Sequía aumenta la migración en pueblos originarios del Gran Chaco sudamericano

Guaraníes y weenhayek dejan sus territorios en busca de mejores condiciones de vida, bajo riesgos de perder su cultura y sus costumbres.

Migración Chaco Cambio Climático

Texto y fotos: Carla Ordoñez / Chaco

Las altas temperaturas no hacen la vida fácil en los campos del Gran Chaco Sudamericano. Comunidades guaraníes, del pueblo weenhayek, en el municipio tarijeño de Villa Montes, ven partir a sus hijos, con la esperanza incierta del retorno.

En cercanías de San Antonio (Villa Montes), Neil Torrez López (27años) dice que muchos jóvenes están dejando sus comunidades y saliendo a otros departamentos por falta de oportunidades.“La gran demanda es en Santa Cruz, van al desmontado, ellos se encargan de recoger los residuos, para eso van a trabajar”, cuenta.

Con la crisis que vive el rio Pilcomayo, donde la principal actividad de pesca se vio afectada porque no hubo migración de peces, mucha gente tuvo que salir a buscar otras fuentes de ingresos, como las tareas de campo en comunidades cercanas. En el domicilio de Neil, por ejemplo,su madre teje con hilos de caraguata, un oficio artesanal que le permite tener algunos ingresos.

El capitán weenhayek Juan Carlos Vásquez, de La Florida una comunidad de la ribera del Pilcomayo, refiere que los jóvenes optan por trasladarse a Santa Cruz, la frontera con Brasil o hacia el chaco argentino. La pesca era el centro de su economía, pero con la emergencia registrada, las familias padecen necesidades. Si bien se dotó de alimentos desde el nivel nacional, no fue suficiente para contrarrestar los daños. “Este año fue grave, no hubo pesca”, declara con extrema preocupación.

Sofía Segobia vive en la  comunidad guaraní de Tarairí (Villa Montes). Ellamigró en dos ocasiones  a otra región del país, en busca de trabajo. Su territorio se caracteriza por el cultivo de cítricos, algo que bajó en los últimos años por la sequía. En esta ocasión retornó para trabajar con proyectos en su grupo de mujeres productoras; la falta de agua es el principal obstáculo para que prosperen los cultivos. “Estamos racionando el agua y tratando de regar, utilizamos recursos propios, si no llueve, nos va afectar más”, dice apenada.

Pese a la falta de agua las mujeres buscan producir sus propios alimentos en pequeñas parecelas.

Al menos 15 personas, dejaron la comunidad en lo que va del año, la mayoría jóvenes. Doña Sofía profundiza en aquellos problemas que se presentar al llegar a un lugar desconocido. “Es complicado porque a veces se tarda mucho en hallar trabajo, hay que tener para alimentarse o pagar alquiler”.

En Chimeo, otra comunidad de la zona, la mburuvicha Mariana Villagómez asegura que algunos comunarios y familias enteras salieron con destino a Santa Cruz o Cochabamba. La principal demanda es el agua. Ellos cuentan con una represa, pero es compartida con barrios de la ciudad de Villa Montes, lo que reduce para el abastecimiento propio. “Hay como cinco o seis casas vacías, nos apena ver a nuestros comunarios irse por buscar mejores condiciones de vida”, expresa.

Como una medida de racionamiento optaron por reducir la extensión de sembradíos, hasta marzo fijaron el riego para un cuarto de hectárea.  El sistema que manejan es por goteo y aspersión. “No hay lluvias y la presa sigue bajando”.  El sembrar y producir tiene costos, que muchas familias no logran cubrir. “La mano de obra ha subido de 40 a 80 bolivianos, para el sembrado es un gran presupuesto, comprar la semilla y las plagas encima”.

 Lo que más producen es el anco, maíz, zapallo, tomate y sandía en huertos familiares. En el huerto estudiantil este año no se sembró, por falta de mano de obra, ya que los padres de familia salen a trabajar a la ciudad y no pueden colaborar.

