlo, como ocurriría si se incluyeran más explicaciones científicas. Ahí la importancia de diversificar la extensión de las piezas y priorizar información útil para la ciudadanía. 

De igual manera, tener variedad en los géneros periodísticos permitirá que la ciudadanía pueda entender, especialmente la transición energética que es un tema complejo e involucra de otros conceptos y elementos informativos más para ser entendida.

En las entrevistas también los autores coincidieron en que sus condiciones laborales no son óptimas. Tienen que cumplir un cierto número de cuotas de piezas, laboran en más de un medio de comunicación y reconocen que les hace falta especialización y formación en temas energéticos. Contar con la evidencia que hemos recabado ahora nos permite identificar esas carencias donde se vuelven áreas de oportunidad.

No será fácil ni rápido, pero es también un llamado a editores y autoridades en medios a tomar en serio temas que estarán –quieran o no– en las agendas periodísticas. Opinamos que es posible preparar tanto los espacios (condiciones laborales) como a los y las reporteras para entender y comunicar fenómenos complicados de mejor manera. 

Tanto la crisis climática como la actividad periodística tienen una cierta urgencia de transformarse. En Climate Tracker contamos con oportunidades para periodistas que quieren lograr esa transformación. Una vía para fortalecer el periodismo es a través del análisis de medios. 

La simbiosis entre investigación y periodismo beneficia la democratización de los medios de comunicación y pone en prioridad a la ciudadanía.