Quién es Nancy Barba, la guardaparque que generó un movimiento para pedir su retorno al Parque Nacional Otuquis

Oriunda de Rincón del Tigre, no hace mucho recibió un reconocimiento por nueve años de servicios en el área protegida. Fue restituida en el cargo tras la indignación que generó su despido.

Nancy Barba Bejarano llora con cierta facilidad cuando recuerda momentos difíciles que vivió durante los incendios forestales de 2019 en Bolivia. Llora también cuando habla de sus padres, quienes en principio no apoyaron su decisión de ser guardaparque. Llora porque siente que lo mucho que hizo por el área protegida donde trabajó los últimos nueve años -el Parque Nacional Otuquis- no fue reconocido cuando el 2 de julio le llegó un memorándum de despido.

El documento oficial dice que su salida se debió a una “decisión unilateral del contratante, en el marco de las atribuciones del director ejecutivo del Sernap (Servicio Nacional de Áreas Protegidas)”, dando por sentado que no hubo otro motivo. Por eso su salida causó indignación entre quienes la conocen, entre activistas, profesionales, sus colegas.

Inicialmente, Nancy había decidido no hacer nada al respecto. “Iba a dejar a Dios que haga su justicia”, asegura. No se dio cuenta que un movimiento muy grande se generó en redes sociales pidiendo su restitución, con lo cual, decidió defenderse y pedir su reincorporación. «Tengo la conciencia tranquila», asegura, porque entiende que la represalia surgió después que se negara a prestar un deslizador y un motor fuera de borda para pescar en el río Paraguay. También porque pidió una orden escrita para permitir el paso de camiones con mineral por el Parque Nacional, de parte de la Empresa Siderúrgica del Mutún (ESM).

Así se sumó a la protesta, la Red de Mujeres de Conservación de Latinoamérica y el Caribe.

Con esa convicción, de haber actuado conforme a norma, envió una carta solicitando su reincorporación. A la misiva se sumó el pronunciamiento de la Red de Mujeres de Conservación de Latinoamérica y el Caribe, la Asociación Boliviana de Guardaparques, Agentes de Conservación (Abolac), y circuló en redes sociales un documento para sumar firmas de apoyo a la causa. Gracias a ese movimiento, la tarde del lunes se conoció que el director del Sernap, Teodoro Mamani, dejó sin efecto el despido.

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En primera línea

Nancy en la zona de los incendios.

Durante los incendios forestales, los guardaparques son quienes están en primera línea contra fuego. Muchas veces son quienes primero reportan los focos de calor y luego se convierten en guías para los bomberos voluntarios, por el dominio de sus zonas. También se cargan la mochila con agua a la espalda y acuden a sofocar llamas, con lo cual su labor es vital en la protección y conservación de los parques nacionales.

En el caso de Otuquis (Santa Cruz), se trata de uno de los más vulnerables al fuego, dada su vegetación. A Nancy, de hecho le tocó no solo apoyar a sus compañeros varones, sino también cocinar para muchas personas e incluso poner en riesgo su vida.

“En una ocasión, en 2019, nos tocó estar hasta de mañanita en los incendios. Hacía frío y nosotros estábamos mojados, no teníamos chompa, ni había dónde protegernos”, dice.

Otras jornadas, donde hubo que caminar varios kilómetros, le tocó recibir ayuda de paramédicos tras un desmayo. “Entramos a un lugar donde llegamos a un punto, donde no podíamos volver, era inaccesible. Ellos (soldados) llegaron al campamento antes, nosotras (con la otra guardaparque de Otuquis), nos quedamos atrás con un colega que nos ayudó. A medio camino se nos terminó el agua”.

Nancy llora porque recuerda que ese día ella y sus compañeros llegaron al campamentos con esfuerzo sobrehumano. Ni bien pisó el lugar seguro, se desmayó.

Una vida entre árboles y animales

Durante los recorridos por Otuquis, una de las áreas protegidas más vulnerables a incendios forestales.

Barba es de la comunidad San Francisco de Rincón del Tigre, en el municipio de El Carmen Rivero Tórrez, Santa Cruz. La cercanía con Puerto Suárez, ingreso al Otuquis, la llevó a postular a uno de los tres puestos que había para ser guardaparque. Tras superar exámenes y pruebas, entró junto a otra colega mujer y a un varón.

Al principio, cuenta, su padre no aceptaba tal situación. También tuvo que enfrentar comentarios como: ¿qué hace una mujer en medio de tantos hombres? De a poco demostró que la formación de su hogar le permitió hacerse respetar incluso en circusntancias extremas, como se vive en lugares como Puerto Busch, donde el campamento de los guardaparques es una vieja embarcación que está en el río.

“Los campamentos no son cómodos como para pedir una habitación por ser mujer. Tuve que compartir con ellos, quienes siempre me trataron con respeto. Yo vengo de una comunidad, me he criado en medio de la naturaleza, por eso no me fue tan difícil”, dice.

Con el documento en mano, Nancy puede volver a sus funciones. Lo único que espera es que el trato hacia ella mejore, “porque le último mes fue terrible”.

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