Cuentan los expertos que en los principios de Tiwanaku se formaron estados o gobiernos regionales. Hubo dos en especial que figuran en los libros de historia: Pukara, al norte del lago Titicaca, y Pocotía, en la actual comunidad de Achaca, a 12 kilómetros del centro urbano del municipio de Tiahuanacu.
Allá por los años 70 y 80, en una zona llamada Huila Contu, se encontró cuatro estatuas de 2.5 metros, un tamaño menor a los que se conoce actualmente. Estos fueron llevados a la puerta de la iglesia y los denominaron Pokotia por el lugar donde los hallaron.
Misteriosamente, se asemejan a la vestimenta y rasgos de los actuales guaraníes, porque usan tocados de rosa en la frente, tirantes, tembetás debajo del labio y orejeras, en algunos casos. Luis Callisaya, arqueólogo del Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de Tiwanaku (CIAAAT), explica que la presencia de jaguares, delfines, pumas, monos, además de serpientes gigantes, demuestran el contacto con la Amazonia y el Chaco. La particularidad de la vestimenta y tembetás, hacen parecer a tribus como de guaraníes. Sin embargo, es una hipótesis y no existen estudios al respecto, aunque se registraron sitios en el norte de Argentina.
En el caso de los monolitos Pokotia, son los únicos encontrados en la zona. Entre sus características, tienen pómulos pronunciados, al igual que los labios, rasgos andinos de narices prominentes, pero tienen singularidades como que en la parte posterior llevan el cabello trenzado y unos tocados que llegan hasta las orejas.
Estos rasgos llevan a los estudiosos a mencionar la presencia de chiriguanos en Tiwanaku. El arqueólogo Dick Ibarra Grasso, por ejemplo, habla de una similitud en el uso de las tembetás o varillas en el labio y las orejeras. Callisaya coincide, ya que en regiones guaraníes —dice— el uso de piercings de las orejeras y debajo del labio “son bastante comunes”.
“Era gente que estaba en busca de Potosí, el Sumaj orko de la plata. Las últimas migraciones guaraníticas llegaron en la expedición de Alexo García, iniciada en 1524. De comprobarse, ellos serían los verdaderos descubridores de los incas”, refiere Luis Callisaya. Este portugués que había naufragado y se perdió en lo que actualmente es Florianópolis (Brasil), vio brazaletes de plata y decía que hacia el oeste, estaban las minas de plata y los señores de la plata, los incas, en esa época, durante el Siglo XVI.
Evidencias arqueológicas
Todo esto se refleja en cerámica de tipo guaraní encontrada en cercanías al Cerro Rico de Potosí, así como en la región de los valles. Con esa información etnográfica, Dick Ibarra Grasso postula que hubo contactos en tiempos postiwanaku.
En contrapartida, en Tiwanaku se descubrió cerámica perteneciente a culturas de lo que hoy es Chuquisaca, Potosí y Oruro, es decir, a más de 500 kilómetros de distancia.
Eso lleva a pensar que Tiwanaku fue un centro político y religioso al que llegaban representantes de otros pueblos, generando una interacción importante entre viajeros de la época.
Respecto al tamaño de los monolitos Pocotía, Callisaya advierte que en la visión andina las esculturas reflejan una “humanización de las montañas para establecer un lenguaje con ellas”. De ahí que estos líticos están postrados, en posiciones que usan chamanes andinos para entrar en trance.
“En el mundo andino no existen dioses, todos son cohabitantes con los humanos, pero de diferente naturaleza, o sea, conviven con montañas, ríos, tierra. Tienen cierta personificación, pero nadie es omnipotente como en la religión católica”, explica.
Actualmente, los monolitos Pokotia no están en exhibición para el público, debido a que se trabaja en su conservación.
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