La población supera las mil personas, más del 50% son mujeres, en su mayoría jefas de hogar en la comunidad. “Existen casos de madres solteras sin apoyo económico, se van a lavar ropa, de ayudante de cocina o hacen pan”, detalla la lidereza.

Chimeo es una de las zonas que está incurriendo en el turismo comunitario. Al contar con un grupo de artesanas, ofrecen a los visitantes sus trabajos mientras otro sector prepara comidas típicas, y oferta un recorrido por sus atractivos naturales. Esta actividad la realizan cada uno o dos meses. Se organizan con emprendimientos, para hacer frente a la crisis y no depender solo de la agricultura.

Una historia conmovedora

Si hablamos de migración actual, los motivos son diferentes a las décadas pasadas. Ahora dejan la comunidad por falta de condiciones de vida, antes escapaban del sometimiento de los patrones. En algunas regiones del país los guaraníes trabajaban hasta más de ocho horas sin un salario en las haciendas.

Doña Eloisa Nuñez actualmente vive en la comunidad villamontina de Ibopeity. Ella huyó de Huacareta, en el departamento de Chuquisaca, donde servía con su esposo e hijos a unos patrones. “En el año 80 llegamos a Monteagudo, luego a Cuevo, siete años en Santa Rosa, buscando tierras. Los patrones no permitían que tengamos tierras, nos decían que no teníamos derecho los indígenas y que solo podían estudiar los caray (blancos)”, recuerda.

Eloisa Nuñez
Eloisa Nuñez en la comunidad de Ibopeity donde reside actualmente.

Los niños debían trabajar desde los diez años, cumplían la tarea de dar de comer a los animales. Sus padres, al igual que ella, nacieron bajo trabajo obligatorio. “No nos pagaban, solo nos daban de comer y ropa cada mes de febrero o tela”. Las mujeres llevaban la comida a largas distancias para los peones. “La comida se llevaba al chaco en la cabeza, la cocinera de los patrones era aparte. Caminábamos con el jugo de maíz, en la espalda, llevábamos el mote cargando”. El alimento diario era el maíz, muy rara vez les daban alguna porción de carne de chancho.

Eloísa tuvo tres hijos, un parto de mellizos, hombre y mujer. Con pesar cuenta que un día le quitaron a la niña, cuando la dejó al cuidado de su mamá. La mujer que era madrina nunca más la devolvió pese a los intentos de recuperarla. “Yo todas las noches lloraba, no quiso devolvérmela, me dijo que yo no tenía plata para criarla”.

Cuando decidieron salir de Huacareta, lo hicieron en la madrugada, el camión que los traslado hasta Monteguado, les cobró el viaje con un mes de trabajo. En los 90 decidieron llegar a Villa Montes, donde un familiar les comentó que había trabajo. Por un tiempo estuvieron bajo patronazgo en una ladrillera. Luego se organizaron con otras personas para fundar la comunidad. Ahora cuenta con su terreno, animales, plantas frutales y sus nietos. Si bien el territorio es seco, con temperaturas de hasta 43 grados de sensación térmica, ella trabaja con su familia. Prepara masas y chicha, que comercializa con sus vecinas. Antes desconocía sus derechos, ahora lucha por su comunidad. Estas semanas están con la petición del funcionamiento del pozo de agua para el riego del huerto comunal, y así cultivar sus hortalizas. Las ganas de prosperar y la libertad de la que goza ahora, la convierten en una mujer de gran fortaleza.

Las antiguas generaciones tropezaron con dificultades,  y ahora los más jóvenes también se ven en apuros al no tener oportunidades de trabajo y deben dejar sus familias.

Factores de incidencia

Las familias suelen perder cultivos completos a falta de riego.

