Del aviturismo a la conexión energética: una luz de esperanza para comunidades del lago Titicaca

Habitantes de la Península Challapata buscan que sus jóvenes encuentren su futuro en el turismo comunitario, de la mano de su cultura y la belleza de sus paisajes. El lugar brindaexperiencias de avistamiento de aves, grounding, meditación, cata de mates, talleres de tejidos y artesanías, entre otras actividades.

La isla campanario es uno de los atractivos naturales que ofrece Astucopecha. / Foto: Erika Segales

Para las comunidades de la Península Challapata (Sañuta, Sacuco, Challapata grande, Challapata Belén), en el Lago Titicaca de La Paz, el turismo comunitario emerge como un faro de luz para preservar su cultura, el medio ambiente, mejorar sus condiciones de vida, pero sobre todo para evitar la migración de los jóvenes.

Con ojos llenos de sueños y esperanzas, los habitantes confiesan que su mayor deseo es ver regresar a quienes se marcharon en busca de un empleo, a causa de la pandemia por Covid 19.

“Queremos que los jóvenes no migren a la ciudad, muy pocos tenemos. Aquí el 80% somos mayores, y el 20%, jóvenes, pero queremos que haya más. Ellos tienen más interés, asimilan la capacitación (de turismo) más rápido. Quiero que esto (el proyecto) sea más comunitario”, dice Víctor Laguna, uno de los promotores de la Asociación Integral de Emprendimiento Turístico Comunitario de Puerto Península Challapata (Astucopecha).

Don Víctor, como lo conocen en el lugar, es originario de la comunidad de Sañuta, en la Península Challapata. Ingeniero agrónomo y ecologista, trabajó hasta su jubilación en el Parque Nacional Eduardo Abaroa en Potosí y vio como una oportunidad promover el turismo comunitario en su tierra como una alternativa de desarrollo.

Cuenta que este sueño empezó a forjarse en 2015 con un financiamiento del 65% del Banco Internacional de Desarrollo (BID) y el 35% de contraparte de los comunarios. Recuerda que, entusiasmadas, 25 familias realizaron aportes económicos para comprar una lancha, mientras que otras pusieron su mano de obra para construir caminos y otras obras.

Pero la pandemia por Covid 19 no sólo dejó un sueño en pausa, sino también les arrebató a algunos de sus socios.

Hoy la esperanza vuelve a resurgir gracias al proyecto de “turismo como motor desarrollo sostenible”, del Observatorio Boliviano para la Industria Turística Sostenible (Órbita), que tiene el apoyo de la Fundación Innovación en Empresariado Social (Fundación IES), la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) de las Naciones Unidas y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) Canadá.

El objetivo es construir un modelo productivo, económico y social sustentable mediante un asesoramiento personalizado.

“El IDRC sacó una convocatoria pos pandemia para ver qué economías en desarrollo pueden transformar y dejar su dependencia de recursos naturales,  a través de industrias bajas en emisiones de carbono, con inclusión de género, con bajo impacto ambiental y que no dependa de materias primas y el turismo entra ahí perfecto”, explica Andrés Aramayo, gerente de Órbita.

Santuario de aves: Un paraíso alado

Los amantes de las aves pueden descubrir en este sitio más de una veintena de distintas especies como: gaviotas, patos cuervo, chokas gigantes y normales, parihuanas, lequechos, zambullidores, yaka yakas, leque leques, garzas grandes, tortolitas ala negra ytorcazas, entre otras.

El cielo y el agua se convierten en un lienzo en movimiento sobre todo unas horas antes del anochecer. Cerca a las 17.00, se puede disfrutar de un espectáculo inolvidable denominado la “Asamblea de aves”, una reunión singular.

Guía de las especies que se puede encontrar en el Santuario de aves. / Foto: Erika Segales

Cóndor Wichinka: Grounding y terapia a orillas del Lago

La costa de la Península Challapata no solo es testigo del ir y venir de las olas, también es un lugar de bienestar. En el parque temático Cóndor Wichinka,la conexión con la tierra se realiza caminando descalzo sobre la arena y entre el agua.

Miguel, el joven guía turístico que acompaña esta travesía, explica que además de entrar a recargar energías a través de nuestros pies, el pasar del agua a la arena mejora la circulación sanguínea.

