Directa o indirectamente, los bosques aportan beneficios importantes para la salud de todas las personas, no solo de aquellas cuyas vidas están estrechamente entrelazadas con los ecosistemas forestales, sino también de las personas que viven lejos de los bosques, como las poblaciones urbanas.
Si bien el reconocimiento de la importancia de los bosques para la seguridad alimentaria y la nutrición ha aumentado notablemente en los últimos años, su función para la salud del ser humano ha recibido menos atención. La nutrición y la salud están intrínsecamente relacionadas: no puede lograrse una buena nutrición si no se goza de buena salud, y viceversa. Por tanto, cuando se abordan los vínculos con los bosques, es esencial abordar la salud y la nutrición al mismo tiempo.
Sin embargo, los bosques también aportan una amplia gama de beneficios para la salud y el bienestar del ser humano que van más allá de los que generalmente se asocian a la seguridad alimentaria y la nutrición.
Reconocer que los bosques son esenciales para el bienestar de todas las personas, y generar un entorno propicio en el que las personas puedan beneficiarse de ellos, puede ayudar a transformar las interacciones de las personas con los ecosistemas forestales, especialmente en un mundo en rápido proceso de urbanización.
¿De qué manera contribuyen los bosques a la salud de las personas que viven en ellos o en sus inmediaciones?
Consumo de alimentos forestales
La carencia de nutrientes es un desafío crítico para la salud del ser humano. Los bosques proporcionan productos comestibles que aportan macro y micronutrientes para una alimentación saludable, como frutas, hojas, nueces y semillas, hongos, miel, carne de animales silvestres e insectos.
Si bien es posible que los alimentos del bosque aporten pocas calorías, forman una parte fundamental de las dietas que consumen habitualmente las poblaciones rurales, que suelen estar aquejados por la pobreza y la inseguridad alimentaria.
También contribuyen a la diversidad alimentaria, lo que aumenta la diversidad del microbioma intestinal, mejorando la salud. Los alimentos forestales revisten especial importancia nutricional y cultural para las comunidades indígenas.
Datos y cifras:
- Se estima que en el mundo hay 820 millones de personas subalimentadas y más de 2 000 millones de personas con carencia de micronutrientes.
• Un estudio de los datos de 43 000 hogares de 27 países de África reveló que la diversidad alimentaria de los niños expuestos a los bosques era al menos un 25% mayor a la de los niños que no lo estaban. • Un estudio realizado en 22 países de África y Asia reveló que las comunidades indígenas usaban, en promedio, 120 alimentos silvestres por comunidad. • En el África central, la carne de animales silvestres y los productos pesqueros representan el 85% del aporte proteínico.
Medicamentos obtenidos del bosque
Las enfermedades plantean un desafío singular para la supervivencia de los habitantes de los bosques. Las enfermedades transmisibles son particularmente variadas en los ecosistemas forestales, en especial en los ecosistemas tropicales húmedos y cálidos, y las comunidades forestales suelen estar alejadas de los servicios de salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos el 80% de la población mundial depende de la medicina tradicional para satisfacer las necesidades de asistencia sanitaria primaria.
El conocimiento autóctono de las plantas medicinales constituye una parte importante de los sistemas asistenciales tradicionales.
Datos y cifras:
• El ser humano viene utilizando plantas medicinales de los bosques por al menos 5 000 años. El número total de especies vegetales que se utilizan con fines medicinales podría llegar a 50 000.
• Más de 1 000 millones de personas en todo el mundo utilizan hierbas medicinales y remedios caseros para tratar la diarrea en niños.
• En la India, las plantas de los bosques se utilizan comúnmente para tratar la mordedura de serpiente, el asma, la ictericia, la hidropesía, los problemas ginecológicos, las hemorroides, la elefantiasis, la bronquitis, el reumatismo, la lepra, la diabetes, el cáncer, la neumonía, la parálisis, la faringitis, las úlceras, la disentería, la tos, las enfermedades de la piel, la fiebre y la insuficiencia de lactancia.
