Jóvenes indígenas y campesinos de Beni ganan premio internacional por su trabajo para enfrentar la pérdida de biodiversidad en su territorio

Este año la Asociación de Jóvenes Reforestadores en Acción de Riberalta está entre las 10 organizaciones que obtuvieron el Premio Ecuatorial 2021. El PNUD reconoce iniciativas y soluciones sobresalientes en desarrollo rural.

La Asociación de Jóvenes Reforestadores en Acción (Ajora) de Riberalta acaba de ganar el Premio Ecuatorial 2021. El reconocimiento lo entrega el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desde hace 12 años, a organizaciones que demuestran iniciativas sobresalientes en desarrollo rural.

En esta ocasión, 63 jóvenes de las comunidades campesinas benianas Nazareth, San Ariel, Bella Flor, Medio Monte y San Juan del Urucú, así como la comunidad indígena tacana Carmen Alto, obtuvieron uno de los diez galardones. Sus actividades tradicionales, prevención de incendios y restauración de áreas degradas les permitieron generar modelos agroforestales sostenibles para revertir la pérdida y degradación de sus territorios comunales en la Amazonia boliviana.

Para la organización, con estas acciones, la Ajora brinda esperanzas a otros jóvenes, en un momento en que el mundo enfrenta una crisis planetaria sin precedentes, debido al cambio climático y la degradación ambiental.

«Los ganadores del Premio Ecuatorial de este año demuestran que esta transformación ya se está produciendo en todo el mundo: sus increíbles soluciones basadas en la naturaleza proporcionan un modelo para resolver nuestra emergencia planetaria. Los ganadores de este año ejemplifican el tipo de cambios que necesitamos ahora, y nos inspiran a seguir sus pasos», dice Achim Steiner, administrador del PNUD.

La Ajora fue seleccionada entre más de 600 nominados de 126 países. Se postuló a cooperativas que comercializan frutas cosechadas de forma sostenible y cultivos orgánicos como alternativa a la tala y la caza furtiva en reservas forestales; un grupo indígena que lucha por proteger su territorio ancestral de la explotación petrolera; una organización local que protege ecosistemas de humedales críticos, ayudando a mitigar los efectos adversos del cambio climático y salvaguardando las fuentes de agua para cientos de comunidades; y un grupo de defensa de base que promueve la transición a la agricultura orgánica basada en prácticas tradicionales, lo que ha llevado a su gobierno a comprometerse con la producción de alimentos orgánicos en  los próximos diez años.

El fuego marcó la vida de los ganadores

En años anteriores, el territorio de estos jóvenes fue afectado por incendios forestales, con desastrosos efectos para la flora y fauna. Se quemaron grandes extensiones de bosques y, con ello, valiosos árboles maderables así como la castaña, que solía ser la principal fuente de ingresos de las familias locales.

El fuego también arrasó con algunas viviendas y cultivos agrícolas, dejando atrás suelos degradados que en muchos casos fueron colonizados por sujo, un pasto invasivo que no solamente inhibe la regeneración del bosque, sino que es muy susceptible a nuevos incendios. En este contexto años tras año se pierden más recursos naturales, y la producción forestal y agrícola se vuelve cada vez más difícil.

Esta situación adversa provocó una reflexión profunda sobre el futuro poco alentador que les esperaba a estos muchachos si no hacían algo para revertir las tendencias de degradación ambiental.

Por ello, con apoyo del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) se organizaron y diseñaron una estrategia que combina actividades productivas con acciones enfocadas en la protección y recuperación de los recursos naturales.

Entre las actividades, se capacitaron en combate de incendios e implementaron fajas de seguridad para reducir el riesgo de que el fuego ingrese a las áreas boscosas y de cultivo. Dichas fajas fueron reforestadas con especies tolerantes a la sequía y también con cultivos de piña y mando, lo cual les permite generar recursos económicos.

También implementaron sistemas agroforestales donde cultivan frutales como el cacao, el copuazú y cítricos, además de especies maderables y medicinales.

Como en las comunidades mencionadas también hay bosques naturales con cacao, a tiempo de evitar que los cacaotales silvestres caigan víctimas del fuego, los jóvenes iniciaron acciones de manejo para incrementar la productividad de estas parcelas.

Siguiendo los pasos de sus padres, el año pasado empezaron a acopiar cacao de sus comunidades, para su transformación y comercialización como Ajora. A inicios de 2021 los granos de una de las socias, Barbarita Ayala, fueron seleccionados como mejor cacao de Bolivia en el Salón de Cacao y Chocolate – Bolivia. Al obtener el Primer Lugar queda habilitada para representar al país en el evento mundial #CocoaAwards2021, a llevarse a cabo en Paris, Francia.

En cuanto a restauración de áreas degradadas, se iniciaron prácticas agroforestales que permiten acelerar procesos de regeneración natural del bosque, como la siembra de leguminosas como la canavalia, la arveja y el pacay, que permiten reducir el sujo y mejorar los suelos. Una forma muy concreta de asegurar que en el futuro hay mayores opciones económicas.

Teniendo en cuenta que uno de los problemas de los incendios es la reducción de especies polinizadoras, empezaron a criar abejas, tanto melíferas como especies nativas. En años anteriores esto les permitió acceder a proyectos para mejorar y aumentar su producción de miel.

Finalmente, aparte de estas actividades enfocadas en la producción sostenible y la restauración ecológica, ek trabajo coordinado ha dado la oportunidad a estos jóvenes, de mejorar mucho sus capacidades. Por ejemplo, aprendieron a analizar problemas y elaborar propuestas, desarrollar proyectos e iniciativas productivas propias. Mientras que varios de ellos actualmente estudian en universidades y escuelas técnicas, y otros ingresaron en la producción comercial de plantines, la costura y la artesanía como opciones complementarias de generación de ingresos.

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