Isapi Rua/ Incahuasi
A las cinco de la mañana del 10 de septiembre, Celso Juandela emprende su caminata de 40 kilómetros para iniciar su trabajo en el corazón de la Reserva y Área deManejo Integrado Incahuasi. Lleva una mochila desgastada por el tiempo y la experiencia; una bolsa de hojas de coca, unas chalas de maíz, un puñado de tabaco molido y una botellita de alcohol. En unas horas, este hombre guaraní de 53 años se adentrará en esta área protegida de 29.000 hectáreas, situada en la serranía Incahuasi, un macizo montañoso que está en el municipio de Villa Vaca Guzmán, en el límite entre Chuquisaca y Santa Cruz
Desde hace tres años, Celso registra y monitorea la biodiversidad de flora, fauna, las fuentes del sistema hídrico y cualquier acción ilegal o amenazas de este sitio. Camina desde su comunidad, Caraparirenda, entre ocho a doce horas, para monitorear el corazón de la reserva, que compone el 35 por ciento de toda el área de manejo integrado. Además de su mochila, sus herramientas de trabajo son un machete y un teléfono inteligente.
“Si la naturaleza muere, morimos también nosotros”, dice mientras busca señal de internet para enviar fotos de una colmena de abejas señorita (Tetragoniscaangustula) mediante la aplicación MAPinr, que registra la ubicación y la categoría de la especie; datos que son sistematizados por la Fundación Natura, institución no gubernamental que trabaja en conservación.
Entre las especies que ha registrado hay mamíferos como: pumas, tapires, venados, oso hormiguero, tatú, gato de monte, zorro, zorrinos y tejones. Pero las huellas de las que más está pendiente Juandela son las del Oso Jukumari (Tremarctosornatus), catalogado como una especie “Vulnerable”, tanto por el Libro Rojo de los Vertebrados de Bolivia como por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
En la serranía Incahuasi, esta especie ha sido observada muy rara vez. Aunque el custodioy la bióloga Claribel Villarroel, quien fue parte de Natura durante la creación de la reserva, se convencieron de su presencia, cuando él encontró huellas en uno de sus recorridos, en 2021.
“Buscar al Jucumari, es como buscar fuentes de agua viva y para nosotros era imposible”, cuenta la experta. En su infancia le contaron historias del también conocido como oso de anteojos, por eso se emociona al hablar de este mamífero. En 2000, la hazaña de registrarlo atrajo a la revista National Geographic, hecho que la impulsó a estudiar biología.
Durante su convivencia con las comunidades guaraníes aledañas a la reserva, Villarroel observó que, en la memoria de sus ancestros, el Jucumari está ligado a la presencia del agua y de otros animales silvestres que ya no se observa.
“Últimamente no se sabía de este animal, porque con el agua, se han ido los Jucumaris”, recuerda, mientras observa junto a Juandela, el mayor túnel del país, que atraviesa la serranía, en proceso de construcción desde 2015.
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La construcción del túnel, dañó el sistema hídrico que proveía agua a cinco comunidades de la TCO (Tierra Comunitaria de Origen) Itikaraparirenda.
“Tururumba, Arrayan y otras comunidades están sin agua, porque el túnel rompió bolsones de agua”, explica Celso mientras toma fotografías de arroyos y riachuelos totalmente secos cerca al área del túnel.
La presencia de jucumaris en Caraparirenda y el Ivieca, otro punto de la serranía, es una esperanza de la existencia de fuentes de agua, pese los impactos del túnel y a las intensas sequias que se registran en la región.
El turismo como salvaguarda
En 2022, mientras Claribel diseñaba estrategias de comunicación para visibilizar la importancia del área de manejo integrado Incahuasi, el Jucumari se mostró frente a una de las cámaras trampa instaladas cerca de la comunidad de Celso, Caraparirenda.
Esta evidencia, la impulsó a ella y a Miguel Pallares, exresponsable de la Unidad de Cultura y Turismo del Gobierno Municipal de Muyupampa, a organizar el Jucumari Track, un campeonato de deportes de aventura como el Down Hill y Avalancha, para que el turismo visibilice la existencia del área Incahuasi, y así salvaguardar al oso como paraguas de la conservación de fuentes de agua.
“Teníamos que devolverles la esperanza a las comunidades, mostrando el valor acuífero del Incahuasi, que es más que explotación de gas y el túnel”, asegura Claribel.
Por su geografía, de laderas empinadas, este sitio es potencial para el desarrollo del turismo de aventura como el montañismo, parapente, el treiking, el Zip Lining o los puentes tibetanos. También para circuitos de actividades de turismo ecuestre como rutas escaladas, caminatas, senderismo, caminatas a caballo, explica Adhemar Rodríguez, experto en proyectos turísticos, quien en 2021, elaboró un diagnóstico para el Gobierno Municipal de Villa Vaca Guzmán.
El Incahuasi (casa del inca) tiene una variedad de atracciones como el turismo de naturaleza o ecoturismo por su diversidad natural y paisajes, desde bosques secos hasta sabanas y humedales.