La bióloga Ludmila Pizarro, directora de Fundación Biodiversidad del Gran Chaco,en su análisis sobre los factores que inciden en el aumento de temperaturas y sequía en las comunidades, enfatiza en las características del territorio chaqueño y la llegada del cambio climático.  “Existen dos fenómenos, El Niño y La Niña. Para el sur del continente sudamericano genera temperaturas altas y baja precipitación; para el Chaco, se traduce en intensa lluvia en poco tiempo, pero muy leve para infiltrarse en el suelo y la humedad pueda ser absorbida por las raíces de las plantas”, explica.

El tiempo de sequía en la región chaqueña se ha extendido en los últimos años. Antes se esperaba entresiete a ocho meses por lluvia;ahora,de nueve a diez meses. El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) anunció en 2018, el aumento de 40 a 42° para el Gran Chaco, lo que incrementará la proyección a 2030.

Otro factor es el mal uso del suelo por la deforestación para el uso de la ganadería, agricultura y aprovechamiento de la madera “Son visiones de desarrollo equivocadas, dentro de una región que requiere preservar los bosques”, indicó Pizarro.

Con la afectación por el cambio climático, la escasez de lluvia agrava la situación de en las comunidades, poniendo en riesgo su economía y seguridad alimentaria.

Los fenómenos de El Niño y La Niña inciden en la sequía que azota al Gran Chaco en Bolivia.

Regis Viveros, miembro de la Plataforma de Medio Ambiente de Villa Montes y técnico de la fundación Nativa, sostiene que la migración en pueblos originarios como el caso de los guaraníes, es recurrente es ciertas etapas del año, pero que se presenta una aceleración en las últimas temporadas debido al cambio climático. “Las poblaciones guaraníes migran generalmente cuando no están ocupadas en la siembra, siempre hubo dependencia con la gente criolla que genera empleo”, asegura.

De acuerdo con Viveros, la falta de agua en los territorios, permite que los comunarios se desplacen, al no tener seguridad alimentaria en su zona. “Se ve que los medios de vida de los que dependían, como cazar para comer, la lluvia para sembrar, han cambiado. Tenemos dos años continuos de sequía”.

Las precipitaciones llegan apenas a 300 milímetros por año, cuando se requiere  un promedio de 700 a 800, para una buena cosecha.La proyección a 2030 es el aumento del porcentaje del traslado de la gente del campo a las ciudades. “Se van familias completas, se instalan en las ciudades y ya no retornan al pueblo”, dice el experto.

La sequía es cada vez más recurrente en la zona. En la imagen el sistema de riego totalmente seco.

En relación a los proyectos del gobierno nacional, como “MIAGUA” (enfocado en atención a necesidades básicas en agua para consumo humano y riego), el de construcción de represas, son líneas de apoyo que no resultan sostenibles en el tiempo. Un claro ejemplo es la perforación de pozos por parte de los gobiernos municipal y regional en el Chaco, algunos de ellos entregados sin equipamiento, alejados de las familias destinatarias y con los costos de mantenimiento que no logran ser cubiertos por las comunidades.

Viveros incide en la cantidad de obras abandonadas en Villa Montes, afirma que en la comunidad de Tahiguaty, de 12 pozos perforados, solo funcionan dos, otros están en propiedades privadas y no comparten con el resto de los habitantes.

La migración trae consigo el desarraigo de la cultura, al salir de los territorios abandonan sus formas de vida. “Se debilita la cultura, en las comunidades quedan las personas mayores que un tiempo ya no estarán, y las nuevas generaciones ya no adquieren las destrezas para vivir en el campo”, menciona.

Las poblaciones guaraníes pierden cada vez territorio y sus formas de vida, a causa de la migración. “Hay una expansión de adquisición de tierras por gente que no es del lugar, la disponibilidad de tierras del pueblo guaraní es una demanda que no está resuelta”.

Esta iniciativa es parte del proyecto periodístico «Voces de La Región», seleccionado por «News Equity Fund» (Fondo de Equidad de Noticas), ejecutado por La Región, en alianza con la Red Erbol y Fundación IRFA -Radio Santa Cruz.