• En China, casi 5 000 de las más de 26 000 especies de plantas autóctonas (el 19%) se utilizan como fármacos. Combustibles forestales: fuente de beneficios y de riesgos para la salud Los combustibles forestales suelen ser la fuente de combustible más barata, más fácilmente disponible y más accesible para las poblaciones rurales. Al utilizarlos ampliamente para cocinar, elaborar y conservar alimentos y para esterilizar el agua, son de importancia vital para disminuir la incidencia de las enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua. La cocción es necesaria para utilizar algunos alimentos, mejora la calidad y la absorción nutricionales y aumenta la disponibilidad biológica de determinados micronutrientes, como el betacaroteno y el licopeno.
El agua potable no tratada puede contener parásitos y patógenos que causan diarrea, tifus o disentería. Alrededor del 20% de las personas de los países en desarrollo tratan su agua potable hirviéndola. Con todo, el humo de los combustibles forestales puede suponer un grave riesgo para la salud humana, especialmente para las mujeres y los niños, si se los quema de forma inadecuada. La contaminación del aire en los hogares
La mujer, los bosque y la salud
No es posible abordar el nexo entre los bosques, la salud y la nutrición sin tener en cuenta los aspectos de género. En los países en desarrollo, son más que nada las mujeres quienes controlan el uso de los recursos naturales en favor de la nutrición y la salud: ellas recolectan y esterilizan el agua, recolectan los combustibles y proveen sus hogares de alimentos y medicinas.
Las mujeres son las guardianas de los conocimientos tradicionales sobre la biodiversidad local, sobre cómo transformarla en productos comestibles y medicinales y sobre cómo gestionarla de forma sostenible.
El empoderamiento de la mujer y la garantía de sus derechos a los recursos forestales llevan a mejorar los resultados en materia de salud y nutrición, porque las mujeres tienden a utilizar los ingresos que obtienen de las actividades forestales para alimentar a sus familias.
Es el riesgo ambiental individual más peligroso para la salud en todo el mundo. Las personas que padecen malnutrición y carencia de nutrientes son más susceptibles a las enfermedades relacionadas con la mala calidad del aire.
Datos y cifras:
• Más del 75% de los hogares rurales (así como el 20% de los hogares urbanos) dependen principalmente de combustibles forestales para cocinar.
• Se estima que, en 2015, 663 millones de personas de todo el mundo no tenían acceso a agua potable limpia e inocua y tenían que abastecerse de agua de pozos, manantiales y aguas superficiales sin protección.
• Cerca de 1 400 millones de personas en países en desarrollo tratan el agua potable hirviéndola, y alrededor de 765 millones de personas (más del 10% de la población mundial) utilizan combustibles forestales a tal fin.
• El humo de los combustibles sólidos, como la biomasa, está asociado a cerca de 4 millones de muertes al año por enfermedades pulmonares, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y cardiopatías isquémicas, y también puede causar ceguera.
Bienestar cultural, espiritual y salud mental
El bosque suele tener una importancia cultural que es fundamental para la salud espiritual de las personas y las comunidades que viven en zonas boscosas o en sus inmediaciones. Las poblaciones indígenas suelen asociar el bienestar del bosque con un mayor bienestar colectivo y comunitario en un sentido amplio, percibiendo un vínculo entre las tierras sanas y las personas sanas.
En esas culturas se ha observado que la degradación de los bosques y la deforestación tienen efectos negativos en la salud mental.
FUNCIÓN DE LOS BOSQUES PARA LA SALUD DE LAS POBLACIONES URBANAS Y DE LAS SOCIEDADES INDUSTRIALIZADAS
Mitigación del estrés urbano Los bosques urbanos y periurbanos ofrecen espacios verdes para el ejercicio y la recreación y ayudan a recuperarse del estrés de la vida urbana. Amortiguan el ruido, reducen el efecto de la isla térmica urbana, que puede ser letal durante las olas de calor, y absorben la contaminación del tráfico y de las industrias, ayudando así a protegerse de enfermedades respiratorias.
