La incertidumbre de los Weenhayek en Bolivia por la contaminación y falta de pescado sábalo

El pueblo indígena del Gran Chaco Sudamericano atraviesa una crisis por la afectación a su principal actividad de vida: la pesca en el río Pilcomayo. La reducción de cardúmenes, la sequía, obras civiles y la contaminación profundizan la situación.

Familias Weenhayek en puesto Sabalito durante la faena de pesca.
Familias Weenhayek en puesto Sabalito durante la faena de pesca.

Fotos y texto: Carla Ordoñez /Chaco

En las riberas del río Pilcomayo, los weenhayek sienten que han perdido su fuente de subsistencia: la pesca. Francisco Pérez Nazario, capitán grande de este pueblo indígena ancestral del Gran Chaco Sudamericano, dice que su situación “es crítica”.

Acostumbrados a vivir de especies como el sábalo, hoy los dueños de este territorio, ubicado en el departamento de Tarija y áreas adyacentes a la provincia de Salta, Argentina, ven que sus recursos pesqueros han mermado.

“Ustedes verán cómo quedó el rio, ya no es como en los años 70 u 80, hay muchos sedimentos, ya no hay las concesiones pesqueras”, lamenta Pérez.

Las familias weenhayek a  riberas del río Pilcomayo en buscas de peces.
Las familias weenhayek a riberas del río Pilcomayo en buscas de peces.

Como él, habitantes de la comunidad La Florida acomodan sus redes, sin resultados anhelados. Juan Carlos Velázquez, capitán comunal, cuenta que desde tiempos ancestrales los weenhayek se dedican a esta actividad, por lo que la época de pesca significa una oportunidad para comprarse implementos de primera necesidad.

Más abajo, en la comuniad Tres Pozos, Dionicio Tórrez Sánchez se suma a la frustración. “Nosotros sufrimos, porque esa oleadita que ha pasado no hubo más pescadito. Antes sabíamos cargar varios camiones, ahora la pesca está mal. Los jóvenes se amanecen, sin comer, con frio (pescando)”, dice.

Las causas no han sido investigadas a fondo, pero tanto para pescadores como para los miembros de este pueblo indígena, factores como la construcción de obras civiles en la frontera con Argentina y Paraguay, que consisten en canales  y compuertas que regulan el ingreso del agua destinada para riego y otras actividades productivas de las poblaciones de esa zona; inciden en lo que pasa. A ello se suma la sequía.

Frente a esta situación, “unos van a anzuelear, otros buscan miel. Fuimos a la Alcaldía (de Villa Montes) y no hay programas (productivos) para los weenhayek. Si hablamos de cultivos, hace 12 años estoy aprendiendo a sembrar, pero no nos pasan agua y el agua que sacan los criollos de Provisa (Proyecto Villa Montes-Sachapera) es del Pilcomayo. Dicen que no hay recursos para nosotros”, asegura Dionicio.

Una esperanza fallida

Como sucede cada año, en junio pasado se realizó el levantamiento de la veda, con un gran festival y feria gastronómica a orillas del río Pilcomayo, en Villa Montes (chaco tarijeño). El espectáculo, venta de comidas, artesanías y muestra de otros emprendimientos, realizados por dos días, prometía una buena temporada. Pero el cardumen que llegó en mayo se fue agotando y no se tuvo otro ingreso en cantidad de peces, por lo que el movimiento económico de los sectores dedicados a esa actividad quedó truncado; mucho más para el pueblo originario.

Tomás Rivero, emprendedor gastronómico de la zona de El Angosto, recuerda que antes habíapescados “por toneladas”. Cuando era niño —recuerda—para no tener que cargar con tantos peces en bolsa a sus espaldas, tiraba algunos al agua, “a manera de devolver lo que al río le pertenece”.

Ahora los puestos pesqueros se encuentran vacíos o algunos con poca gente. En la zona denominada Chorro Grande se formaban cascadas “y se sacaba sábalo hasta con la mano”. Otro punto referente de esa época es el Cañón de la Juca.

De acuerdo con  datos de Codefauna (Unidad de Biodiversidad, Conservación y Desarrollo de la Fauna) del Gobierno Regional de Villa Montes, entre 1980 y 1990, se extraían arriba de mil toneladas de pescado por año, cifra que fue disminuyendo en las últimas décadas.

Pescadores criollos y comerciantes

Mientras se escucha el paso del rio, en un campamento en el Cañón de la Juca, Roberto Fernández permanece con su familia esperando capturar algunas especies. Aguas abajo hay rumores de una posible llegada de cardumen. Durante la oleada que pasó lograron sacar algunos sábalos, sardinas y bogas. No lo suficiente.

Emma Valverde, presidenta de la Asociación de Comercializadoras de Pescado  Pilcomayo, coincide en que desde hace varios años se empezó a notar la disminución de peces; algo que hasta ahora no ha generado un estudio a fondo.

Orilla del río Pilcomayo en la zona de San Antonio.
Orilla del río Pilcomayo en la zona de San Antonio.

Ludmila Pizarro, bióloga de Fundación Biochaco, organización no gubernamental dedicada a la investigación de la fauna y flora de la región, refiere que el río Pilcomayo se rige por fenómenos climáticos e hidrológicos de las diferentes estaciones del año. “Cuando tengamos lluvias significativas, nuestro río va a tener la posibilidad de mejorar la migración. Por ser  salvaje, natural, es un río migratorio, los peces requieren de volúmenes de agua, ellos se activan hormonalmente cuando existe la fuerza hídrica química. A partir de los dos años de vida, los sábalos vienen a esta zona reproducirse, pero el fenómeno de El Niño en este hemisferio nos trae sequía y eso se hizo sentir los últimos años en la cuenca del Pilcomayo”, explica.