También es un lugar ideal para la observación de aves, mamíferos, reptiles y anfibios. Se han registrado más de 200 especies de aves, 30 de mamíferos, 20 especies de reptiles y 10 de anfibios que pueden atraer al turismo científico
“Hay épocas donde las mariposas azules (Morpho menelaphus titojilbertis), especie de Bolivia que solo se encuentra en el Incahuasi, están en pleno auge. También encontramos (sapos) rococos enormes”, describe Claribel.
El ecoturismo, fusionado con el turismo cultural es ideal para involucrar a las comunidades guaraníes de la TCO Itikaraparirenda en los proyectos turísticos de la serranía Incahuasi, por la lengua originaria, la gastronomía, la cosmovisión, las practicas ancestrales y la historia en la memoria guaraní que preservan.
De hecho, Celso Juandela incluye la cosmovisión de su pueblo en su trabajo de monitoreo. Antes de entrar a los espacios más sagrados de la serranía, enciende una chala de maíz, donde está envuelto el tabaco molido, fuma y en silencio observa atento el comportamiento de las chispas de su cigarro. Se conecta con los iyaretas o dueños del lugar. Para los guaraní, el territorio donde está el bosque (kaa) tiene vida propia, donde los iyaretas protegen a los árboles, animales, los ríos y quebradas.
“Nos va a ir bien, el tabaco se está quemando lento y parejo, quiere decir que el iya está dando permiso para entrar y no hay peligro”, explica Juandela, mientras arroja chorros de alcohol, hojas de coca y chicha a la tierra. Luego bebe él para compartir con el dueño de los montes de la serranía. Según dice, está dispuesto a compartir esta experiencia con los turistas
Entre otras memorias que guarda, que le fueron transmitidas por sus abuelos, están los pasajes de guerra entre tribus guaraníes con el imperio. Esto se evidencia en ruinas arqueológicas que el investigador sueco Nils Erland Nordenskiold describe en su libro “Exploraciones y aventuras en Sudamérica”.
“Si uno recorre el camino estrecho y empinado, que va desde Karaparicito a Muyupampa, en la cima de la cordillera verá murallas a ambos lados del camino. No es fácil distinguir los muros en la selva, entre los matorrales, pero por todas partes nos topamos con muros, algunos a punto de derrumbarse, otros altos e imponentes aún, desafiando los siglos”, relata.
Los desafíos para activar el turismo
Implementar proyectos turísticos que generen impactos y aporten al desarrollo económico local es un proceso a largo plazo y con inversión económica que los gobiernos locales en coordinación con el departamento y el nacional deben encarar.
“El municipio tiene que pensar al turismo como un comercio, invertir en diagnósticos, infraestructura, compra de equipos, capacitación de personal técnico a la población involucrada en gastronomía y hotelería, para desarrollar paquetes turístico a mercados internacionales y nacionales”, explica el experto en turismo Adhemar Rodríguez
Desde su experiencia, la inversión mínima para iniciar debe ser de un millón de bolivianos. El desafío del gobierno municipal es presupuestar estos montos.
“Ese es uno de los problemas que hemos tenido, el presupuesto es poco. En 2021 teníamos solo 38 mil bolivianos (poco menos de 5.500 dólares al cambio oficial), porque las prioridades eran desarrollo productivo y la gestión de riesgos. Se proyectó que el Jucumari Track se organice cada año, pero solo se realizó en 2022. El Treiking y otras actividades quedaron en ideas”, asegura Pallares, exencargado de turismo y cultura del municipio.
El gobierno municipal de Muyupampa prevé retomar el Jucumari Track el próximo año.
“Se asignó recursos, no podría decir exactamente cuánto, pero es poco. Esperamos que para próximas gestiones, con el apoyo de oenegés, con los recursos dados por las empresas petroleras y la empresa que construyó el túnel, se pueda invertir en actividades turísticas”, dice Tatiana Terrazas, de la Alcaldía de Muyupampa
Otro de los desafíos es que las organizaciones como la capitanía guaraní de Itikarapararirenda incluyan en sus agendas el desarrollo de proyectos turísticos, para proteger la reserva de sus sistemas hídricos.
“Ahora estamos en etapa de socialización en las comunidades, sobre la importancia de la reserva. Eso es la base para empoderarla de otros proyectos como el turismo”, afirma Agapito Sánchez, técnico de fundación Natura que trabaja en la gestión del área.
Celso Juandela, quien también forma parte del Comité de Gestión del área protegida Incahuasi, está convencido que con procesos de capacitación e intercambio de experiencias de otras comunidades que desarrollan el ecoturismo, su organización comunal y zonal pueden llegar a consolidar proyectos turísticos. La esperanza lo motiva a continuar caminando para seguir las huellas del Jucumari.
Tras cinco horas de esa travesía constante llega a lo que él denomina la cumbre del Incahuasi. Suspira y pese al cansancio, sentencia: “Quiero estudiar o capacitarme en turismo”, mientras observa las inmensas serranías del Parque Nacional Iñao, Sararenda, encadenadas al Incahuasi. Desde allí imagina que vienen más Jucumaris en busca del agua de la reserva.