La exposición a la naturaleza parece reducir las desigualdades en cuanto al estado de salud relacionadas con los ingresos; se ha visto que concede mayores beneficios a los grupos de menor nivel socioeconómico, tal vez porque puede mitigar los factores que explican las tasas de enfermedad por lo general más altas en esos grupos.
Datos y cifras:
• Más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas y se prevé que esta proporción aumentará al 68% para 2050.
• El rápido crecimiento de la población urbana y las elevadas tasas de pobreza se han asociado a un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles.
• La sombra que dan los bosques y árboles urbanos en algunos lugares puede reducir el efecto de la isla térmica urbana de 4 a 5 °C. Productos forestales y dietas saludables
La modernización, la urbanización, el desarrollo económico y el aumento de la riqueza están asociados a una transición nutricional: el paso de dietas tradicionales basadas en productos básicos a un mayor uso de alimentos empaquetados y elaborados y a dietas con un alto contenido de azúcares, grasas trans y alimentos de origen animal. Esta transición a dietas poco saludables, sumada al menor ejercicio físico, es un factor importante que contribuye al aumento mundial del sobrepeso y la obesidad y las enfermedades no transmisibles conexas, como enfermedades cardíacas y pulmonares, accidentes cerebrovasculares, el cáncer y la diabetes de tipo 2.
Las dietas tradicionales de alimentos integrales y saludables basadas en diversos recursos vegetales y animales obtenidos de arboledas y bosques, que tienen un contenido fundamentalmente bajo en grasas y alto en proteínas y carbohidratos complejos, son prometedoras a la hora de reducir esas enfermedades.
Los alimentos obtenidos de los bosques, como los hongos y las bayas, han contribuido por mucho tiempo a la alimentación incluso de las poblaciones de países industrializados. La globalización está ayudando a ampliar la variedad de alimentos de los bosques tropicales que llegan a los consumidores urbanos.
En los últimos años, el consumo de insectos comestibles también ha comenzado a aceptarse en algunos países en los que no forman parte de dietas tradicionales, por ejemplo, en América del Norte y Europa.
Datos y cifras:
Una encuesta realizada en más de 17 000 hogares de 28 países europeos reveló que en 2015 casi el 92% había consumido productos forestales silvestres (productos de caza, hongos, plantas comestibles); el 82% de ellos había comprado esos productos en una tienda, mientras que el 25% los había obtenido por recolección directa.
Productos farmacéuticos forestales Los fármacos de origen vegetal cumplen una función cada vez más importante en la medicina moderna.
Numerosos productos farmacéuticos comerciales derivan de especies forestales tropicales. Muchos de esos medicamentos fueron detectados por ser parte de los sistemas tradicionales de asistencia sanitaria de los habitantes de los bosques, mientras que otros se han descubierto gracias a la selección farmacológica. Si bien algunos de esos productos ahora se sintetizan, otros se siguen recolectando en el medio silvestre.
Los países en desarrollo aportan dos tercios de las plantas utilizadas en los sistemas de medicina modernos, pero en general son los países desarrollados los que se benefician económicamente de ellos. Una mayor capacidad para aprovechar esos recursos podría tener efectos positivos en la prestación de asistencia sanitaria en los países en desarrollo.
Datos y cifras:
• Entre los fármacos derivados de especies forestales cabe destacar: la quinina derivada de la Cinchona spp., que solía ser la substancia antipalúdica más utilizada; los fármacos para el tratamiento del cáncer derivados del bígaro rosado (Catharanthus roseus); el paclitaxel, un agente contra el cáncer obtenido originalmente de la corteza de tejo del Pacífico.