La arena es usaba en una terapia en el parque temático Cóndor Wichinka / Foto: Erika Segales

En casa de Agustina se tejen sueños

Los colores vibrantes de la cultura local con los que se tejen los sueños del turismo comunitario aguardan en la casa de Agustina Mullisaca, una mujer de 57 años que dedicó su vida al arte del tejido en telar y palillos.

“Aquí es mi nacimiento, con mis nueve añitos aprendí a tejer. No conozco a mi papá, me ha dejado chiquitita; huérfana he crecido y para sostener a mi mamá he aprendido a tejer, he salido a vender a las ferias anuales, mi mamá me enseñó a tejer, ahora veo diseños tejiendo a otras personas, igual aprendo. Macramé también sé y bordado, antes las bordábamos mantas y enaguas a pulso”, cuenta ella.

La hábil mujer que tiene un telar instalado a unos centímetros del suelo en su casa, hace vivencial esta visita y enseña a los visitantes a hilar y torcelar (proceso de unir dos o más hebras de lana para formar un hilo más fuerte y resistente)  las lanas, con el bailar de la rueca, más conocida en el lugar como K’apo, recuerda que antiguamente daban color a las lanas usando plantas, limones y alcohol.

Agustina Mullisaca enseña a hilar lanas a los visitantes/ Foto: Erika Segales

Mientras tanto en el telar, con el uso de un hueso que termina en punta, Agustina entrelaza la lana que le da forma a una istalla o tejido usado para tapar las bolsas de coca. Posteriormente enseña el acabado fino de un aguayo, usando una aguja y otro instrumento por el que pasan otras hebras de lana.

Pero Agustina y su pequeño hijo Luis, también dan una lección sobre el significado de los símbolos en los tejidos de las autoridades y para ello invitan a algunos a lucir la indumentaria de ejemplo.

“El caballo representa lo que nosotros hacemos, que es la agricultura, aquí es muy respetado. Si el Central Agrario (máxima autoridad indígena) no lo tiene, puede ser sancionado, por incumplir las reglas. El conejo para el central trae la sabiduría, lo conocen como conejo de Pascua la mayor parte, trae huevo y significa buen pensamiento, buena cosmovisión, que va a manejar bien y la llama es símbolo de respeto”, explica Luis mostrando una chuspa.

La vestimenta tradicional de autoridades y personajes andinos/ Foto: Erika Segales

Otra indumentaria de la región es la ropa de los novios. El hombre usa un poncho, un lluch’u (gorra de lana) y una chalina con la figura de dos corazones unidos, como si fuera una imagen y el espejo. La mujer debe usar un reboso que va desde la cabeza hasta ser cubierto por una manta de vicuña a la altura de la cintura.

“Con eso queremos sostenernos, queremos recordar. Si no hay visita, no vendemos nada, estamos en vano, mirando, quisiera que vengan muchos turistas. Me animaré a tejer más cosas, puedo bordar con los nombres”, comenta ilusionada Agustina.

El “profe” de la artesanía en totora

Miguel Macuchapi es uno de los pocos jóvenes inmersos en el proyecto de Astucopecha. Es uno de los guías turísticos, pero también el “profe” de la artesanía en Totora.

“La totora tiene que ser sana y tierna, eso le da la flexibilidad, es manejable”, recomienda antes de iniciar la clase de “llamita de totora”. Con destreza y pasión, comparte sus conocimientos con visitantes que buscan explorar las posibilidades creativas de este material natural.

Miguel Macuchapi enseña cómo hacer una llamita de totora/ Foto: Erika Segales

“Se pueden hacer alfombras de totora, es una fibra natural biodegradable, también se puede hacer llamitas, diseños de gaviotas, parihuanas, pisos, techos, cojines”, comenta mientras tutela a sus ocasionales estudiantes.

Poco a poco sus manos hábiles dan forma a una llamita, entre dobleces y amarros de totora. “Antiguamente se hacían embarcaciones de totora y mi sueño era hacer balsas de totora como kayac y recorrer el Río Suches”, anhela.

Sorbos de salud en una quincena de mates

La comunidad ofrece como parte del paquete turístico una variedad de aproximadamente 15 infusiones de hierbas y plantas cultivadas en la región.

En la casa de don Tito se brinda una amplia explicación de cada planta, sus beneficios y propiedades curativas y preventivas.

