En enero de 2019, esta paraba Jacinta (Anordorhinchus hyacintinus) fue encontrado en una hacienda del ANMI San Matías, Santa Cruz. Tenía las alas dañadas y le daban arroz, entre otros alimentos que no eran aptos para la especie. El fotógrafo de naturaleza, Alejandro De Los Ríos, lo llevó a Santo Rosario, una propiedad contigua al hallazgo, donde comenzó su rehabilitación.
Al parabo juvenil le pusieron el nombre de “Chinto” y tras recibir la recomendación del experto en este tipo de aves, Mauricio Herrera, de darle una alimentación rica en grasas para recuperar sus plumas; se comenzó con su nueva dieta. Al principio, se le daba frutas y almendras benianas, pero como no eran de su agrado y dado que en la zona hay totaíses y motacusales, se dedujo que las semillas molidas de estos frutos serían ideales.
Don Guillermo (foto) y su hijo Froilán Durán se encargaban de moler las caluchas de los totaíses para alimentar a Chinto. De a poco, sus alas comenzaron a brillar. Al cabo de unos meses, empezaron a recuperarse, así que otro experto -Juan Carlos Urgel- dijo que podía volar.
Antes de que empezara a levantar vuelo, los cuidadores de Santo Rosario, liderados por Alejandro De Los Ríos, empezaron a ponerle alimentos en una zona más alejada, y a ponerlo en una estaca para que interactúe con cinco parabas que llegaban a la zona. “Al principio Chinto tenía miedo, pero luego respondía a los otros parabos”, dice De Los Ríos.
Con la paciencia y dedicación necesaria, Chinto empezó a volar. La primera vez, solo 200 metros, con un aterrizaje muy malo. Luego el ave perdió miedo y empezó a alejarse un poco más. Claro, para entonces ya tenía “pareja”, una paraba a la que llamaron Spica, con quien compartía su alimento y quien le enseñó varias habilidades.
Así fue el primer aterrizaje de Chinto. Luego tomó confianza.
Chinto y Spica, hay varias imágenes donde se los ve cerca. Incluso la hembra se acercaba a las personas que cuidaban a la paraba, con cierto recelo.
En enero de 2020, Chinto empezó a volar más lejos y no volvió. Sus cuidadores creen que regresó en julio pasado, aunque no se tiene certeza que fuera él. “Piensan eso porque él era manso y se acercaba”, dice De Los Ríos.
Chinto fue inmortalizado por el lente de Alejandro De Los Ríos, esta imagen ahora es parte de una camiseta que está a la venta, como símbolo de que con paciencia y el apoyo de expertos, es posible devolver a un ave de estas características a su hábitat.