En busca de ayuda

Los comunarios en una asamblea en San Antonio.
Los comunarios en una asamblea en San Antonio.

Dinar Quispe, responsable de Codefauna (Unidad de Biodiversidad, Conservación y Desarrollo de la Fauna), dependiente del Gobierno Regional de Villa Montes; asegura que en 2022 el cauce del río llegó a 4.50 metros y en esta gestión a 2.50 por las pocas lluvias.

 “Las concesiones (de pesca) están en la parte media, controlamos que se cumplan los pesos y tallas. En la parte de El Angosto, es permitida la pesca solo en un margen del rio. Las artes de pesca autorizadas son: anzuelo, red pollera, red de arrastre, las no establecidas; red cuchara o copo y las trampas”, detalla.

Desde finales de junio, el pueblo weenhayek en coordinación sus capitanías, se moviliza extendiendo invitaciones a las autoridades para que acudan a su sede. Necesitan respuestas ante la afectación que sufren.

Desde entonces se realizaron dos reuniones solo con autoridades locales y regionales. Como el Pilcomayo pasa por tres países —Bolivia, Paraguay y Argentina— el papel de la Cancillería es fundamental para las soluciones.

Ahora los sitios donde se limpiaba el pescado se encuentran vacíos.
Ahora los sitios donde se limpiaba el pescado se encuentran vacíos.

Ante la amenaza de bloqueo de la ruta 9, desde dicha instancia nacional se acordó hacer informes entre instituciones para una declaratoria de desastre en Villa Montes, los documentos y propuesta debían presentarse el 20 de julio. El día de la reunión, los representantes de Cancillería boliviana no llegaron al lugar fijado, pero llamaron a los Weenhayek a trasladarse a los antiguos ambientes de la Universidad Juan Misael Saracho de Tarija.

Una parte inició un bloqueo en el puente Pilcomayo, mientras que otra comisión presidida por su capitán grande fue hasta la Universidad local, donde se sumaron grupos con otro dirigente originario. Surgieron discusiones por la legalidad del mismo y acusaron a la comisión de no respetar los acuerdos, y de inclinarse por autoridades según su línea política.

Ante la presión y luego de varias horas, la representante de Cancillería presentó el plan elaborado con las instituciones locales de Villa Montes, con posibles soluciones inmediatas, a mediano y largo plazo.

Una de ellas es la declaratoria por desastre hidrológico en el Pilcomayo, que fue aproaba en días pasados. El Viceministerio de Defensa Civil comprometió ayuda humanitaria para las familias afectadas.

Al respecto, el máximo dirigente weenhayek, Francisco Pérez Nazario, manifestó que continuarán las coordinaciones, para seguir tratando y ahondando en posibilidad.

A todos los acontecimientos mencionados, se suma otro factor que profundiza la crisis del Pilcomayo, un informe emitido por el SEDES (Servicio Departamental de Salud de Tarija) tras la toma de muestras en cinco puntos de Villa Montes, el Instituto Nacional de Salud Ocupacional (INSO) de La Paz,  determinó en los resultados la presencia de metales pesados como plomo y mercurio. 

Detallando, 0.81  de mercurio en zona de El Pibe; 0.71 y 0,30 de plomo, en el puente colgante; 0.58, en Peña Colorada; 0.55, en el puente Ustárez, y 0.75 en puente ferroviario. Las cifras superan el límite permitido de 0.5 mg/kg.


Sobre el tema, la bióloga Ludmila Pizarro asegura que desde hace años la contaminación en los peces es evidente, pero las autoridades adoptaron la problemática de manera pasiva y no se tuvo medidas de prevención respecto a la actividad minera en la cuenca alta. “Ya se mencionaba concentraciones fuera de la norma, no hacían eco de la situación, dejaron pasar años para mostrar esa realidad, con la ruptura del dique de colas en Potosí, no hay otro camino que seguir, el problema central que es la contaminación”, advierte.

De acuerdo a Pizarro, la actividad minera debe contar con estrategias de prevención y solución, que permitan reducir el impacto y pérdida de calidad de vida de los recursos acuáticos de las poblaciones que viven del Pilcomayo.

El asambleísta departamental de Tarija, Jorge Sanguino Molina declaró que las autoridades deben socializar los estudios realizados y tomar acciones inmediatas para la nivelación de los metales pesados en la carne del pescado. “Se debe coadyuvar a la vida hídrica del Pilcomayo. Deben coordinar el trabajo. Si no se hace, se puede generar zozobra en la población, puede empeorar el ámbito comercial y de la salud”, dijo.

Luego del anuncio lapidario para sectores que viven de la pesca, se registraron bajas en ventas de sábalo. Si bien se comercializa pequeñas cantidades por la escasez, las personas prefieren otras especies, como el pacú o sábalo argentino, según relató Sarita Montero, comercializadora de pescado. “Con eso ya no quieren comprar el sabalito, estamos muy preocupados”. El sector solicitará a sus dirigentes, una reunión con el Gobierno Regional de Villa Montes, y que la institución haga otros estudios para contrastar con los emitidos por el nivel departamental.

Respecto al municipio de Yacuiba, que tiene algunas comunidades weenhayek, el capitán comunal de Crevaux, Marco Romero, manifestó que coordinan con asesores del Gobierno Municipal y Defensa Civil para la ayuda a las familias afectadas. Afirma que en el campo ferial de Yacuiba, se encuentran los productos.

En cuanto a la contaminación, se reunirán para emitir un manifiesto, requieren el acompañamiento de profesionales en la explicación del estudio realizado, el cual debe ser integral, ya que si los peces están afectados, también podrían estar otros animales que consumen agua del rio.

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