“El kanapaco es para la bilis, quita el dolor; el ajenjo es tipo purgante hay que tomar limitado; la ruda es buena para dolor de estómago, cuando estamos resfriados. La Kiswara es buena para la próstata, baja el dolor; wira wira  o kea kea usamos en el covid, aplicaban para la tos; la manzanilla es desinfectante; santa maría es para quemaduras o luxación o para contrarrestar la mala gana; lampaso cuando se resfría quita la temperatura”, dice el experto.

Entre otras plantas exhibidas también está el diente de león, la muña o Koa, el toronjil, cola de caballo, chilto y eucalipto.

Las plantas de la región que gozan de propiedades medicinales se usan en infusiones/ Foto: Erika Segales

Wajta y música para la Pachamama

Wajta, el sagrado homenaje andino a la Pachamama, a la Madre Tierra, también se hace infaltable en la casa de don Víctor Laguna, uno de los sitios de hospedaje comunitario.

Con la fe puesta en días mejores, los comunarios invitan a los turistas a expresar sus deseos y colocar sobre la mesa los dulces, tradicionales para este acto, y las hojas de coca. Las quenas y un tambor resuenan luego de encender la wajta, una ofrenda sobre un papel que tiene hierbas como la q’oa, lanas de colores vibrantes, cebo de animal, incienso, copal, nueces y una variedad de figuras de dulce que tienen significado según la imagen que se ve, todo arde en el fuego avivado con alcohol.

Los agradecimientos y deseos futuros se expresan en una ofrenda a la Pachamama/ Foto: Erika Segales

Campanario: isla de meditación y energía

Ubicada a siete kilómetros de la frontera peruana y a más de una hora y media de viaje en lancha desde la Península Challapata, la isla Campanario, también conocida como Chiquipa (Encuentro), es un lugar donde la naturaleza y la espiritualidad convergen, creando una atmósfera única.

En el sendero a la cima se halla un bosque de queñua, una especie de planta que se halla únicamente en Bolivia, Perú y Ecuador, y cuya corteza posee propiedades curativas contra enfermedades respiratorias y renales.

El camino a la cima de la isla Campanario está rodeado de queñuas  / Foto: Erika Segales

Cada paso resuena con la energía ancestral que impregna el suelo y la conexión profunda con la esencia pura de la naturaleza se alcanza en un espacio de meditación rodeado por pequeñas piedras de cuarzo.

La brisa suave que acaricia la piel, el sonido de algunas aves, las montañas lejanas y las tranquilas aguas que se funden con el cielo, crean un ambiente que despierta los sentidos y nutre el alma de energías.

En el descenso también se puede apreciar un sendero rodeado de las aguas azules del Titicaca y burbujas de lava que se camuflan como si fueran rocas.

Las delicias de Reyna

Toda esta aventura turística va acompañada de las delicias culinarias de Reyna Paredes, una joven chef que presenta creativas opciones con los productos tradicionales del lugar.

“Es el pueblo por mis papás, ellos me dicen que no debo olvidar de dónde vengo, la gastronomía es una de mis carreras y ha llegado el momento de practicar en el pueblo de mis papás (…) Se necesita gente joven que apoye el proyecto, hay mucho trabajo por hacer”, comenta.

Reyna Paredes es la joven gastrónoma que apoya el proyecto de Astucopecha / Foto: Erika Segales

Entre las especialidades que ofrece están el chicharrón de trucha, trucha al horno o enrrollado de trucha acompañado de frescos vegetales y quinua, también ofrece opciones veganas como haburguesas de lenteja y ceviche de tarwi.

El apthapi es una práctica culinaria que no puede faltar en el viaje. “El apthapi es el recojo de la cosecha de cada comunario. Lo comen juntos y comparten”, explica Reyna.

El apthapi es la tradicional merienda en que todos comparten los alimentos. / Foto: Erika Segales

Astucopecha es un emprendimiento de turismo comunitario apoyado por Órbita, un observatorio destinado a fomentar el turismo responsable en Bolivia.

Melvi Plata, consultora de Orbita, explica que más de 50 familias se pueden beneficiar con el proyecto de Astucopecha y que se está trabajando en fortalecer los servicios para hacer del turismo una oportunidad de empleo y la preservación cultural y ambiental.

“Hemos ido trabajando en un producto turístico que se basa en tres características: que sea innovador, que sea sostenible, y que brinde calidad. Esperamos que sea un aporte económico rentable a largo plazo,que contribuya  a la conservación del medio ambiente”.

Las consultas sobre Astucopecha y el paquete turístico pueden hacerse al correo electrónico [email protected] o al teléfono 73010400.