¿Qué hacer en Tiwanaku más allá de visitar el sitio arqueológico?

El municipio paceño se propuso diversificar su oferta turística hasta 2025. Para ello presentó un plan que incluye productos, identidad y una serie de actividades.

El turismo comunitario es una de las opciones para disfrutar en este destino. Foto: La Región
El turismo comunitario es una de las opciones para disfrutar en este destino. Foto: La Región

Autoridades del municipio de Tiwanaku presentaron esta semana un Plan de Desarrollo Turístico Sostenible, que busca dinamizar el turismo y alcanzar la redistribución de ingresos entre comunidades indígenas locales, en el período 2023-2025.

El plan fue desarrollado por el Fondo Extremeño Local de Cooperación al Desarrollo (Felcode), a través del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad), que desde febrero de 2019 impulsa acciones para identificar las necesidades y potencialidades turísticas de Tiwanaku, más allá del sitio arqueológico.

En términos de sostenibilidad, el plan busca conseguir que los turistas que a diario visitan o tienen interés en conocer las ruinas, sepan que hay una oferta turística más allá de ese atractivo, y decidan alargar su estancia.

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El documento del plan precisa que la mayor parte de las comunidades tiwanacotas tienen una economía vinculada a la producción agrícola y ganadera que se desarrolla en reducidas extensiones y con poco ganado, de manera que su inclusión en el plan de desarrollo turístico supone el mejoramiento de su economía.

Dicho plan incluye un conjunto de 56 actividades agrupadas en seis líneas de acción, que según el Cepad son: gobernanza turística, productos turísticos, calidad en destino, identidad turística, mejoramiento de infraestructuras y promoción y comercialización del destino.

Las instituciones que trabajaron el plan de desarrollo calculan que el Complejo Arqueológico de Kalasasaya y Puma Punku genera una afluencia media de 115.000 visitantes anuales. Se busca que ese potencial se traslade a las comunidades.

Tiwanaku se sitúa a 72 kilómetros de la ciudad de La Paz; es considerado el centro arqueológico más importante de Bolivia, declarado en 2000 como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco.