Además de hacer los controles, los guardaparques reparten algunos insumos en las comunidades.

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La Región/ Fotos: Archivo RB-EBB

Dicen que las montañas se forman granito a granito. Así lo confirmó la bióloga Ninostka Burgoa, quien en su afán de ayudar a los guardaparques de la Reserva de la Biósfera Estación Biológica del Beni (RB-EBB) reunió Bs 1.960 en un remate virtual de barbijos reutilizables.

Aquello que comenzó con la idea de aportar en algo a quienes estas semanas se han convertido en parte vital de la lucha contra el coronavirus para preservar al pueblo Tsimane, se convirtió en algo no esperado. “Pensé reunir 500 bolivianos con mucha suerte”, dice la también creadora de Artyka.

Para Carola Vaca, la directora del área protegida, el monto servirá para comprar insumos de bioseguridad y los alimentos que sean posibles, tanto para el cuerpo de protección como para los pobladores de las diez comunidades que están dentro de la reserva.

 

Una carrera de obstáculos

Inicialmente, Ninostka confeccionó los protectores para enviarlos a los 15 dependientes de la RB-EBB. Al darse cuenta que era difícil la encomienda por la cantidad de controles que hay en los municipios, decidió venderlos. Por sus redes sociales convocó a sus seguidores a pugnar por diseños con cuatro capas de protección y detalles que cautivaron a los amantes de los murciélagos.

La puja estaba prevista hasta las 20:00 del miércoles. En pocas horas, recibió 52 mensajes por sus cuentas de Facebook, Instagram y Whatsapp, de los cuales 28 disputaron los implementos. Finalmente, 12 de ellos se llevaron las 16 piezas confeccionadas. Una persona pagó Bs 210 por un barbijo, mientras que otra dio Bs 355 por tres. Una vez confirmados los ganadores, la bióloga los contactó y se apresta a entregar las piezas, recibir el dinero y depositarlo para que puedan usarlo en Beni.

Necesidades apremiantes

En las diez comunidades que hay dentro del área protegida viven unas 900 familias.

La realidad de los pueblos indígenas en el Beni es preocupante. En el caso de los Tsimane, solo en la RB-EBB hay como 900 familias. Cada una de ellas tiene hasta 15 o más miembros, porque en una choza viven los papás, los hijos y una docena de nietos, explica Vaca. Ellos se encuentran aislados y solo salen para cobrar sus bonos a los pueblos más cercanos. Lo hacen descalzos porque así es su forma de vida. En las trancas, los guardaparques les dan jabón para que se laven las manos y, al volver, también lavan sus pies, así no se arriesgan al contagio.

Aquellas poblaciones que están mucho más adentro del bosque no tienen contacto alguno y sus necesidades son más grandes aún.

“Hay mucha tuberculosis en la población y en esta época no tienen muchas proteínas. Cuando termina la época de lluvia, no hay mucho pescado ni pueden comer huevos de peta (tortuga). En los niños hay desnutrición, anemia, no hay apoyo médico. A inicios de este año vimos morir a un niño por un cuadro crítico de desnutrición. Son una población de riesgo y se los trata de forma igualitaria, cuando sus necesidades y riesgos son mucho más grandes”, lamenta Carola.

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Acciones

Por ello, con el monto recaudado se comprará barbijos, guantes, jabón y sal. Esta última es muy necesaria como medida mínima de prevención, porque tanto guardaparques como los Tsimane la usan para hacer gárgaras.

Aunque en el punto de destino las compras se encarecen, el dinero será muy útil, ya que podría alcanzar hasta para comprar otros alimentos como azúcar.

Esta es una manera de proteger a quienes protegen a los pueblos indígenas, pero además continúan con su labor de control y vigilancia.

“Lamentablemente cuando los cuartoneros (taladores ilegales de madera) no duermen ni tienen cuarentena, por eso siempre están los guardaparques, controlando”, explica la directora.

Se busca que aquellos que brindan protección cuenten con los insumos necesarios.

Durante este tiempo, a esa labor, se sumó la de controlar el cumplimiento de la cuarentena, ya que así como muchos indígenas asumen que están en riesgo, otros tienen necesidades apremiantes y buscan salir en busca de generar algún recurso.

“Se puede pensar que los barbijos y la sal son insumos baratos, pero esos insumos, cuando son comunidades muy humildes, no los tienen. En muchos casos se ha limitado la economía básica que tenían (los comunarios) de vender yuca, plátano. Pescaban un poco para vender y sacar al pueblo, pero no lo están haciendo. No tienen, no podemos exigirles que tengan jabón permanente para lavarse y eso es muy necesario”.

Para saber del área protegida

Muchas comunidades se aislaron porque están muy adentro del bosque.

Reserva de la Biósfera Estación Biológica del Beni (RB-EBB) es parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Bolivia (SNAP). Se creó el 5 de octubre de 1982 y está al sudoeste del Beni, entre las provincias Yacuma y Ballivián. Tiene una superficie de 135 mil hectáreas.

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